En la cabeza de Aziel hay una tormenta en plena formación. Naiara, con una barriga que parece tener vida propia, se pasea por el salón revisando listas, ajustando flores y dando instrucciones con una energía que él no entiende de dónde saca.—Naiara, por el amor de Dios, siéntate un rato —dice Aziel, siguiéndola como un guardaespaldas en pánico.—No puedo, hoy es la boda de los gemelos —responde ella con una sonrisa, como si no estuviera a escasos días de dar a luz.Aziel suspira, frotándose el puente de la nariz. Lleva semanas preparándose mentalmente para el día que diera a luz, pero nada lo ha preparado para la realidad de ver a su esposa, en su noveno mes de embarazo, dirigiendo un evento de esta magnitud como si fuera una maratón olímpica.—Podrías dirigir desde un asiento, ¿sabes? No hace falta que recorras cada mesa como si estuvieras en un desfile —insiste él.—Siéntate tú, que eres el que parece al borde de un colapso —se burla ella, dándole una palmadita en la mejilla.Él bu
Naiara y Aziel se quedan abrazados en la cama después de haber dormido a la pequeña Amelia. La casa está en completo silencio, salvo por el leve sonido del viento golpeando las ventanas. Aziel la mira con ternura y le acaricia el pelo.—No puedo creer que ya somos papás —susurra él, besándole la frente.—Y tampoco puedo creer que sigas entero después de haberme visto dar a luz —responde Naiara con una sonrisa pícara—. Pensé que ibas a visitar a San pedro antes que yo.—¡Oye! Yo solo… necesitaba un pequeño respiro. No es mi culpa que los médicos pensaran que me iba a dar un infarto —se defiende Aziel, cruzando los brazos.Naiara se ríe y le acaricia la mejilla.—Te amo, ¿sabes?—Lo sé —contesta él, besándola suavemente—. Y yo a ti.Se quedan en silencio unos segundos, disfrutando del momento, hasta que Naiara suspira y apoya su cabeza en el pecho de Aziel.—Aziel, ¿crees que deberíamos hacer público nuestro matrimonio en este país?Él levanta una ceja y la mira con curiosidad.—¿Por qu
—¡Santo cielo, la niña no está! —grita Naiara— ¡Mi bebé! ¡Tiene dos años y una energía que podría alimentar un país entero! ¡Y tú me convenciste de hacer el amor en vez de vigilarla!—¡Fue consensuado! ¡Ambos fuimos débiles! Puede que esté en la sala ahí está su corral con juguetes.Empiezan a correr por la casa como gallinas sin cabeza buscando a la niña y nada.—No está por ningún lado ¿Buscaste en la nevera?—¡Ya revisé la nevera!— Ya en todas las puertas de la alacenas busqué ¿Y si salió por la ventanita para gatos que está en la puerta?—¡Dios mío...debe estar afuera!Mientras sus padres corren semidesnudos por la cabaña de vuelta a la habitación para ponerse ropa, Amelia camina tranquilamente por la orilla, sosteniendo un cubito de plastico en una mano y la concha de una almeja en la otra.—Hola, señoda almeja—dice con ternura—. Te pondé en el cubo hasta que apendas a no sali del agua.Va dejando huellas minúsculas y húmedas en la arena mientras recoge caracolas y canta su vers
Soy Naiara, y mientras la brisa cálida del Caribe me acaricia el rostro en mi camino hacia la entrada del hotel Coral Bliss.El sol brilla intensamente desde muy temprano, apenas me había desayunado con un café, pero no puedo quitarme esa sensación de presión que aprieta mi pecho. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?Sabía que planear una boda en mi lugar de residencia y en un destino tan exclusivo sería agotador, pero ahora, con Aziel en mi camino, me pregunto si esto va a ser aún más difícil de lo que imaginaba.La vista del mar, tan azul y serena, me reconforta solo por un segundo. Como si el océano me hablara en silencio, diciéndome que todo estará bien. Pero yo sé que el mundo de las bodas no se rige por la magia del paisaje, sino por la meticulosidad. Todo porque soy una coordinadora de bodas excepcional y la que se casa es mi mejor amiga de la infancia.A unos días del emocionante evento y mi experiencia excepcional, mi paciencia estaba al borde del colapso. Pero no por
La isla irradia paz y armonía, y por fin, después de tantos días de estrés, siento que puedo tomarme un respiro.Todo está en orden y solo falta esperar la hora de inicio de la boda. Hoy, todo está completamente listo, solo quedan algunos ajustes menores en la decoración. Todo está en su lugar… o eso espero.Sin embargo, el destino tiene otros planes.Llego temprano con la esperanza de relajarme un poco antes de la gran noche. En la suite de la novia, me encuentro con Valentina, radiante y llena de energía como siempre.—Nai, ¿te acuerdas de que pedí un favor? Que se aseguraran de que todos los huéspedes estuvieran bien acomodados. ¿Lo confirmaste?Asiento con confianza, pero decido dirigirme a la recepción para revisar los detalles con el gerente. Todo parece en orden hasta que el recepcionista revisa su lista y se muestra confundido.—Lo siento, señorita, parece que hay un pequeño error en el sistema. El huésped... Aziel, ¿verdad? No aparece en nuestra lista de reservas pero si en s
Despierto temprano, como siempre, para aprovechar la tranquilidad de la isla antes del ajetreo del día de la boda. La noche anterior llegué tarde y encontré a Aziel borracho tendido en la cama sin camisa y los zapatos puestos, no tenía caso regañarlo, no era mi asunto, así que me fui a dormir.Ya que es de mañana, la casa está en silencio, y el sonido de las olas del mar llega suavemente a mis oídos. me levanto de la cama, estiro los brazos y me dirijo a la cocina para prepararse un café.A lo lejos, puedo ver a Aziel corriendo por la playa. El amanecer lo baña en una luz dorada mientras él avanza por la orilla, con su camiseta deportiva pegada al cuerpo, mostrando los músculos de su espalda y los brazos. Yo, que lo observo desde la ventana, me siento un poco atrapada en el momento.A pesar de las diferencias, hay algo atractivo en su forma de moverse, algo que me hace olvidar por un momento la incomodidad que había sentido la noche anterior."¿Qué pasa contigo, Naiara?" —me pregunto
Aziel, aún tratando de comprender lo que acaba de pasar, responde con cierto aire de resignación. Parece que es la primera vez que le sucede este suseso—Sí, bueno... la ropa de seda es más cómoda para mi, ¿ok? Me ayuda a estar más fresco, o eso me dijeron. Y tal vez creas que no es para tanto pero… ¿qué hago sin mis cosas? La boda es en la tarde y no quiero defraudar a mi hermano.Viendo la oportunidad de hacer un poco de humor, me acerco de nuevo a la maleta y le doy una palmadita en la espalda.—No te preocupes, Aziel. Aquí tenemos todo lo que necesitas para sobrevivir. En cuanto a la máquina de afeitar, bueno… no soy profesional, pero afeité a mi papá y a mis hermanos por mucho tiempo con una navaja de mano. ¡Te puedo ayudar!Levanto las cejas con picardía, y él me observa con escepticismo. Por un momento parece estar considerando si realmente va a aceptar mi ayuda.—¿De verdad? ¿Tú rasuraste a tu papá y hermanos con algo así sin llevarle medio rostro?Asiento con total naturalida
El sonido del coche apagándose en el porche nos devuelve a la realidad.Aziel frunce ligeramente el ceño antes de girarse hacia la puerta. No dice nada, pero su mandíbula se tensa como si ya supiera quién es.El golpe seco de la puerta del auto cerrándose confirma mis sospechas. Yo me acerco a la puerta y el llega como perro por su casa. Martín Montgomery, impecable como siempre, avanza con paso seguro hacia la entrada. Su traje perfectamente ajustado y la sonrisa fácil en su rostro contrastan con la ligera incomodidad de Aziel.—Hermano, Naiara —saluda Martín, dándole una palmada en el hombro a Aziel. Luego se gira hacia mí con una sonrisa cortés—. Naiara, qué placer verte.—Igualmente, Martín. ¿Sucede algo? ¿porqué estás aquí? Ya casi íbamos a alistarnos para partir al hotel.—No estoy aquí porque quiera —su tono tiene un matiz curioso mientras mira a su hermano—. Pero ya sabes, a veces los planes cambian. Aziel, me enteré en el hotel que pasó algo con tu habitación y por eso te vas