Todos los capítulos de Amor y fortuna segunda oportunidad con el millonario : Capítulo 1 - Capítulo 10
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El regreso inesperado
El aire estaba impregnado de elegancia y promesas en la gala benéfica que Luciana Méndez había estado esperando durante semanas. Las luces brillantes del salón de baile danzaban sobre las mesas decoradas con arreglos florales, y el murmullo de conversaciones animadas creaba una atmósfera vibrante. Pero en el fondo de su corazón, Luciana sentía un nudo, una mezcla de emoción y ansiedad.— ¿Por qué acepté venir? —se preguntó, ajustándose el escote de su vestido negro que abrazaba sus curvas de manera halagadora. Su mejor amiga, Clara, la había convencido de asistir, insistiendo en que necesitaba distraerse y dejar atrás el dolor de una ruptura que aún resonaba en su pecho. Sin embargo, esa misma mañana, había recibido un mensaje que la inquietó:— Alejandro Ferrer será el invitado principal —— No puedo creer que él esté aquí —susurró Luciana mientras tomaba un sorbo de champán, su mirada recorriendo la sala. La idea de encontrarse con el hombre que una vez había sido su mundo la llenab
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Miradas del pasado
La semana posterior a la gala fue un torbellino de emociones para Luciana. Cada día parecía arrastrarla entre la nostalgia y la incertidumbre, mientras sus pensamientos giraban en torno a Alejandro. Las imágenes de sus ojos intensos y la promesa de una segunda oportunidad la perseguían, dejándola en un estado de anhelo.Era una mañana soleada cuando decidió acudir a la exposición de arte que se celebraba en el centro cultural de la ciudad. Había decidido dejar que la belleza de las obras la distraiga, al menos por un tiempo. Sin embargo, en el fondo de su mente, sabía que la posibilidad de cruzarse con Alejandro en ese lugar estaba presente.Mientras caminaba por las salas, contemplando las pinturas vibrantes, sintió una corriente de energía recorrer el espacio. Era como si cada trazo de color hablara de amor y pérdida, reflejando su propia lucha interna. Se detuvo frente a una obra en particular, una representación de un cielo estrellado que la hizo recordar las noches que había comp
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Recuerdos que duelen
Luciana se encontraba en su apartamento, el ruido de las risas de la gala aún resonando en su mente. Las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, pero su corazón se sentía pesado, como si una sombra lo cubriera. Se dejó caer en el sofá, rodeada de la oscuridad de la noche, y permitió que los recuerdos la invadieran.El primer recuerdo que emergió fue el de su ruptura con Alejandro. Había sido un día gris, con nubes pesadas que presagiaban tormenta, un reflejo del caos que se avecinaba en su vida. Luciana cerró los ojos y pudo volver a escuchar las palabras que habían desgarrado su corazón.—No puedo seguir así, Luciana. Mi vida es demasiado complicada, y tú mereces más. — Las palabras de Alejandro resonaban en su mente como un eco doloroso.En ese momento, Luciana había sentido que el suelo se desvanecía bajo sus pies. —¿Más? ¿Más qué? ¿Acaso no es suficiente lo que tenemos?— Su voz había temblado, llena de incredulidad y dolor.—No es justo para ti, — había dicho él, su
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Segundas oportunidades
El silencio volvió a caer, pero esta vez no era incómodo. Era un momento suspendido en el tiempo, donde la posibilidad de un nuevo amor empezaba a florecer entre las espinas del pasado. Luciana sabía que estaba arriesgando su corazón de nuevo, pero en el fondo, el deseo de reconectar con Alejandro era más fuerte que el miedo.Con un suspiro profundo, hizo un movimiento hacia él, y en ese instante, el mundo exterior desapareció, dejando solo a dos almas que aún creían en el poder del amor.La mañana siguiente, Luciana se despertó con una mezcla de ansiedad y emoción. La conversación con Alejandro había dejado una huella profunda en su corazón. Sabía que la vida no podía regresar a la normalidad después de ese encuentro, pero también sentía un miedo latente al dejarse llevar por los viejos sentimientos.Se preparó para el trabajo, cada movimiento en el espejo parecía más pesado de lo habitual. La sombra de Alejandro persistía en su mente, sus palabras resonando como un eco: “Te prometo
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Entre el odio y el deseo
Luciana se metió a la oficina de su amiga Clara porque Alejandro la estaba siguiendo, y lo último que quería era verle la cara después de recordar cómo él le pegaba y la maltrataba. Incluso le dijo que no quería tener un bebé con ella.—Amiga, es mi oficina, ¿qué haces aquí? —preguntó Clara.—Clara, no es un buen momento para que me veas así —respondió Luciana, rodando los ojos.Clara no dijo nada, pero sus gestos hablaban por sí solos.Luciana todavía sentía el peso de la conversación reciente con Alejandro, pero decidió dejar a un lado la montaña rusa emocional que suponía verlo nuevamente. Se sentó y vio a Alejandro.—No quiero hablar —añadió seria.—Luciana, tenemos que... no me dejes solo, te lo suplico —agregó Alejandro con esos ojos que la caracterizan cuando estaba enojada.—Perdón, mi vida —añadió Alejandro.Luciana, en un momento de ira, le dio a Alejandro una bofetada en la cara y lo agarró de la corbata.—Te odio, al diablo con todo. No mereces una oportunidad. Recordé que
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El sabor de lo irreparable
"¿Por qué lo dejé ir?" murmuró para sí misma, sin encontrar una respuesta clara. Las imágenes del pasado la envolvían, la hacían sentir el roce de sus caricias, el susurro de su voz en la oscuridad de la noche. "Todo lo que pasamos..."Pero también recordaba el dolor, el vació que dejó cuando todo se rompió entre ellos. Y la pregunta que ahora la atormentaba: ¿podría realmente perdonarlo? ¿Sería capaz de dejar atrás el rencor y la desconfianza para abrir su corazón de nuevo?"¿Qué quiero realmente?" pensó en voz baja, mientras cerraba los ojos, sintiendo el peso de su propio deseo. ¿Era capaz de perdonarlo, de dejar que lo que fue entre ellos volviera a florecer? O ¿sería esa solo una ilusión que acabaría por destruirla de nuevo?El aire en la oficina se volvía denso, como si la respuesta estuviera al alcance de su mano, pero Luciana no podía alcanzarla aún. Necesitaba tiempo. Pero el tiempo, sabía, no siempre es un lujo que uno puede darse cuando los sentimientos son tan intensos. Y
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Confesiones peligrosas
Alejandro la observó, la tensión en su cuerpo aún palpable. Se dio cuenta de que su comentario sobre la comida había sido una manera de suavizar el ambiente, de restarle peso a la situación incómoda que los rodeaba.—Sí —dijo después, más en voz baja, con sinceridad—. Lo sé. Te conozco mejor de lo que te imaginas, Luciana. Y aunque no quiero admitirlo, claro que me puse celoso.Luciana levantó la vista, sus ojos buscando los de él. Un suspiro salió de su boca sin que pudiera evitarlo, como si lo que él acababa de decir la dejara sin palabras por un momento.—¿Celoso? —repitió, con una ligera sonrisa en los labios, aunque sus ojos mostraban una mezcla de sorpresa y algo más, algo que no quería admitir—. Y ahora vienes a decirme que, además de todo lo que pasó, te has estado muriendo de celos por Héctor. ¿Eso es lo que intentas decirme?Alejandro desvió la mirada, algo incómodo, pero a la vez, el ardor de la confesión lo había liberado, aunque no quisiera mostrar demasiado de sus sentim
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El juego de la tentación
Con una suavidad que la sorprendió, Alejandro le dio un beso en la mejilla, un roce que dejó su piel ardiendo.—Te llamo después —murmuró con una sonrisa ladeada que solo ella pudo notar—. No olvides almorzar, ¿sí?La sensación del contacto de Alejandro sobre su piel fue un recordatorio crudo y visceral de lo que habían sido, y de lo que, tal vez, todavía podrían ser. Luciana cerró los ojos por un segundo, tratando de contener el torbellino de emociones que amenazaba con desbordarla.Pero cuando sintió que Alejandro se alejaba, algo en ella reaccionó de forma casi instintiva. Su mano se alzó y atrapó la corbata de él, un gesto que no había planeado pero que se sintió tan natural, tan... necesario. Al tocar la tela suave entre sus dedos, su corazón empezó a latir más rápido, como si su propio cuerpo la traicionara, reconociendo lo que su mente se negaba a admitir.Alejandro se detuvo, sorprendido. Bajó la mirada hacia su corbata y luego hacia ella. Sus ojos se encontraron, y en ese ins
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Un encuentro decisivo
Clara se sentó frente a ella y, con ese aire de complicidad que siempre la acompañaba, apoyó los codos sobre el escritorio. "Alejandro. El evento de este sábado. Me dijo que te invitó, pero también mencionó que, de alguna forma, ya sabe que irás, aunque digas que lo pensaras o que quizá o tal vez, ya sabes, tambien me invitó a mí, lo cual es impresionante, ya que comeré gratis, y hay unos bocadillos ricos, sabes que mi vida es comer y buscar hombres millonarios y guapos que me den cariño."Luciana se quedó en silencio, sus pensamientos haciendo los recordatorios de las palabras de Clara. La invitación. Recordaba el momento en que Alejandro, con ese gesto tan suyo, le había dejado caer la idea de que debería asistir. No había confirmado nada, solo había murmurado un —quizá —, pero... ¿ya daba por hecho que estaría allí?—No he decidido nada aún, por lo que no sé porque dice que iré— respondió, aunque la duda en su voz era evidente.Clara soltó una pequeña risa, como si no se creyera ni
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El juego de las miradas
No necesito que me cuiden, se me arreglo yo misma, Héctor vete, estaré bien. Luciana lo dijo en tono incómodo; ella sabía que Héctor no solo quería ser su amigo, sino algo más.—No me rechaces, por favor —dijo Héctor, mirándola a los ojos.—Héctor, no seas intenso. Ven conmigo, quiero mostrarte dónde está la comida —agregó Clara, amiga de Luciana, sujetando la mano de Héctor y dejando a Luciana completamente sola.Clara y Héctor se fueron, mientras Luciana se quedó completamente quieta, esperando cuatro minutos, mirando de un lado a otro.Luciana caminó por el pasillo, olvidándose de lo que había pasado con Héctor hace segundos atrás. Su vestido de seda se movía suavemente con cada paso, como si fuera una extensión de su propia piel. Atravesaba el lugar con una elegancia natural, pero su corazón latía con fuerza, sabiendo que, en cualquier momento, su mirada se encontraría con la de Alejandro.Lo vio a lo lejos, hablando con algunos ejecutivos. Estaba impecablemente vestido, como siem
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