Alejandro la observó, la tensión en su cuerpo aún palpable. Se dio cuenta de que su comentario sobre la comida había sido una manera de suavizar el ambiente, de restarle peso a la situación incómoda que los rodeaba.—Sí —dijo después, más en voz baja, con sinceridad—. Lo sé. Te conozco mejor de lo que te imaginas, Luciana. Y aunque no quiero admitirlo, claro que me puse celoso.Luciana levantó la vista, sus ojos buscando los de él. Un suspiro salió de su boca sin que pudiera evitarlo, como si lo que él acababa de decir la dejara sin palabras por un momento.—¿Celoso? —repitió, con una ligera sonrisa en los labios, aunque sus ojos mostraban una mezcla de sorpresa y algo más, algo que no quería admitir—. Y ahora vienes a decirme que, además de todo lo que pasó, te has estado muriendo de celos por Héctor. ¿Eso es lo que intentas decirme?Alejandro desvió la mirada, algo incómodo, pero a la vez, el ardor de la confesión lo había liberado, aunque no quisiera mostrar demasiado de sus sentim
Con una suavidad que la sorprendió, Alejandro le dio un beso en la mejilla, un roce que dejó su piel ardiendo.—Te llamo después —murmuró con una sonrisa ladeada que solo ella pudo notar—. No olvides almorzar, ¿sí?La sensación del contacto de Alejandro sobre su piel fue un recordatorio crudo y visceral de lo que habían sido, y de lo que, tal vez, todavía podrían ser. Luciana cerró los ojos por un segundo, tratando de contener el torbellino de emociones que amenazaba con desbordarla.Pero cuando sintió que Alejandro se alejaba, algo en ella reaccionó de forma casi instintiva. Su mano se alzó y atrapó la corbata de él, un gesto que no había planeado pero que se sintió tan natural, tan... necesario. Al tocar la tela suave entre sus dedos, su corazón empezó a latir más rápido, como si su propio cuerpo la traicionara, reconociendo lo que su mente se negaba a admitir.Alejandro se detuvo, sorprendido. Bajó la mirada hacia su corbata y luego hacia ella. Sus ojos se encontraron, y en ese ins
Clara se sentó frente a ella y, con ese aire de complicidad que siempre la acompañaba, apoyó los codos sobre el escritorio. "Alejandro. El evento de este sábado. Me dijo que te invitó, pero también mencionó que, de alguna forma, ya sabe que irás, aunque digas que lo pensaras o que quizá o tal vez, ya sabes, tambien me invitó a mí, lo cual es impresionante, ya que comeré gratis, y hay unos bocadillos ricos, sabes que mi vida es comer y buscar hombres millonarios y guapos que me den cariño."Luciana se quedó en silencio, sus pensamientos haciendo los recordatorios de las palabras de Clara. La invitación. Recordaba el momento en que Alejandro, con ese gesto tan suyo, le había dejado caer la idea de que debería asistir. No había confirmado nada, solo había murmurado un —quizá —, pero... ¿ya daba por hecho que estaría allí?—No he decidido nada aún, por lo que no sé porque dice que iré— respondió, aunque la duda en su voz era evidente.Clara soltó una pequeña risa, como si no se creyera ni
No necesito que me cuiden, se me arreglo yo misma, Héctor vete, estaré bien. Luciana lo dijo en tono incómodo; ella sabía que Héctor no solo quería ser su amigo, sino algo más.—No me rechaces, por favor —dijo Héctor, mirándola a los ojos.—Héctor, no seas intenso. Ven conmigo, quiero mostrarte dónde está la comida —agregó Clara, amiga de Luciana, sujetando la mano de Héctor y dejando a Luciana completamente sola.Clara y Héctor se fueron, mientras Luciana se quedó completamente quieta, esperando cuatro minutos, mirando de un lado a otro.Luciana caminó por el pasillo, olvidándose de lo que había pasado con Héctor hace segundos atrás. Su vestido de seda se movía suavemente con cada paso, como si fuera una extensión de su propia piel. Atravesaba el lugar con una elegancia natural, pero su corazón latía con fuerza, sabiendo que, en cualquier momento, su mirada se encontraría con la de Alejandro.Lo vio a lo lejos, hablando con algunos ejecutivos. Estaba impecablemente vestido, como siem
—Luciana sintió el pulso de su corazón acelerarse en sus oídos, una señal de que había perdido la batalla interna antes de siquiera empezar.—Alejandro la tenía atrapada, no solo con su mano en su cintura, sino con esa súplica en sus ojos, esa vulnerabilidad que jamás había mostrado antes. Pero era el pasado, era ese mismo Alejandro que le había roto el corazón, que la había dejado desmoronarse en mil pedazos.Se mordió el labio, queriendo resistir. Queriendo recordar el dolor en lugar del deseo, la traición en lugar del calor que su cuerpo aún sentía al estar cerca de él. Pero todo era en vano. ¿Cómo se suponía que luchara contra algo que parecía tan inevitable?—Alejandro, no puedo seguir haciendo esto —dijo Luciana finalmente, su voz temblorosa, apenas un susurro.Él, sin embargo, no la soltó. Su agarre en su cintura se mantuvo firme pero suave, como si temiera que ella se desvaneciera si la soltaba.—No estoy pidiendo que lo hagas, Luciana —respondió, su voz baja y cargada de emoc
Luciana sintió el peso de la mirada de Alejandro sobre ella, como si todo lo demás desapareciera. La música, las conversaciones, las risas a su alrededor, todo se desvaneció en un segundo. Solo quedaban él y ella, con la tensión palpable que había estado creciendo entre ellos desde el momento en que se habían encontrado nuevamente.Verónica notó la dirección de su mirada y, con una sonrisa astuta, se apartó lentamente de Alejandro, como si ya supiera lo que se avecinaba.—Vaya, parece que alguien ha llegado para reclamar lo que es suyo —dijo Verónica, con un tono que dejaba poco a la imaginación. Sin embargo, su sonrisa no llegó a tocar sus ojos, y Luciana percibió de inmediato que la mujer estaba acostumbrada a este tipo de juegos.Luciana respiró hondo, tratando de mantener su compostura. No quería parecer que cedía ante esa clase de provocaciones, pero no pudo evitar sentir una mezcla de incomodidad y enojo que la atravesaba como un rayo. Se acercó a ellos con paso firme, no dispue
Cuando Luciana decide hablar con Alejandro despues de una reflexion a solas, para su dsgracia La voz femenina de Verónica intervino, la mirada de Luciana se tensó.“Donde esta el magnate mas hermoso del universo, mi papasito bello, te espero en mi yate íntimo, mas noche, sé que te gustaría pasar tiempo conmigo. Alejandro te necesito”.“¡Basta Verónica no me toques!” la miro a los ojos con rabia.De repente, Verónica hizo un movimiento inesperado. Se abalanzó sobre Alejandro, sus labios rozando los de él con una rapidez y una audacia que hizo que Luciana contuviera el aliento. Fue un beso rápido, pero lo suficiente para que el corazón de Luciana comenzara a latir desbocado, como si una alarma interna hubiera sido activada. La mujer se pegó más a Alejandro, susurrándole al oído, como si todo estuviera bajo su control."Sabes que soy la mejor opción para tu equipo, Alejandro. Nadie más puede diseñar como yo," le dijo Verónica, con una voz seductora mientras sus manos aún reposaban en su
“Alejandro dime como van las cosas en la empresa donde estas” Pregunto con voz nerviosa.“Bien Luciana, aunque necesito ayuda con algunas cosas y me gustaría que trabajaras en mi empresa no en la de Héctor no soporto ese hombre” añadió con rabia. “Alejandro, Héctor solo me ofreció trabajo, vi la oportunidad y la tome, las cosas estaban delicadas entre nosotros dos y tus padres al parecer no les caigo bien, no me sentía bien, no creo volver a tu empresa”.“Quiero hacer las cosas bien” agrego entre un largo suspiro.Luciana apenas podía sostener la mirada de Alejandro sin que el calor le subiera al rostro. Toda la situación la hacía sentir pequeña, vulnerable, algo que no solía permitir en ninguna circunstancia. La velada era perfecta, demasiado perfecta, y eso la inquietaba. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo habían pasado de discusiones y tensión a una cena tan íntima y romántica?Las palabras de Alejandro resonaban en su mente: "Esto es para ti." Pero ella no sabía cómo responder. Su