Sara miraba el teléfono entre sus dedos y al hombre frente a ella. Misael sacó una camiseta del clóset y se la puso.—¿Hay alguna tv aquí?—¿Para qué necesitarías algo así con la vista que tienes por la ventana?—Mi teléfono no tiene acceso a internet.—Fue una exigencia de la comisión.Con los labios fruncidos, Sara lanzó el aparato sobre la cama. Rebotó dos veces y quedó justo en el borde.—Y tú cumples esas exigencias feliz de la vida ¿No?—¿Qué quieres decir?—¡Que eres un mentiroso! Que este viajecito a la playa te vino perfecto para ocultarme todo lo que está pasando. ¡¿Por qué, Misael?!—No me grites.Sara inhaló profundamente mientras él seguía vistiéndose como si nada.—¡Quiero una explicación! —Necesitas estar tranquila para tus evaluaciones psicológicas y físicas y saber lo ocurrido no te ayudaría. Mira lo alterada que estás.—¡Porque me mentiste! Te pregunté si sabías lo que estaba ocurriendo cuando vimos los vehículos de los militares y mentiste. —Para protegerte.—¡Ello
—He leído los informes de los especialistas. Vas bastante bien, Sara —dijo Alexander Schulz, sentado frente a ella en la mesa de la biblioteca de Misael.Tal como Sara le había solicitado a Amanda Fernández, el hombre aceptó ir a visitarla.—No he sentido algo así como la "influencia maligna" de Jay, lo único que me agobia es todo lo que he perdido por su causa, mi trabajo, por ejemplo. Igual que usted, decidí dedicar mi vida a servir al país y a su gente. Quiero recuperar eso.—Me alegra oírte hablar así, pero no basta con que lo desees.—Lo tengo bastante claro. El médico dijo que podía intentar dejar de tomar mis supresores. Si llegado mi celo, no corro a los brazos de Jay, significaría que el vínculo de la marca se ha debilitado.—Eso se oye repugnante.Y la forma en que él decía repugnante también lo era. Aunque en sus ojos no hubiera una pizca de desprecio, Sara lo sentía. Sentía que eran diferentes y que ella caminaba por el borde de un abismo. —He pensado mucho y hay un modo
El letrero que se había proyectado en la mente de Sara apareció en la ruta como el cumplimiento de una profecía. Tomó la salida de la carretera en su dirección. El vehículo que manejaba era monitoreado y seguido a los lejos. Los militares que participarían del operativo eran expertos en sigilo y cubrimiento de rastros. Eran fantasmas. Sara suponía que la mayoría eran lobos.Asegurar el área no era tarea fácil. El radio desde la casa debía ser amplio para no alertar los agudos sentidos de Jay. Los militares se movían con el viento, ocultos en las sombras y el follaje. Ese árbol de ramas torcidas que se mecía con la brisa no era tal. Tampoco esos roedores que sacudían los arbustos. Ellos sabían el lenguaje de los elementos y se fundían con ellos.Ya lo tenían rodeado, aunque él ni lo sospechara. La calle se volvió un camino de tierra y Sara no pudo avanzar más con el auto. Siguió a pie por la arboleda que no tardó en espesarse hasta convertirse en bosque. El difícil acceso al lugar lo
Un día le faltaba a Max para que terminara su "descanso". Tras lo ocurrido con Iván Reyes, le habían dado unos días para que se relajara y así evitar que se levantara el polvo. La historia que él y el jefe habían contado era simple y nadie podría contradecirla: luego de que Reyes los contactara, lo habían convencido de entregarse. Max lo acompañaría. Así quedaban limpios de la infamia del prófugo que pasó sus últimos minutos de agonía en el jardín.Leyó una vez más el informe que había conseguido sobre el perfume de sándalo. Era concluyente. La formulación estaba destinada a suprimir feromonas y neutralizar aromas corporales. En términos simples, era un perfume para convertirte en fantasma.¿Era Jay Castañeda el fantasma?Con un marcador trazó una equis sobre la fotografía de Iván Reyes en el muro de su sótano. Él y su supuesta víctima estaban conectados con Misael Overon, el magnate con Rojas y ella con Jay. Ahí se cerraba el círculo. Sin embargo, todavía tenía al menos tres homicidi
Max se bebió su café deseando que fuera un Vodka bien fuerte, que se sintiera como un electrochoque en medio de sus aturdidos sesos. Sara le había relatado con lujo de detalles su plan de liberación y el inesperado desenlace, confiando en su hermética discreción.—No creas que te juzgo, Rojas, pero luces bastante bien para prácticamente haber visto morir al que fue tu novio por tres años. —Me duele lo que le ocurrió, pero fue el camino que Jay eligió. Yo intenté salvarlo a pesar de todo.—Fue bastante conveniente que muriera, igual que Iván Reyes.—Esta vez no fueron los militares, sino él. Jay trabajaba en diseño y construcción. Sabía usar explosivos para demoler edificios. Atentó contra Misael, le hizo explotar el auto.Una señal de alerta brilló en los ojos de Max. —No. No te atrevas a pensar algo así —dijo Sara, evidenciando una potente habilidad telepática—. Vi a Jay a los ojos cuando dijo que haría volar la casa. Lo hizo a plena conciencia, nadie lo presionó. Imagino que no pu
Los ojos de Sara se abrieron a la claridad de la mañana y lo primero que vio fue a Misael, acostado a su lado, piel con piel.—¿Estamos en tu cama o en la mía? —preguntó ella.—En la mía.—Entonces tal vez sí estaba un poco ebria. No recuerdo haber venido.—Llegaste de madrugada y prácticamente me violaste. Ni siquiera te importó cuánto me resistiera. Sara sonrió.—Quiero que algo quede claro, Misael. No necesito tu permiso para salir a beber con mis compañeros si se me da la gana, ya no eres mi tutor legal. Soy una mujer independiente y no aceptaré tus escenas de crío berrinchudo.Estaba preparada mentalmente para ver la ira relucir en esos ojos oscuros y seguir firme en su postura. Había cosas que no se transaban ni siquiera por amor y una de ellas era su autonomía.—Lo lamento. Actué como un tonto, no volverá a pasar.Definitivamente lo que había ocurrido durante la noche debía haber estado muy bueno, pensó Sara. Misael la miraba como un cachorrito y sus palabras eran suaves y ate
Muy temprano, Ingrid Muñoz salió de casa y saludó a su nuevo vecino, que regaba el pasto. Ya no estaba desempleada, así que no había tenido mucho tiempo para conocerlos. Era una pareja joven, sin hijos, como la anterior. Esperaba que no acabaran como la anterior. Al menos ya no tenía que recoger las hojas del árbol moribundo. La primavera había llegado y se había llenado de brotes. A tiempo había vendido Sara su casa y el resto de las plantas ya tenía quién las cuidara. La frescura de la estación se sentía en toda la ciudad. Entre medio de los gases de la combustión de los vehículos, las esencias de las flores se hacían espacio, un privilegio reservado para quienes gozaran naturalmente de mejor olfato. El polen del pasto era el aliento de la primavera, que exhalaban a raudales los parques y plazas. Le seguía la clorofila de los grandes árboles de hojas perennes, testigos de la estación pasada y sus horrores. Bajo la brillante luz del sol, todo parecía más brillante, más lleno de esp
Un pensamiento intrusivo es aquel que llega a tu mente sin que lo llames y no se va por mucho que lo desees. Te taladra los sesos y allí se instala o va y viene, como el revolotear de una mosca. Sea como fuere, es indeseado y se apodera de tu sentir y tus acciones. Y la cabeza deja de pertenecerte. Así mismo le ocurría a Misael con su celo. El cuerpo ya no le pertenecía y estaba siendo devorado por un montón de hormigas.—Disculpen, tengo un asunto urgente que atender —dijo, despidiéndose de los líderes empresariales con los que se había reunido en el hotel.Acababa de egresar hacía poco de la universidad y ya tenía muy buenas conexiones, pero seguía sin tener el control sobre su vida y su destino. Esperaba que el celo no se presentara cuando más ocupado estaba, cuando necesitaba de toda su concentración para seguir escalando, pero cada intento por controlarlo había fracasado. Encerrado en su habitación, se enfocó en vaciar su cabeza de todos los pensamientos intrusivos que su celo l