El murmullo de los presentes era ensordecedor, Julieth sentía su corazón latir con fuerza en su pecho y las lágrimas se intensificaron en su rostro, por un momento se quedó muda, no sabía que hacer ni decir, todo parecía sacado de un sueño. Siempre había esperado escuchar esas palabras de los labios de Salomón, y ahora ahí estaba el hombre que siempre había amado frente a ella, suplicándole que no se casara con otro hombre.Es que si alguien le hubiera dicho que eso pasaría ella no lo habría creído ni en decenas de años, pero vio a Daniel viendo la escena y le dio lástima hacerle eso y humillarlo delante de todo el mundo.—Yo lo siento, Salomón. Pero tu confesión llega demasiado tarde —declaró con firmeza.—¡No es tarde! Aún no te has casado, estás a tiempo de venir conmigo —pronunció Salomón extendiendo la mano hacia ella.—Debiste decirlo antes de estar aquí, porque ahora he tomado mi decisión y voy a casarme hoy.Todos se dieron cuenta cuando Daniel respiro aliviado, como si le hub
Julieth quedó en silencio sin dejar de observarlo, quería hacerse la dura, pero verlo allí, pidiéndole casarse con ella, y haberla sacado de la iglesia era un indicio del profundo amor que sentía, no podía cerrarse a esa verdad, por eso no pudo controlar esa masa de emociones que la invadían.Miró a los ojos de Salomón, y se dio cuenta de que irradiaba no solo esperanza, sino un profundo amor. Su corazón latía con fuerza, luchando contra la confusión y la sorpresa que embargaban su mente, después de momentos de silencio se arrojó sobre él llorando.—Sí, si un millón de veces sí, pero entiendes que después de este momento no habrá vuelta atrás ¿Está claro verdad? —dijo entre sollozos en medio de un beso.—Por supuesto que lo sé, y eso espero, que nuestro amor sea para el resto de nuestras vidas.Julieth sonrió, estaba emocionada ante la respuesta que Salomón le dio. Observó todo a su alrededor, asimilando cada detalle de la cabaña decorada como un improvisado altar de bodas y lo guardó
—Señora Del Pino, está usted embarazada —expresó el doctor y Erika pasó en un minuto por diferentes expresiones, primero, sorpresa y luego una explosión de alegría. —Pellízqueme doctor, necesito saber que esto es real — dijo Erika emocionada ante la noticia del médico. —Sin necesidad de hacer aún el eco, puedo decirle que es real, la prueba lo confirma y por la fecha que dice que tuvo su última regla, tiene usted un embarazo de ocho semanas… más bien me pregunto cómo fue que usted no se dio cuenta antes. —Es que siempre he sido irregular y aunque me hice unas pruebas caseras, no quería ilusionarme hasta estar segura. ¿Sabe lo feliz que me siento? Después de cinco años de matrimonio, por fin voy a darle a mi esposo el hijo que tanto ansía. —Sí, me imagino que su esposo, el señor Del Pino, estará feliz. —Sí, tomaré esta prueba y la colocaré en un sobre que voy a colorear y decorar de mi propia mano para dársela de regalo de cumpleaños, es hoy. Estará feliz. —Si quiere a eso, puede
Erika salió de allí sintiendo la sensación más dolorosa del mundo. Nunca creyó ser traicionada por el hombre que amaba y menos por su propia hermana. Se dio cuenta de que toda su vida había sido una farsa, sus palabras de amor, sus noches de pasión, sus atenciones, sus sonrisas, todo era mentira, no podía creer cómo fue capaz de fingir de manera perfecta, era el mejor actor en esa comedia, porque ella le creyó todo.Lo peor de ese golpe, es la sorpresa cómo llega porque jamás lo sospechó.Se subió al auto y apretó el volante hasta que los nudillos de las manos se le pusieron blanco, en ese momento entendía la frase “Ser atravesada por un rayo”, porque de esa manera se sentía, como si alguien hubiera lanzado sobre no un rayo, si no una espada filosa atravesando todo su cuerpo.No pudo evitar las lágrimas mientras sonoros gemidos salían de sus labios. Arrancó el auto y sincronizó la radio al ritmo de “El último adiós” de paulina Rubio. Preguntándose a ¿Dónde podía ir ahora? ¿Qué haría?
Julián se despertó al día siguiente con la mayor resaca de su vida, por completo desorientado, lo último que recordaba era estar bebiendo con su cuñada y un grupo de amigos en el bar del hotel.Había ido a celebrar su cumpleaños solo con ellos, porque su esposa le había envidado un mensaje diciendo que no podía encontrarse con él porque tenía varios asuntos importantes que atender.Trató de recordar algo más de lo ocurrido, pero el dolor de cabeza era demasiado terrible, el corazón le latía con fuerza y la boca la tenía seca y áspera.Abrió los ojos y se encontró en la habitación de un hotel, no lo sorprendió porque seguramente lo había hecho para no ir conduciendo ebrio hasta su casa y así evitar un accidente.Miró, a su alrededor, extendió la mano y la almohada a su lado estaba hundida indicando que alguien había dormido con él, recorrió la habitación y aunque estaba solo, había ropa de mujer esparcida por todos lados junto con la suya.Se levantó de un salto y se sintió mareado, se
Julián tenía la sensación de que eso era irreal, tragó para tratar de quitar ese nudo que le obstruía la garganta. —¿Cómo está ella? ¿Está bien? ¿Dónde fue? —Julián preguntó con voz temblorosa.—Se produjo un accidente automovilístico en la carretera hacia la cordillera —. El oficial habló en tono frío, lo miraba con desprecio, pero Julián estaba tan sumido en su dolor que no se dio cuenta—. Su coche se fue por la montaña y explotó al llegar abajo. No hay rastros de la señora, lo más probable es que haya fallecido, aunque aún continúan las labores de búsqueda.Un accidente. Julián se quedó anonadado, no podía entender qué había ocurrido. —¿Cómo es posible?—Todo indica que perdió el control del volante, al parecer alguien cortó los frenos de su vehículo —dijo el hombre mirándolo fijamente de manera acusatoria.—¡Eso no puede ser verdad! ¿Quién se atrevería a hacerle algo así? Erika no tenía enemigos.—Pues al parecer los tenía… dígame ¿Dónde estaba usted anoche a la hora del acciden
Cinco años despuésCinco años, habían pasado desde el trágico accidente que cambió su vida. Durante todo ese tiempo él había tratado de evadir el casamiento con Elisa, buscando cualquier cantidad de argumentos para no hacerlo, como indicarle que su esposa aún vivía porque su cuerpo no había aparecido. Sin embargo, dos meses atrás se venció el lapso y su amada esposa fue declarada por muerta y ese día era el día en que debía unir su vida a la madre de su hija.Se tomó el vaso de whisky de un solo trago, no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Hizo una mueca de disgusto, porque por más intentos de evadir ese matrimonio, su madre y Elisa insistieron tanto que allí estaba a punto de cometer el peor error de su vida.Tomo la fotografía que estaba en su escritorio, dónde salía con Erika, los dos salían sonriente, y la acarició con suavidad, su madre había tratado de quitar las fotografías y cuadros de ella, pero se había negado de manera rotunda, jamás en esas paredes estaría un cua
La mujer caminaba con una seguridad en sí misma que podría sentirse a kilómetros de distancia. Su cabello rubio brillante, enmarcaba su rostro ovalado, era una señal de su naturaleza estoica y serena. Sus ojos, de un suave tono de verde, mostraban la profundidad de su espíritu, una mirada que contenía historias eternas y amores perdidos. Su piel tenía el color de la luna creciente y su sonrisa, el brillo del sol. Cuando se acercó retirar su equipaje, los niños la siguieron obedientes. Ambos eran iguales, desde su cabello castaño oscuro hasta sus ojos, color chocolate fundido, no tenían ningún parecido con ella, eran una copia exacta de su padre biológico. Llevaban la ropa de un color liso, negro, sin ningún adorno. Ni un solo detalle para destacar sus apariencias. La mujer caminó con pasos decididos, con sus hijos a cada lado, los tres serios, como si no les importara el resto del mundo, cuando se estaba acercando a la puerta, un hombre salió a su encuentro, cuando lo vio su expre