XXXIV Padre

Por la ventana Sara vio llegar el amanecer, cubierto de las nubes cargadas de agua que seguían meciéndose sobre la ciudad. Y otras más negras se acercaban desde el sur.

—No podré salir a trotar.

—Hay una trotadora en el gimnasio. De hecho, hay dos —dijo Misael.

Se acomodaba la corbata, listo para un nuevo día de trabajo. El aroma de su loción de afeitar se paseaba de un lado a otro de la habitación, envolviendo a Sara, llamándola a besar su tersa piel.

—¿A qué hora volverás?

—Todavía no me he ido y ya me estás extrañando.

Su piel estaba deliciosa. La acarició y besó sin querer dejarlo ir.

—Tendré que pensar en algo para entretenerme.

—Tal vez me escape para almorzar juntos —dijo él, dándole el beso de despedida.

Desde la ventana lo vio Sara alejarse envuelto en su abrigo, con las manos enguantadas sosteniendo el paraguas. Cuando lo perdió de vista fue por esa trotadora.

〜✿〜

Oyendo el tic tac de su reloj de la suerte, Misael revisaba unos document
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