Hola, este capítulo me robó algunas lágrimas. Espero que disfruten de él. Nos vemos mañana.
Estuve a punto de perderla a ella también. Los minutos que viví en el quirófano, mientras trataba de salvar su vida, fueron los peores y más terribles en mi vasta experiencia como médico. Ella estaba bien, pero de un momento a otro, todo se vino a pique. ¡Mierda! Sigo temblando de pies a cabeza. ―Fue un excelente trabajo, doctor. Me indica mi colega, sacándome de mis pensamientos. Me quito los guantes y los arrojo en el cesto de la basura. ―Por poco los pierdo. Es mi única respuesta. Un tono lúgubre y carente de emoción. ―¿A cuántos médicos conoces que hayan salvado la vida de una paciente después de haber sido decretada muerta durante cuatro minutos? Escucharlo lo hace mucho más real. Los latidos de mi corazón vuelven a dispararse convulsos. Mi sangre se heló cuando escuché el pitido plano y continuo en el monitor de signos vitales y, poco después, la fatídica frase: “la perdimos, doctor”. ―Estoy más que seguro que se trató de un milagro que de mis habilidades como médico. Inh
El día ha sido bastante agotador, observo el reloj por enésima vez, creo que no voy a poder llegar a tiempo.―¿Qué te parece si nos vamos a tomar unos tragos en el bar de la esquina? ―sugiere mi colega mientras me cambio de ropa―. Este ha sido uno de los peores días de mi vida, perder a un paciente es algo que nos afecta, queramos o no.Lamento tener que rechazarlo, pero hoy es un día muy importante para mi mujer y para mí.―Lo siento Scott, pero estoy comprometido con mi esposa ―recojo la cartera del casillero y la guardo en el bolsillo de la chaqueta―. Hoy es una fecha especial para los dos.Bufa, resignado.―Yo puedo acompañarte si no tienes ningún inconveniente ―se ofrece Milena, al llegar. Se acerca a nosotros y nos saluda con un beso―, necesito borrar mi mente a punta de licor ―se quita la bata y la cuelga en el perchero―. Estás cuarenta y ocho horas de servicio han sido jodidamente agotadoras.Sonrío al escuchar el taco que acaba de soltar. Los tres estudiamos juntos y, desde j
Respiro profundo. Los latidos de mi corazón no han querido detenerse desde que pisé el consultorio. ¿Qué puede pasar si alguien se entera de lo que hice? No, nadie más sabe de lo que fui capaz y nunca podrán enterarse.―Debes calmarte, Cynthia, te veo muy nerviosa.Por supuesto que lo estoy. Si alguien me descubre podrían quitármelo todo y, en el peor de los casos, iría a parar a la cárcel, entonces, todos mis planes quedarían arruinados.―No es nada, Maura, es que estoy ansiosa por saberlo.Me mira de una manera que me pone mucho más inquieta de lo que estoy. Su expresión no me permite saber si son buenas o malas noticias las que está por decirme.―Aquí tengo los resultados de las pruebas, pero necesito que te controles antes de que te lo diga.Cierro los ojos, aspiro una profunda bocada de aire y me animo a mí misma a tranquilizarme.>―¿Cynthia, sigues aquí?Abro
Un mes despuésDesde aquella noche en que me vi obligada a salir del edificio en el que viví desde que me casé con Jeffrey, mi mundo se vino abajo. Pude conocer la verdadera identidad del hombre que se convirtió en mi marido.No bastando con el hecho de que se deshizo de mí sin darme ninguna explicación, cortó todo mi financiamiento. Las tarjetas y cuentas bancarias fueron congeladas y bloqueadas, mi auto confiscado, al igual que me prohibió la entrada al edificio donde vivíamos juntos y a cualquiera de las instalaciones que fueran de su pertenencia. Se había ensañado contra mí de la manera más cruel y despiadada.Respiro profundo, antes de entrar al edificio de la firma de abogados que fue contratada para llevar a cabo nuestro divorcio. Una de las más importantes y reconocidas del país. Sí, poco después de que me echara de su apartamento como si fuera basura, me llegó la notificación en la que se anunciaba el inicio de los trámites de nuestra separación definitiva. Aquella noticia me
El día parece estar en mi contra, el cielo se ha puesto oscuro de un momento a otro. Apresuro mis pasos para evitar que la tormenta me sorprenda antes de llegar a mi trabajo. El semáforo cambia de amarillo a rojo, antes de que pueda cruzar la calle. Miro hacia el cielo y parece que las nubes se han estacionado a propósito sobre mi cabeza. Desde que hice lo que hice, todo me sale mal. Respiro profundo y apoyo la palma de mi mano sobre mi vientre.―Tú eres lo único bueno que me quedó de todo esto, bebé.Sonrío feliz y agradecida, tengo suficientes motivos para seguir adelante, para luchar por el porvenir de mi pequeño inocente.Las primeras gotas comienzan a caer y el maligno artilugio, sigue sin cambiar de color. La lluvia arrecia y el chaparrón se me viene encima. Ni siquiera llevo impermeable ni un paraguas para protegerme del implacable aguacero. Chasqueo la lengua y suelto un taco bien gordo, uno del tamaño de la Vía Láctea. Todo por culpa de ese maldito despertador que no quiso so
Despierto agitado y me incorporo sobre la cama. ¿Dónde estoy? Me llevo la mano a la cabeza al sentir el intenso dolor que me atraviesa el cráneo y me hace estremecer. ―¡Hijo, gracias a Dios que despiertas! ¿Mamá? ¿Qué hace ella aquí? ―Álvaro nos avisó casi de inmediato ―giro la cara y encuentro a mi padre parado del otro lado de la cama―. ¿Estás satisfecho con las consecuencias que tus decisiones han traído? ¡Maldit4 sea! ¿Cómo me encontraron? ―¿Me estuviste vigilando? ¡Por supuesto que lo hizo! Mantengo controlado el tono de mi voz. ―¿Crees que perdería de vista a mi único hijo? Respiro profundo, no quiero iniciar una nueva discusión, sobre todo, cuando siento que la cabeza va a estallarme. ―Soy bastante mayorcito como para encargarme de mí mismo, papá ―hago la sábana a un lado y saco los pies de la cama―. ¿Por qué insistes en controlarme? No puedo creer que después de tanto tiempo, papá no haya cambiado. Corté mis relaciones con él desde el mismo momento en que desprecio a
Sabía que tarde o temprano perdería mi trabajo, pero no esperaba que sucediera en un momento tan complicado para mi vida como este. Inhalo profundo y trato de ralentizar los ingentes latidos de mi corazón. Debo pensar en mi bebé; las preocupaciones y el estrés le pueden hacer mucho daño. Llevo la mano a mi vientre y lo acaricio con gesto tierno. Es todo lo que me queda en la vida; ahora solo somos nosotros dos. Mis constantes retrasos a la hora de llegada me empujaron a la lamentable situación. Hice lo que pude para mantenerlo, pero los trasnochos provocados por el exigente trabajo que estoy haciendo durante las noches, me dejaba poco margen para descansar y dormir lo suficiente. Levanto la cara y observo los alrededores. Las cosas ahora se ven muy diferentes a como se veían cuando mi vida era perfecta. Bueno, cuando pensaba que lo era. Suelto un bufido de arrepentimiento. No entiendo por qué razón, no fui capaz de darme cuenta de que el amor que ese hombre dijo sentir por mí, era fi
Respiro profundo y aprieto los dedos de mis manos alrededor del volante. Los latidos de mi corazón se aceleran, lo mismo que mi respiración; a medida que me acerco a los predios de la mansión que habité junto a la única mujer a la que he amado en toda mi vida. ―Esta fue una decisión equivocada ―murmullo para mí mismo al estacionarme frente a la gran verja que da acceso a la residencia. Apoyo la frente en el volante y maldigo por lo bajo―. ¿En qué demonios estaba pensando? Llevo mi mano temblorosa a la palanca de cambios y pongo el retroceso. No puedo hacer esto. Los recuerdos son demasiados dolorosos y aún no estoy listo para enfrentarme a ellos. Meto el pie en el acelerador y retrocedo algunos metros, sin embargo, un murmullo proveniente desde el asiento trasero acaba con mis planes de escape. ―¡No me hagas daño! Por un instante pienso que me está hablando, pero pronto me doy cuenta de que está delirando. ―Tú mismo te lo buscaste, imbécil ―me recrimino a mí mismo―, ¿En qué estaba