44Dejé a mi improvisado y falso esquema de seguridad en el primer piso, mientras Nicolás me llevaba por unas escaleras metálicas altas, desde donde se podía observar plenamente todo el invernadero.Era tan grande, tan doloroso, tan hermoso. Era lo que me encantaba de aquella empresa, lo que la llamaba, al igual que la abuela de Nicolás, la parte creativa, la parte humana que podría llegar a tener.Lástima que los anteriores dueños le dieron ese enfoque oscuro, enfocado en la mafia, hubiese sido hermoso que hubiera podido conservar los valores iniciales, aunque el dinero no fuera tanto. De todas formas, llegamos a la parte final de la plataforma, donde nos esperaba una mesa amplia con una enorme jarra de limonada. — ¿Ya estabas preparado, verdad? — le pregunté. — Siempre estoy preparado, nada me toma por sorpresa — respondió con vehemencia. Bueno, en eso no estoy completamente seguro. La verdad, lo de ayer me tomó por sorpresa. Normalmente, suelo ser un hombre frío, de muy pocas p
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