Un amanecer diferente

Despierto temprano, como siempre, para aprovechar la tranquilidad de la isla antes del ajetreo del día de la boda. La noche anterior llegué tarde y encontré a Aziel borracho tendido en la cama sin camisa y los zapatos puestos, no tenía caso regañarlo, no era mi asunto, así que me fui a dormir.

Ya que es de mañana, la casa está en silencio, y el sonido de las olas del mar llega suavemente a mis oídos. me levanto de la cama, estiro los brazos y me dirijo a la cocina para prepararse un café.

A lo lejos, puedo ver a Aziel corriendo por la playa. El amanecer lo baña en una luz dorada mientras él avanza por la orilla, con su camiseta deportiva pegada al cuerpo, mostrando los músculos de su espalda y los brazos. Yo, que lo observo desde la ventana, me siento un poco atrapada en el momento.

A pesar de las diferencias, hay algo atractivo en su forma de moverse, algo que me hace olvidar por un momento la incomodidad que había sentido la noche anterior.

"¿Qué pasa contigo, Naiara?" —me pregunto a mí misma, mientras intento desviar la mirada de su figura. Pero no puedo evitar notar que algo en su actitud despreocupada y su físico parece diferente bajo la luz del sol.

Aziel continúa su trote por la arena, estirando los brazos hacia el cielo una vez que termina su carrera, se quita la sudadera, se la pone en el hombro y yo hago como la que no vi nada, nadita.

Su cuerpo se alza, revelando que lleva solo los pantalones cortos deportivos, dejando ver su torso desnudo. Sin querer, me detengo un momento a observarlo, sintiendo una mezcla de sorpresa y atracción, pero rápidamente aparto la vista, como si de alguna manera estuviera invadiendo su privacidad.

Sacudo la cabeza para calmarme, decido salir al porche con mi café y respirar aire fresco para despejarme. Aunque mis pensamientos se agitan, yo decido que no vale la pena darle demasiada importancia. Después de todo, él es solo el fotógrafo de la boda, y está allí por motivos profesionales, ¿no?

Unos minutos después, Aziel viene caminando hasta mi dirección, sudado pero con una sonrisa en el rostro. No parece que haya estado bebiendo una botella de romo la noche anterior. Se toma un momento para estirarse de nuevo, y no puedo evitar sentir una pequeña sacudida en mi pecho, como si algo hubiera cambiado entre nosotros sin que yo pudiera controlarlo.

—Buenos días, coordinadora. Espero que no me hayas estado espiando— me dice Aziel, con una sonrisa juguetona mientras se acerca.

Yo, aún algo desconcertada por sus pensamientos, respondo con una sonrisa nerviosa.

—No te preocupes, no estaba espiando, solo estaba disfrutando del aire fresco y la vista.

Aziel se encoge de hombros y entra a la casa, mientras lo observo irse, sintiendo que algo ha quedado flotando entre nosotros.

"¡Vamos, Naiara! No es nada"—me regaña en mi cabeza.

Cuando Aziel se dirige al baño para alistarse, la calma parece regresar al lugar. Yo, que sigo en el porche tomando mi café, escucho de repente un grito seco, como el de alguien sorprendiendo o asustado.

El grito me hace saltar de mi asiento, y rápidamente me levanto, mirando alrededor, buscando el origen del sonido.

—¿Qué diablos fue eso?—me pregunto, un tanto alarmada.

El grito es tan agudo que parece haber salido de algún lugar cercano, pero no veo a nadie por la playa.

Nerviosa, miro al mar y luego hacia la casa, donde el grito parece haber provenido del interior.

Pensando rápidamente, imagino que podría ser algún animal peligroso como un escorpión o una serpiente que ha mordido o picado a mi ilustre invitado. Me acerco a la puerta y corro hacia el interior, donde veo a Aziel sosteniendo una camiseta con una expresión de horror en su rostro.

—¿Qué demonios pasa?¿Se acaba el mundo?— pregunto, casi sin aliento. él me mira, la frustración evidente en mi rostro.

—Sí, y en grande. Alguien abrió mi maleta en el aeropuerto. No sé quién, pero me robaron lo más importante: mi juego de lentes de repuesto de la cámara. ¡Es indispensable para mis fotos! —Aziel comienza a hacer una especie de "balancing act" entre revisar la maleta y maldecir en voz baja.

Yo, sorprendida por la noticia, dejo el café sobre la mesa.

—Eso es terrible. Pero... ¿cómo estás tan seguro de que te robaron los lentes en el aeropuerto?

Aziel se voltea hacia mí con los ojos grandes.

—Porque no están. Todo lo demás está intacto, pero mis lentes, esos que tienen valor y son lo que me permiten trabajar, ¡desaparecieron!

Frunzo el ceño, sin saber exactamente cómo consolarlo. Pero algo en su mirada de desesperación me hace sonreír con complicidad.

—Bueno, no es como si fuera el fin del mundo. Aunque entiendo tu enojo... ¿Hay algo más que te falte?

Aziel, irritado, comienza a sacar más cosas de su maleta, y cuando abre un pequeño bulto a un lado, su expresión cambia repentinamente.

—¿Qué...?—exclama, observando perplejo —¿Qué diablos? Me robaron mi kit de cepillo de dientes y máquina de afeitar... también... mis pantalones de vestir, mis zapatos favoritos y la ropa interior de seda.

Yo me acerco, intentando no reírme al ver la expresión de Aziel, que ahora está completamente desconcertado. Me ha pasado que me han abierto la maleta en el aeropuerto y sacado más de una cosa, me sentí indignada pero no pongo tantas caras como él.

—¡Esto es demasiado! ¿Pero quién haría eso?. ¡Si ya sé un hijoeputa!—Aziel suspira y se deja caer sobre la cama, sintiéndose completamente derrotado.

Yo intentaba mantener una expresión seria, lo miro por un segundo antes de soltar una risa nerviosa porque su rostro era un drama chino.

—Entiendo que te moleste, pero... ¿de verdad tenías que gritar de esa manera? Casi me caigo para venir a ver qué sucedía.

Aziel se cruza de brazos, un poco avergonzado por su reacción, pero aún con una pizca de frustración.

—¿No lo entiendes, Naiara? ¡No puedo ir a esta boda sin mis cosas! No puedo tomar fotos decentes sin mis herramientas, y sin la ropa ¡es una cuestión lógica!

No puedo dejar de reír ante lo absurdo de la situación, me cruzo de brazos, pensando en cómo darle una solución.

—Te apuesto a que ese ladrón se llevó lo que más necesitabas para verte bien. Aunque, ¿de verdad usas ropa interior de seda? —La curiosidad me vence, y la comedia de la situación me hace soltar otra carcajada.

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