—Renata, por favor… —su voz sonaba entre nerviosa y suplicante.—Esto no es apropiado. No puedes llegar aquí como perro por tu casa. Esto es mi espacio personal. Tu y yo ya hablamos. No tenemos nada.Renata ignora por completo su incomodidad.—Aziel, mi amor, volví para recuperar lo nuestro. ¡Te extraño tanto! ¡Tu madre me dijo que estabas mal pero no sabía qué tanto! Mira que traer a esta isleña de tan lejos y a...eso de allí —señala a Carla con su mascarilla puesta.—¿Lo nuestro? —interrumpe Naiara con una voz tan filosa que hasta Carla se estremece. —¡Disculpa, pero creo que te equivocaste de dirección y de novio!Renata gira el rostro hacia ella, posando su mirada en ella.—¿Y tú isleña crees que Aziel te ama? Él me ama solo a mi. Haci que regresa por dónde llegaste.Naiara sonríe sin humor.—Soy la novia, amante, mujer y amiga de Aziel… si es que alguna vez se le ocurre casarse seré la esposa. ¿lo dudas?Aziel siente un escalofrío recorrerle la espalda. Naiara habla con tal sarca
Bernard resopla, pero antes de que pudiera lanzar otra de sus frases autoritarias, Naiara lo detuvo.—Tío, con todo respeto, he decidido mi camino. Vine por mi abuela, no para asumir un rol que no deseo —dice con firmeza.El tío la mira con desaprobación, pero no pudo decir más, pues la misa en honor a la difunta abuela estaba por comenzar. Luego asistirían a una cena de gala en la noche, como una conmemoración.Más tarde, en el gran salón, rodeados de nobles y políticos de todas partes, luego del discurso de muchos y los pésame de otros, Aziel aprovecha la ocasión y se lleva a Naiara a uno de los jardines para que se despeje la mente. Pasaron un día ajenos a los prejuicios de los demás.Para mala suerte de Aziel, Naiara fue asignada a su antigua habitación, mientras que los demás tenían sus propias habitaciones en otra ala del castillo.Cada vez que asistía con Naiara a una reunión social, las nobles siempre estaban preguntando a Naiara porqué estaba embarazada sin casarse y quien er
Llegado el día, el castillo en Inglaterra estaba adornado con flores blancas y doradas, con candelabros de cristal brillando en cada rincón. Naiara estaba en su habitación, lista para ponerse el vestido de novia, mientras su mejor amiga y Carla la ayudaba.—¡Ay, por favor, que alguien me pase una copa de champán! —suspira Carla dramáticamente, abanicándose con una mano—. Estoy demasiado emocionado para esto.—Carla, todavía no hemos terminado de abrochar el vestido —le recordó la mejor amiga de Naiara, estirando los cordones del corsé.—¡Ay! ¿Quieres que me quede sin aire en plena ceremonia? —se queja Naiara, intentando respirar mientras Carla seguía asegurándose de que todo quedara perfecto.—Princesa, tú tranquila. Si te desmayas, al menos caerás con estilo —dice Carla con una sonrisa pícara—. Aunque si yo fuera tú, me desmayaría justo cuando el cura diga “puedes besar a la novia”, así Aziel entra en pánico y tenemos un momento de drama gratis.—Eres un caso perdido —se ríe Naiara, m
Naiara y Aziel llegaron a la habitación real donde pasarían su luna de miel.La enorme habitación parecía sacada de un cuento de hadas, con esculturas y cuadros imponentes y una vista privilegiada de los campos verdes de Inglaterra. Naiara acostumbrada, ve como Aziel entra con los ojos brillantes de emoción y con una expresión entre amor y resignación.—¿Sabías que este castillo tiene más de quinientos años? —dice Naiara emocionada, girando sobre sí misma mientras admiraba cada detalle.—Sí, mi amor, si que se lucieron —responde Aziel, mientras se sienta en la enorme cama matrimonial.—¿Te gusta? Podemos dar un paseo en el exterior si quieres—le dice Naiara emocionada.—No, gracias, solo quiero tumbarme aquí en la cama como un rey medieval después de una batalla. Ha Sido un día muy largo —dijo Aziel, pero fue ignorado olímpicamente por su esposa.—Podemos venir de vacaciones aquí, Aziel. Mira estos libros, algunos tienen siglos de antigüedad. Es como un sueño hecho realidad para tí—di
En la cabeza de Aziel hay una tormenta en plena formación. Naiara, con una barriga que parece tener vida propia, se pasea por el salón revisando listas, ajustando flores y dando instrucciones con una energía que él no entiende de dónde saca.—Naiara, por el amor de Dios, siéntate un rato —dice Aziel, siguiéndola como un guardaespaldas en pánico.—No puedo, hoy es la boda de los gemelos —responde ella con una sonrisa, como si no estuviera a escasos días de dar a luz.Aziel suspira, frotándose el puente de la nariz. Lleva semanas preparándose mentalmente para el día que diera a luz, pero nada lo ha preparado para la realidad de ver a su esposa, en su noveno mes de embarazo, dirigiendo un evento de esta magnitud como si fuera una maratón olímpica.—Podrías dirigir desde un asiento, ¿sabes? No hace falta que recorras cada mesa como si estuvieras en un desfile —insiste él.—Siéntate tú, que eres el que parece al borde de un colapso —se burla ella, dándole una palmadita en la mejilla.Él bu
Naiara y Aziel se quedan abrazados en la cama después de haber dormido a la pequeña Amelia. La casa está en completo silencio, salvo por el leve sonido del viento golpeando las ventanas. Aziel la mira con ternura y le acaricia el pelo.—No puedo creer que ya somos papás —susurra él, besándole la frente.—Y tampoco puedo creer que sigas entero después de haberme visto dar a luz —responde Naiara con una sonrisa pícara—. Pensé que ibas a visitar a San pedro antes que yo.—¡Oye! Yo solo… necesitaba un pequeño respiro. No es mi culpa que los médicos pensaran que me iba a dar un infarto —se defiende Aziel, cruzando los brazos.Naiara se ríe y le acaricia la mejilla.—Te amo, ¿sabes?—Lo sé —contesta él, besándola suavemente—. Y yo a ti.Se quedan en silencio unos segundos, disfrutando del momento, hasta que Naiara suspira y apoya su cabeza en el pecho de Aziel.—Aziel, ¿crees que deberíamos hacer público nuestro matrimonio en este país?Él levanta una ceja y la mira con curiosidad.—¿Por qu
—¡Santo cielo, la niña no está! —grita Naiara— ¡Mi bebé! ¡Tiene dos años y una energía que podría alimentar un país entero! ¡Y tú me convenciste de hacer el amor en vez de vigilarla!—¡Fue consensuado! ¡Ambos fuimos débiles! Puede que esté en la sala ahí está su corral con juguetes.Empiezan a correr por la casa como gallinas sin cabeza buscando a la niña y nada.—No está por ningún lado ¿Buscaste en la nevera?—¡Ya revisé la nevera!— Ya en todas las puertas de la alacenas busqué ¿Y si salió por la ventanita para gatos que está en la puerta?—¡Dios mío...debe estar afuera!Mientras sus padres corren semidesnudos por la cabaña de vuelta a la habitación para ponerse ropa, Amelia camina tranquilamente por la orilla, sosteniendo un cubito de plastico en una mano y la concha de una almeja en la otra.—Hola, señoda almeja—dice con ternura—. Te pondé en el cubo hasta que apendas a no sali del agua.Va dejando huellas minúsculas y húmedas en la arena mientras recoge caracolas y canta su vers
Soy Naiara, y mientras la brisa cálida del Caribe me acaricia el rostro en mi camino hacia la entrada del hotel Coral Bliss.El sol brilla intensamente desde muy temprano, apenas me había desayunado con un café, pero no puedo quitarme esa sensación de presión que aprieta mi pecho. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?Sabía que planear una boda en mi lugar de residencia y en un destino tan exclusivo sería agotador, pero ahora, con Aziel en mi camino, me pregunto si esto va a ser aún más difícil de lo que imaginaba.La vista del mar, tan azul y serena, me reconforta solo por un segundo. Como si el océano me hablara en silencio, diciéndome que todo estará bien. Pero yo sé que el mundo de las bodas no se rige por la magia del paisaje, sino por la meticulosidad. Todo porque soy una coordinadora de bodas excepcional y la que se casa es mi mejor amiga de la infancia.A unos días del emocionante evento y mi experiencia excepcional, mi paciencia estaba al borde del colapso. Pero no por