La promesa de un refugio

Luciana se encontraba en la cocina, con las manos temblorosas, preparando la merienda para las gemelas. Ellas, como siempre, estaban inquietas, correteando por la casa mientras reían y jugaban con sus muñecas. Pero algo en el aire estaba distinto, algo que las pequeñas sin entenderlo, percibían. Luciana, con una sonrisa forzada, les pasó los platos con el yogurt y las frutas.

—Aquí, mis amores, coman... —su voz se quebraba apenas terminaba la frase. Las gemelas, con sus ojos grandes y curiosos, no dejaron de mirarla con un leve rastro de inquietud.

De repente, las niñas comenzaron a llorar al unísono, como si sus corazones sintieran la tensión que flotaba en la casa. Luciana las miró, y sin pensarlo, las abrazó, tomando a ambas en sus brazos. Las pequeñas, con su inocencia pura, solo pudieron decir:

—Tranquila, mamá...

El sonido de sus pequeñas voces, tan dulces y tan llenas de confianza, rompió algo dentro de Luciana. Aquella dulzura inesperada, el amor sin reservas, fue lo que la hi
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