Aria King era la secretaria de Maxwell Kensington desde hacía varios años. Era una mujer trabajadora y se sentía afortunada de trabajar para el CEO y presidente de Kensington Company, quien, más allá de ser su jefe, era un amigo cercano. Se conocían desde que ella era una niña, lo que había forjado un vínculo especial entre ellos.Ahora a sus veinticinco años, podía pagar las facturas, dormir tranquila en su decente departamento y continuar al lado de Maxwell, obteniendo más conocimiento. ¿Qué si su vida era color rosa? No, en absoluto. Aria debía lidiar con las exigencias de su jefe, un adicto al trabajo y obsesivo por la perfección y puntualidad. Aún así, era su amigo de la infancia, su jefe y se acostumbró. —¿Nos vamos? —Sí, vamos —confirmó dándole un vistazo con sus profundos ojos azules. Kensington era un tipo alto, fornido, de rasgos masculinos, realmente atractivo. El espécimen que volvía loca a las mujeres, que a su paso, capturaba la atención. Su cabello oscuro prolijo,
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