Nos vemos mañana con otro capítulo.
Me quedo esperando su respuesta, no sé por qué, pero presiento que mi futuro tiene que ver mucho con ella. ―Lo siento, Sergio, no hemos encontrado nada que nos conduzca hasta ella ―bufo desilusionado por no obtener una respuesta afirmativa―. Seguimos su rastro a través de las cámaras de los distintos lugares por los que el objetivo se movilizó, no obstante, hay un sector en el que se pierde la pista debido a que en el área en cuestión no hay ningún sistema en funcionamiento que nos permita continuar con la búsqueda. Me llevo los dedos a la frente y froto sobre a piel en señal de impotencia. ―Mantenme informado, Ridley, busca debajo de las malditas piedras o usa sabuesos de ser necesarios para dar con ella ―le exijo, desesperado―. Ella está sola y no cuenta con nadie más que conmigo. Pienso en Cynthia y en los peligros inesperados que debe estar enfrentando. Tiemblo de pies a cabeza al recordar lo indefensa que se veía cuando desperté y la vi tan asustada por lo que había sucedido e
Todo sucede en fracción de segundos. Me acerco a la camilla y comienzo a soltar órdenes a mi personal a diestra y siniestra. Tengo el corazón acelerado y los nervios enloquecidos. Sin embargo, pongo todos mis esfuerzos para retomar el control de la situación. ―¿Qué sucedió? Rompo todos los protocolos, puesto que no estoy en servicio ni estoy listo para atender una emergencia de este calibre. No obstante, al tratarse de ella me importa una m****a lo que sea apropiado o no bajo las actuales circunstancias, sobre todo, teniendo en cuenta de que dispongo de un personal altamente capacitado para realizar el trabajo con indiscutible profesionalismo. Sin embargo, hay algo dentro de mí que estimula la vena posesiva de un ser territorial y egoísta, cuyo instinto lo empuja a mantener a todo el mundo fuera de su campo de acción y, expulsar con un gruñido inamistoso, a cualquiera que esté cerca e intente poner sus manos sobre esta mujer. Desde este momento, su vida es de mi entera responsabilida
Siento el impacto en mi pecho. Ha sido tan rápido que ni siquiera me da tiempo de reaccionar. De repente, me siento confusa y desorientada. ¿Qué sucedió? Sé que algo me ha pegado, sin embargo, no hay dolor. El mundo a mi alrededor parece moverse a una velocidad diferente. Es como si todo sucediera en cámara lenta. Giro la cara y busco al Capo, pero no lo veo por ninguna parte. ¿A dónde fue? Hay gente corriendo, hombres peleando y gritos que no puedo escuchar, sin embargo, puedo sentir que algo líquido y caliente se desliza en el lado izquierdo de mi pecho. Bajo la mirada y noto con horror la mancha roja propagándose por mi vestido. ¿Es esto sangre? Elevo la mano y toco con mi dedo índice, el pequeño orificio situado justo en medio del círculo rojizo y froto mis dedos para palpar la sustancia viscosa. Entrecierro mis ojos. ¿Qué es esto? Preocupada, vuelvo a elevar la mirada y, para mi mayor sorpresa, ya no estoy en la habitación. ¿Cómo llegué a este lugar? La brisa fresca golpea contr
Estuve a punto de perderla a ella también. Los minutos que viví en el quirófano, mientras trataba de salvar su vida, fueron los peores y más terribles en mi vasta experiencia como médico. Ella estaba bien, pero de un momento a otro, todo se vino a pique. ¡Mierda! Sigo temblando de pies a cabeza. ―Fue un excelente trabajo, doctor. Me indica mi colega, sacándome de mis pensamientos. Me quito los guantes y los arrojo en el cesto de la basura. ―Por poco los pierdo. Es mi única respuesta. Un tono lúgubre y carente de emoción. ―¿A cuántos médicos conoces que hayan salvado la vida de una paciente después de haber sido decretada muerta durante cuatro minutos? Escucharlo lo hace mucho más real. Los latidos de mi corazón vuelven a dispararse convulsos. Mi sangre se heló cuando escuché el pitido plano y continuo en el monitor de signos vitales y, poco después, la fatídica frase: “la perdimos, doctor”. ―Estoy más que seguro que se trató de un milagro que de mis habilidades como médico. Inh
El día ha sido bastante agotador, observo el reloj por enésima vez, creo que no voy a poder llegar a tiempo.―¿Qué te parece si nos vamos a tomar unos tragos en el bar de la esquina? ―sugiere mi colega mientras me cambio de ropa―. Este ha sido uno de los peores días de mi vida, perder a un paciente es algo que nos afecta, queramos o no.Lamento tener que rechazarlo, pero hoy es un día muy importante para mi mujer y para mí.―Lo siento Scott, pero estoy comprometido con mi esposa ―recojo la cartera del casillero y la guardo en el bolsillo de la chaqueta―. Hoy es una fecha especial para los dos.Bufa, resignado.―Yo puedo acompañarte si no tienes ningún inconveniente ―se ofrece Milena, al llegar. Se acerca a nosotros y nos saluda con un beso―, necesito borrar mi mente a punta de licor ―se quita la bata y la cuelga en el perchero―. Estás cuarenta y ocho horas de servicio han sido jodidamente agotadoras.Sonrío al escuchar el taco que acaba de soltar. Los tres estudiamos juntos y, desde j
Respiro profundo. Los latidos de mi corazón no han querido detenerse desde que pisé el consultorio. ¿Qué puede pasar si alguien se entera de lo que hice? No, nadie más sabe de lo que fui capaz y nunca podrán enterarse.―Debes calmarte, Cynthia, te veo muy nerviosa.Por supuesto que lo estoy. Si alguien me descubre podrían quitármelo todo y, en el peor de los casos, iría a parar a la cárcel, entonces, todos mis planes quedarían arruinados.―No es nada, Maura, es que estoy ansiosa por saberlo.Me mira de una manera que me pone mucho más inquieta de lo que estoy. Su expresión no me permite saber si son buenas o malas noticias las que está por decirme.―Aquí tengo los resultados de las pruebas, pero necesito que te controles antes de que te lo diga.Cierro los ojos, aspiro una profunda bocada de aire y me animo a mí misma a tranquilizarme.>―¿Cynthia, sigues aquí?Abro
Un mes despuésDesde aquella noche en que me vi obligada a salir del edificio en el que viví desde que me casé con Jeffrey, mi mundo se vino abajo. Pude conocer la verdadera identidad del hombre que se convirtió en mi marido.No bastando con el hecho de que se deshizo de mí sin darme ninguna explicación, cortó todo mi financiamiento. Las tarjetas y cuentas bancarias fueron congeladas y bloqueadas, mi auto confiscado, al igual que me prohibió la entrada al edificio donde vivíamos juntos y a cualquiera de las instalaciones que fueran de su pertenencia. Se había ensañado contra mí de la manera más cruel y despiadada.Respiro profundo, antes de entrar al edificio de la firma de abogados que fue contratada para llevar a cabo nuestro divorcio. Una de las más importantes y reconocidas del país. Sí, poco después de que me echara de su apartamento como si fuera basura, me llegó la notificación en la que se anunciaba el inicio de los trámites de nuestra separación definitiva. Aquella noticia me
El día parece estar en mi contra, el cielo se ha puesto oscuro de un momento a otro. Apresuro mis pasos para evitar que la tormenta me sorprenda antes de llegar a mi trabajo. El semáforo cambia de amarillo a rojo, antes de que pueda cruzar la calle. Miro hacia el cielo y parece que las nubes se han estacionado a propósito sobre mi cabeza. Desde que hice lo que hice, todo me sale mal. Respiro profundo y apoyo la palma de mi mano sobre mi vientre.―Tú eres lo único bueno que me quedó de todo esto, bebé.Sonrío feliz y agradecida, tengo suficientes motivos para seguir adelante, para luchar por el porvenir de mi pequeño inocente.Las primeras gotas comienzan a caer y el maligno artilugio, sigue sin cambiar de color. La lluvia arrecia y el chaparrón se me viene encima. Ni siquiera llevo impermeable ni un paraguas para protegerme del implacable aguacero. Chasqueo la lengua y suelto un taco bien gordo, uno del tamaño de la Vía Láctea. Todo por culpa de ese maldito despertador que no quiso so