La traición es la peor arma contra amor, es que realmente quien ama no traiciona, por eso Erika Del Pino no podía creer que tras cinco años de feliz matrimonio o eso creyó ella, el hombre que amaba la traicionara de manera miserable y no con cualquier mujer, sino con su hermana, como confiar en un ser capaz de semejante bajeza. Julián Del Pino, no tenía idea porque lo hizo, lo único que sabía es que desde que ella se fue de su lado nada volvió a ser como antes, es que ni siquiera tener el hijo que tanto anheló llenó el vacío de haberla perdido, sin embargo, la vida le estaba dando otra oportunidad y él estaba dispuesto a lograr su perdón, costara lo que costara. Amada esposa ¡Perdóname! Registrada en Safe Creative en fecha 27/02/2023 bajo el número 2302273627181
Leer másJulieth quedó en silencio sin dejar de observarlo, quería hacerse la dura, pero verlo allí, pidiéndole casarse con ella, y haberla sacado de la iglesia era un indicio del profundo amor que sentía, no podía cerrarse a esa verdad, por eso no pudo controlar esa masa de emociones que la invadían.Miró a los ojos de Salomón, y se dio cuenta de que irradiaba no solo esperanza, sino un profundo amor. Su corazón latía con fuerza, luchando contra la confusión y la sorpresa que embargaban su mente, después de momentos de silencio se arrojó sobre él llorando.—Sí, si un millón de veces sí, pero entiendes que después de este momento no habrá vuelta atrás ¿Está claro verdad? —dijo entre sollozos en medio de un beso.—Por supuesto que lo sé, y eso espero, que nuestro amor sea para el resto de nuestras vidas.Julieth sonrió, estaba emocionada ante la respuesta que Salomón le dio. Observó todo a su alrededor, asimilando cada detalle de la cabaña decorada como un improvisado altar de bodas y lo guardó
El murmullo de los presentes era ensordecedor, Julieth sentía su corazón latir con fuerza en su pecho y las lágrimas se intensificaron en su rostro, por un momento se quedó muda, no sabía que hacer ni decir, todo parecía sacado de un sueño. Siempre había esperado escuchar esas palabras de los labios de Salomón, y ahora ahí estaba el hombre que siempre había amado frente a ella, suplicándole que no se casara con otro hombre.Es que si alguien le hubiera dicho que eso pasaría ella no lo habría creído ni en decenas de años, pero vio a Daniel viendo la escena y le dio lástima hacerle eso y humillarlo delante de todo el mundo.—Yo lo siento, Salomón. Pero tu confesión llega demasiado tarde —declaró con firmeza.—¡No es tarde! Aún no te has casado, estás a tiempo de venir conmigo —pronunció Salomón extendiendo la mano hacia ella.—Debiste decirlo antes de estar aquí, porque ahora he tomado mi decisión y voy a casarme hoy.Todos se dieron cuenta cuando Daniel respiro aliviado, como si le hub
“Entonces es verdad, va a casarse”, se dijo mentalmente, mientras no podía contener la angustia que se anidaba en su pecho, no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podía ser que Julieth estuviera a punto de casarse con otro hombre? Él tenía que hacer algo para detener eso, tenía que hablar con ella y hacerle entender… que no podía hacerlo, por qué ella… no podía enamorarse tan deprisa de otro.Sin pensarlo dos veces, Salomón tomó sus cosas, dijo adiós a su familia y se fue directo hacia el lugar donde Julieth vivía. Cuando llegó, ella salió a recibirlo, sin embargo, no quiso que entrara a la casa.—¿Por qué te vas a casar de manera tan repentina? ¿Cuándo lo conociste? ¿Por qué estás tomando esta decisión de manera precipitada? —preguntó sin poder entenderla.Ella alzó la cara y sus miradas se encontraron, él levantó la mano y acarició con suavidad su rostro.—No te cases… no me hagas esto, por favor —le dijo en un tono triste.Julieth suspiró mientras cerraba los ojos, disfruta
Salomón no podía creer lo que escuchaba, el mundo se le venía abajo. Había perdido a Julieth, la persona más importante en su vida. Todo su cuerpo se tensó y la ira comenzó a apoderarse de él.—No puede ser cierto, tú estás mintiendo —dijo con voz entrecortada.Salomón miró fijamente a Julieth, buscando una señal de que todo era solo una mentira. Pero la expresión de ella en su rostro confirmó sus peores temores. El corazón de Salomón se rompió en mil pedazos, y la ira que había sentido momentos antes se convirtió en tristeza, al darse cuenta de que ella había hecho cosas sin contárselas, o eso era lo que pensaba, sin sospechar que la semilla del amor se había instalado hace mucho tiempo en su corazón y era ahora cuando comenzaría a germinar.—Lo siento, Salomón. Julieth es mi prometida y espero que puedas respetar nuestra relación —respondió Daniel con una sonrisa en su rostro.Julieth permaneció en silencio, sin darle ninguna explicación.—¿Por qué? ¿Desde cuándo? —pero ella se mant
Al día siguiente Salomón estaba ansioso, porque ya eran más de las ocho de la mañana y Julieth no lo había llamado, ni en la noche, ni en la mañana, cuando siempre lo hacía de seis a siete, antes algunas veces se había molestado con ella, diciéndole que lo dejara dormir, pero ese día que por primera vez no lo hacía lo tenía de mal humor, confundido.Bajo al comedor y allí estaban sus padres desayunando, lo vieron sentarse serio y con una actitud hostil. —Buen día a todos.—Buen día, ¿Qué te ocurre hijo? ¿Parece que te tragó un ogro? —bromeó su madre.—No me pasa nada, solo amanecí de mal humor.Por un momento Erika y Julián se miraron a los rostros y una leve sonrisa se dibujó en ellos.Salomón estaba tan inquieto que marcó el número de Julieth, después de varios repiques por fin le atendió la llamada.—¿Dónde estabas metida? ¿Por qué no me atendías las llamadas? Tampoco me llamaste a primera hora del día —cada palabra que salía de su boca era un reclamo.Sus padres se dieron cuenta
Salomón frunció el ceño, desconcertado ante las palabras de su amiga, tuvo la impresión de que estaba molesta, pero no entendía sus razones, por un momento se detuvo a pensar que quizás lo había escuchado hablar con sus hermanos, pese a ello, pensaba que no tenía motivo para molestarse, porque realmente ella era su amiga, y para él entre una amiga, una amante y una conquista, una amiga estaba por encima porque aparte de las relaciones familiares, era la única relación duradera que había tenido en la vida y por eso la apreciaba.La vio caminar, subirse al auto y alejarse, y de pronto tuvo un mal presentimiento, uno donde la perdía. Negó con la cabeza.—No pienses en estupideces, Judith siempre será tu mejor amiga y nunca va a apartarse de su lado —pronunció metiéndose las manos en los bolsillos y deshaciendo el camino andado hasta donde estaba su familia.Por su parte, Julieth se fue pensando en lo que acababa de suceder, quizás ella debería dejar de ilusionarse con ese hombre.—Eres u
—¡Eres una tonta Julieth! —exclamó sin detenerse, hasta llegar a la terraza donde habían estado antes—, él jamás se va a enamorar de ti, porque no eres su tipo —se dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.Se quedó mirando hacia el horizonte, con una expresión de desolación en su rostro y el corazón roto, no era la primera vez que se sentía así y quizás no sería la última, porque jamás Salomón se fijaría en ella, simplemente, había amores que no estaban destinados a materializarse y él de ella por ese chico era uno de ellos.—Deberías haberte resignado, y no importarte con quien se acueste —se dijo.Llevaba años enamorada de Salomón, eso a pesar de que él nunca había mostrado ningún interés romántico en ella, sin embargo, ella seguía a su lado, soportando la angustia de verlo con otras mujeres, pero también disfrutando de su amistad.Salomón confiaba plenamente en ella, hablaban de todo, de sus proyectos, algunos los habían puesto a marchar juntos, no dejaba de apoyarlo en
Seis años despuésLuego de seis años de haber vivido en los Estados Unidos, Dayana y Salvador, regresaron a San Andrés, cuando tomaron sus maletas que empezaron a caminar hacia la salida, estaba toda la familia en pleno esperándolos.Apenas verlos comenzaron a aplaudir emocionados, sus cuatro sobrinos, porque tanto Rayito y Lucero, habían tenido un hijo más cada una.Los pequeños corrieron hacia sus tíos abrazándolos, Dayana y Salvador se sintieron abrumados por el amor y la alegría recibida por su familia. Era una sensación que habían olvidado después de tanto tiempo lejos de casa.Más tarde, mientras estaban sentados en la terraza de la casa de la familia, Dayana se acurrucó junto a Salvador y le preguntó en voz baja:—¿Recuerdas las veces que jugábamos aquí? ¡Fue hace tantos años! —Salvador sonrió y asintió.—Por supuesto que lo recuerdo, creo que no hace tanto tiempo —dijo besando su frente.—¿Viste la cantidad de sobrinos que tenemos? Son cuatro, lo que falta es que Salomón, tamb
Lucero se quedó sin palabras al ver a sus padres frente a ella con los mariachis. No podía creer que hubieran venido después de todo lo que había pasado entre ellos. Miró a Santiago, quien le apretó la mano con cariño, dándole el apoyo que necesitaba en ese momento.—¡Vinieron! —exclamó sorprendida sin poder creerlo.—Si mi amor, vinieron —respondió él viendo como a su esposa le brillaban los ojos de la emoción— ¿Quieres bajarte para saludarlos?—¿Tú estás de acuerdo? —preguntó un poco temerosa.—Luce mi vida, no se trata que yo quiera o no, sino de lo que tú deseas, son tus padres y si quieres perdonarlos, te apoyaré en todo lo que quieras hacer, actúa conforme a tu corazón.Santiago la ayudó a bajar, los padres de Lucero se acercaron a ellos, pidiéndoles disculpas.—Hija, sabemos que actuamos mal y por eso hemos venido a pedir tu perdón… nos dejamos cegar por la rabia, por el que dirán. Por favor, perdónanos —dijo su padre con los ojos humedecidos por las lágrimas y con una expresió