La puerta se cerró detrás de él con un clic sordo, aislándonos del resto del mundo. El Fantasma, con su imponente figura y su máscara que parecía sellar sus emociones, se acercó lentamente, como un depredador acechando a su presa. Su mirada glacial recorrió mi rostro, evaluándome con una intensidad que hizo que me sintiera desnuda bajo su escrutinio.—Entonces, Elena Moretti, ¿crees que puedes venir aquí, irrumpir en mi mundo y exigirme algo? —Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de un peligro latente que me puso los nervios de punta.No me dejé intimidar. Enderecé la espalda y lo miré directamente a los ojos, aunque mi corazón parecía estar tratando de escapar de mi pecho. —No estoy aquí para exigir nada. Estoy aquí porque necesito tu ayuda. Mi hermano ha desaparecido, y creo que está relacionado con tu... negocio.Sus labios se curvaron en una media sonrisa, pero no había humor en ella, solo desprecio. —¿Y por qué supones que yo tendría algo que ver con eso? —preguntó, cru
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