Julián se despertó al día siguiente con la mayor resaca de su vida, por completo desorientado, lo último que recordaba era estar bebiendo con su cuñada y un grupo de amigos en el bar del hotel.
Había ido a celebrar su cumpleaños solo con ellos, porque su esposa le había envidado un mensaje diciendo que no podía encontrarse con él porque tenía varios asuntos importantes que atender.
Trató de recordar algo más de lo ocurrido, pero el dolor de cabeza era demasiado terrible, el corazón le latía con fuerza y la boca la tenía seca y áspera.
Abrió los ojos y se encontró en la habitación de un hotel, no lo sorprendió porque seguramente lo había hecho para no ir conduciendo ebrio hasta su casa y así evitar un accidente.
Miró, a su alrededor, extendió la mano y la almohada a su lado estaba hundida indicando que alguien había dormido con él, recorrió la habitación y aunque estaba solo, había ropa de mujer esparcida por todos lados junto con la suya.
Se levantó de un salto y se sintió mareado, se mantuvo un momento quieto, mientras se le pasaba el mareo y tratando de encontrar alguna señal de otra presencia, pero no encontró nada, hasta que escuchó unos ruidos en el baño. Comenzó a sentir que el vacío se apoderaba de él, una sensación de miedo y soledad lo recorrió de pies a cabeza.
Fue entonces cuando vio a Elisa salir de la ducha, su cuñada, tan solo con una toalla rodeando su cuerpo. Ella se veía bella, con sus cabellos esparcidos como cascada y sus ojos brillantes, habría que ser ciego para no darse cuenta de la sexualidad que emanaba la mujer.
Ella se acercó a él, caminando de manera provocadora, tragó grueso antes de preguntar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, con la boca tan seca que apenas le salían las palabras.
La mujer se mantuvo en silencio solo observándolo de pies a cabeza, fue en ese momento que él se dio cuenta de que andaba sin ropa y caminó hacia la cama y se cubrió con una sábana.
—¡Eres un dios griego! Ya no tienes nada que esconder lo he visto todo —dijo la mujer con lascivia.
—Deja la estupidez y responde la pregunta que te hice —respondió de mala manera.
—¿Acaso no recuerdas lo de anoche?
—¿Qué debo recordar?
—Que anoche después que todos se fueron, me invitaste a subir y terminamos en una velada romántica, hicimos el amor durante toda la madrugada —dijo la mujer en un tono triunfal.
El rostro de Julián palideció.
—Eso no puede ser verdad, yo no sería capaz de serle infiel a Erika y menos contigo —dijo el hombre poniendo distancia entre ellos.
—Pues no es que seas un santo, siempre te gusta que las mujeres te codicien y te admiren… y bueno si, para que veas que te atreviste a serle infiel a la idiota de mi hermana, y ya era hora… ¿Hasta cuando vas a seguir viviendo con una mujer que no puede darte un hijo? —expresó la mujer de forma despectiva.
Julián se molestó y comenzó a recoger su ropa.
—Mi vida con tu hermana y nuestros asuntos no es problema tuyo… y deberías tenerle respeto a la mujer que te lo ha dado todo, ha sido casi como una madre para ti —habló el hombre con molestia.
Elisa lo miró por un momento, con una expresión de burla en su rostro.
—Pero no lo es, y tú deberías divorciarte de ella, para casarte conmigo ¿No te preocupa lo que dirá la opinión pública si se entera de que el gran Julián Del pino se acostó con su cuñada aprovechándose de una ingenua jovencita de tan solo un poco más de veinte años?
El hombre apretó los puños a un lado de su cuerpo, no sabía que diablo había pasado, intentó recordar los detalles, pero todo estaba borroso. No podía recordar nada.
Elisa suspiró profundamente.
—Tal vez es mejor que no lo recuerdes. Pero tienes que saber una cosa: anoche tomaste una decisión y me hiciste el amor como nunca y si ves en la cama, está la prueba de que era virgen.
El hombre giró la vista y vio la mancha de sangre en la cama, su rostro palideció.
—¡No sé qué diablos pasó aquí! —dijo en tono nervioso—, porque no recuerdo nada Elisa, pero te voy a decir algo, jamás voy a divorciarme de Erika, la mujer que amo para casarme contigo, ¡Eso ni lo sueñes! Y ni se te ocurra decirle nada a ella porque puedes sacar lo peor de mí —le dijo tomándola con fuerza por el mentón—, no solo yo tomé una decisión, anoche como dices, sino también tú y fue acostarte con un hombre casado a quien no le importas, creyendo que lo dejaría todo por ti.
Julián se sentía como si toda la energía hubiera abandonado su cuerpo, mientras trataba de recordar “¿Qué decisión tomé anoche? ¿Por qué lo hice? ¿Qué había pasado?” se decía, él sabía que el miedo lo estaba paralizando, pero no podía evitarlo. No podía evitar sentirse de esa manera.
Reunió todo el coraje y salió de esa habitación, del hotel, pero cada paso que daba era como si estuviera caminando hacia el desconocimiento. Todo estaba en sombras y nada parecía tener sentido.
Julián trató una vez más de detener el miedo que lo invadía. Tenía que recordar. Tenía que recuperar su memoria. Cerró los ojos y se obligó a pensar.
Salió a su oficina, mientras iba camino al trabajo llamó a su esposa, el teléfono le enviaba directamente a buzón.
“Mi amor, siento mucho no haber llegado a casa” hizo una pequeña pausa “Me quedé celebrando con los muchachos mi cumpleaños y me quedé durmiendo en el hotel porque se me hizo tarde, espero esta noche compensarte”.
Una vez que cortó la llamada golpeó con fuerza el volante.
—¡Maldit4 seas Julián! ¿Cómo pudiste llegar tan lejos? ¿Cómo fuiste capaz de serle infiel a tu esposa? —se dijo por completo desbastado, sentía un profundo dolor en su pecho— ¿Cómo voy a ver a Erika a la cara después de esto?
Julián llegó a su oficina y se terminó duchando en la habitación que tenía allí, se quitó la ropa y la tiró a la basura, no quería ningún recuerdo de ese maldit0 día. Se meció los cabellos, desesperado, sabía que no iba a poder ocultarle la verdad a Erika, porque él siempre le contaba todo lo que hacía y ella tenía la capacidad de hacerlo confesar con su sola mirada.
Salió de la habitación y vio la foto de su esposa, salían los dos, ella sonriente, felices, acarició la imagen con la punta de sus dedos.
—Lo siento mi amor, te juro que no quería hacer eso… nunca me creí capaz de serte infiel.
En ese momento, unos golpes en la puerta se escucharon.
—¡Adelante!
Vio a su asistente entrar, su expresión era sombría.
—¿Qué ocurre Brendan?
—Señor, es que un oficial de policía está esperando fuera para hablar con usted.
Al escuchar las palabras de la mujer, una sensación de miedo lo recorrió.
—Por favor, pase —dijo.
Enseguida entró, Julián miró al hombre de uniforme con cautela.
El oficial se mantenía inmóvil, con los brazos cruzados y la mirada al frente. Sus facciones eran asépticas y ni una expresión se dibujó en su rostro.
Julián se aclaró la voz.
—Tome asiento ¿De qué departamento de policía es? —el hombre hizo una pequeña pausa aclarándose la garganta y luego respondió.
—Soy de la policía de tránsito.
—Usted dirá ¿Para qué soy bueno?
—Estoy aquí para hablar con usted.
Julián frunció el ceño.
—¿De qué se trata?
—Lamento informarle que su esposa Erika, anoche, tuvo un accidente de tránsito y es muy probable que haya muerto.
Las palabras eran como un martillazo en la cabeza de Julián, los pensamientos se apilaban en su cabeza mientras la noticia se hacía presente, y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
—¡No! ¡Eso no puede ser cierto! —exclamó mientras sentía como si un gigante tomara su corazón y lo apretara con fuerza para destruirlo.
«El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida». Oscar Wilde.
Julián tenía la sensación de que eso era irreal, tragó para tratar de quitar ese nudo que le obstruía la garganta. —¿Cómo está ella? ¿Está bien? ¿Dónde fue? —Julián preguntó con voz temblorosa.—Se produjo un accidente automovilístico en la carretera hacia la cordillera —. El oficial habló en tono frío, lo miraba con desprecio, pero Julián estaba tan sumido en su dolor que no se dio cuenta—. Su coche se fue por la montaña y explotó al llegar abajo. No hay rastros de la señora, lo más probable es que haya fallecido, aunque aún continúan las labores de búsqueda.Un accidente. Julián se quedó anonadado, no podía entender qué había ocurrido. —¿Cómo es posible?—Todo indica que perdió el control del volante, al parecer alguien cortó los frenos de su vehículo —dijo el hombre mirándolo fijamente de manera acusatoria.—¡Eso no puede ser verdad! ¿Quién se atrevería a hacerle algo así? Erika no tenía enemigos.—Pues al parecer los tenía… dígame ¿Dónde estaba usted anoche a la hora del acciden
Cinco años despuésCinco años, habían pasado desde el trágico accidente que cambió su vida. Durante todo ese tiempo él había tratado de evadir el casamiento con Elisa, buscando cualquier cantidad de argumentos para no hacerlo, como indicarle que su esposa aún vivía porque su cuerpo no había aparecido. Sin embargo, dos meses atrás se venció el lapso y su amada esposa fue declarada por muerta y ese día era el día en que debía unir su vida a la madre de su hija.Se tomó el vaso de whisky de un solo trago, no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Hizo una mueca de disgusto, porque por más intentos de evadir ese matrimonio, su madre y Elisa insistieron tanto que allí estaba a punto de cometer el peor error de su vida.Tomo la fotografía que estaba en su escritorio, dónde salía con Erika, los dos salían sonriente, y la acarició con suavidad, su madre había tratado de quitar las fotografías y cuadros de ella, pero se había negado de manera rotunda, jamás en esas paredes estaría un cua
La mujer caminaba con una seguridad en sí misma que podría sentirse a kilómetros de distancia. Su cabello rubio brillante, enmarcaba su rostro ovalado, era una señal de su naturaleza estoica y serena. Sus ojos, de un suave tono de verde, mostraban la profundidad de su espíritu, una mirada que contenía historias eternas y amores perdidos. Su piel tenía el color de la luna creciente y su sonrisa, el brillo del sol. Cuando se acercó retirar su equipaje, los niños la siguieron obedientes. Ambos eran iguales, desde su cabello castaño oscuro hasta sus ojos, color chocolate fundido, no tenían ningún parecido con ella, eran una copia exacta de su padre biológico. Llevaban la ropa de un color liso, negro, sin ningún adorno. Ni un solo detalle para destacar sus apariencias. La mujer caminó con pasos decididos, con sus hijos a cada lado, los tres serios, como si no les importara el resto del mundo, cuando se estaba acercando a la puerta, un hombre salió a su encuentro, cuando lo vio su expre
El chofer salió del vehículo para inspeccionar qué había pasado y Julián casi al mismo tiempo lo siguió.Al llegar, pudieron ver como el coche había chocado con otro vehículo que iba por la carretera. El conductor del otro auto estaba desconcertado y luego cambió su actitud a enojo al verlo, pero gracias a Dios nadie se había lesionado. Aunque Julián hizo amago de ver al interior del auto, como los vidrios estaban tintados no pudo ver nada.—Señor, tenemos prisa, puede pasar por el edificio Del Pino mañana y buscar la oficina del CEO, le pagaré los gastos —dijo Julián con amabilidad.Mientras en el asiento detrás del auto Erika observaba la escena con una mezcla de sorpresa y curiosidad.—Mamita ¿Quién es ese señor? Se ve muy elegante, ¿Lo conoces? —interrogó Santiago y Erika respondió apretando la mandíbula en una línea fina.—No, no lo conozco —tocó el brazo de Aníbal y le pidió un favor—. Dile a tu chofer que lo retrase.El hombre la miró sin entender.—No ganamos nada con eso.—C
Aníbal vio el enojo en el rostro de Erika. Estaba por completo transformada mientras en su expresión se dibujaba un gesto despectivo. No sabía qué esperaba hacer, pero era evidente que se estaba controlando para no salir a enfrentar al hombre, sin embargo, como vio que no se movía, decidió preguntárselo.—¿Qué piensas hacer? ¿Vas a bajarte a impedir la boda de tu exesposo con tu hermana?Erika negó con la cabeza lentamente, transformando su expresión en una sonrisa.—No, no haré eso. Después de todo Julián y yo seguimos casados, por eso este matrimonio no es válido. Sin embargo, sirve a mis planes perfectamente, porque en un par de días estará la policía deteniéndolo por bígamo.Aníbal asintió con la cabeza, entendiendo el mensaje.—Lo sé. ¿Y ahora nos vamos? De todas maneras desde aquí no podrás verlos cuando se casen.Ella se quedó en silencio, viendo la escena que se desarrollaba ante sus ojos, Julián abrió la puerta del chofer y le extendió la mano a Elisa, esta lo vio por unos se
Cuando estuvieron en el interior de la iglesia, el clérigo comenzó la ceremonia, se dirigió a los presentes, presentando en primer lugar a la pareja que estaba allí para unir sus vidas. Los dos novios se sostenían de la mano, a pesar de que Julián deseaba liberarse del agarre, su mirada se perdió en el suelo, sus manos estaban heladas y su corazón palpitaba fuerte. Entretanto, Elisa sonreía feliz, pensando que su esfuerzo había valido la pena, al fin estaría unida a él, al hombre que había deseado desde la primera vez que lo vio. Por su parte, el sacerdote comenzó a leer el discurso de boda. La ceremonia era profunda, los presentes escuchaban el mensaje que el clérigo entregaba a la pareja. —Hoy se unen aquí dos corazones. Aquí están Elisa Valles y Julián Del Pino, dos seres que hoy deciden unirse para siempre. Deben saber que entienden como dones divinos el amor y el matrimonio. Ambos deben recordar que el verdadero amor significa respeto, comprensión y confianza. Mientras el Pad
—Hermano, creo que lo mejor es colocar varios objetos y cubrirlos con una sábana como si nosotros estuviéramos allí durmiendo —propuso Santiago—, de esa manera si nuestra madre viene a ver si estamos durmiendo, no se dará cuenta de que hemos escapado, si no que sus angelitos están donde ella cree que deben estar.—Me parece una idea genial —respondió Salva orgulloso de su gemelo.—Me gustaría llevarme el mérito, pero realmente lo vi en una película —respondió Santi con humildad.Enseguida los dos terminaron de colocar ropa y cojines y lo cubrieron con una sábana.—¡Genial! —exclamó Salva.—Vamos a nuestra tarea —dijo el más pequeño.—Antes de marcharnos y escapar de casa para irnos a encontrar con nuestro padre, vamos a ir a la habitación de nuestra madre, para estar seguros de que se ha quedado dormida. Así lo hicieron, pero cuando se asomaron la cama está vacía.—¿Dónde está? ¿Acaso salió? —interrogó Santiago.—A lo mejor está en el despacho o si salió nos ha dejado con la niñera —
Julián besó a la mujer con desesperación tratando de buscar en ella a Erika, no sabía si era su mente que le jugaba una mala pasada, pero le sabia y la sentía como ella, si era su imaginación o un sueño se negaba a que eso terminara.La tomó entre sus brazos, mientras ella permanecía estática, la sacó de allí para llevarla a la suite que tenía en ese hotel, el lugar donde escapaba de vez en cuando de todo. Cuando llegó a la habitación comenzó a desnudarla, se desnudó él, pero antes se colocó un preservativo, mientras no dejaba de llamarla con palabras cariñosas, "Mi Erika" "Mi adorado corazón" “Amor, te he extrañado tanto”, en su mente estaba convencido que la mujer en sus brazos era su esposa, a la única mujer que había amado y seguía amando.No se dio cuenta que mientras salía del bar restaurante varios periodistas y personas le habían tomado fotografías para publicar en los medios y en las redes sociales.Una parte de Julián, trataba de decirle que no podía ser Erika porque ella ya