XXIX Tutor legal

El pequeño cuarto del hospital había empezado a sentirse como una caldera hirviendo desde que Misael llegara. La ventana seguía cerrada y no parecía haber algún otro sistema de ventilación. Todavía pululaban en el viciado aire las dispares esencias de los funcionarios que habían desfilado junto a la camilla de Sara todo el día.

La palidez mortecina contrastaba con el ardiente rojo de sus mejillas, donde la sangre se acumulaba.

No se había atrevido a alzar la mirada. Tampoco le reclamó cuando él abrió la ventana, sólo jaló las sábanas y se tapó hasta el cuello.

Misael volvió a su lado. Ella siguió con la vista fija en el suelo.

—Mírame, Sara.

La palabra maldita, la orden que se le daba a la conciencia misma y de la que nunca había podido escapar.

Esta vez no sintió la necesidad ni la urgencia de mirarlo. Se rascó el hombro. Fueron los dedos de Misael los que la guiaron a sus ojos con un suave toque en el mentón.

—¿Cómo te sientes?

—Confundida... asustada. También muy enojada... Todo se
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP