Otro día en la oficina llegó.—Aria, siéntate. Necesitamos hablar sobre tu desempeño últimamente. —Maxwell cruzó los brazos, mirándola con decepción —. No puedo ignorar que ayer nunca llegaste a trabajar. Ni siquiera avisaste. —Lo siento, Maxwell. He estado lidiando con algunas cosas personales, pero estoy aquí ahora y haré mi trabajo, lo prometo. —Eso no es una excusa. —Su tono se volvió más severo—. Todos estamos lidiando con problemas personales, pero eso no significa que puedas dejar de lado tus responsabilidades. Ella no comprendía la razón por la que él estaba siendo demasiado duro con ella. De hecho era un completo idiota. —Entiendo, pero he estado intentando manejarlo lo mejor que puedo."Estoy embarazada de trillizos, no sé qué hacer, serán tus hijos pero no puedo decirte porque te vas a casar con alguien más, y de seguro tus padres estarán decepcionados de ti". Pensó con dolor. —No parece que lo estés haciendo. —Maxwell se inclinó hacia adelante, su mirada fija en ella
Aria volvió a su puesto de trabajo, pero nada era igual. Se sentía incómoda cerca de él. Cada vez que veía a Maxwell, un escalofrío de inquietud le recorría la espalda. Él entró a su oficina con el semblante serio, con los ojos profundos como un mar tempestuoso en el que Aria temía naufragar. Ella lo miró pasar, sintiendo emociones conflictivas en su interior; pero decidió concentrarse en su trabajo, aferrándose a la rutina como un escape. Sin embargo, la culpa comenzó a enredarse en su mente, la acusaba por lo que hizo hace un momento. ¿Cómo había podido reaccionar así? Se sintió desbordada por la rabia y la tristeza, y un suspiro profundo escapó de sus labios. En ese momento, recordó el ungüento que llevaba en su bolsa, un pequeño frasco que había comprado por si acaso. Con una resolución temblorosa, se levantó y se dirigió a la oficina de Maxwell.Al entrar, era casi palpable el enojo de Kensington. Maxwell la miró con seriedad, su expresión implacable y su mirada intensa hacían q
Cuando la jornada terminó, tomó su bolsa y salió con prontitud. Tan pronto el viento frío de la noche golpeó su rostro, su teléfono sonó. Abigail había citado a Aria en un lugar sofisticado. El lugar era tan refinado, tanto como la madre de Maxwell, quién la esperaba, su postura erguida y su mirada penetrante delataban lo estricta que era, más allá de su amabilidad. —Aria, estás aquí, agradezco que hayas venido —comenzó Abigail, dándole un beso en la mejilla —. Hay algo importante que necesito discutir contigo.Aria asintió, sintiendo un nudo en el estómago. —Por supuesto. —¿Quieres algo? —No, estoy bien, se lo agradezco. —De acuerdo, entonces empezaré, iré directo al grano, como ya sabes Maxwell debe casarse con Charlotte Williams —declaró Abigail sin rodeos—. Es una decisión que beneficiará a ambas familias. Los Williams tienen una posición social impecable, y Charlotte es la candidata perfecta para ser la esposa de mi hijo.El corazón de Aria se contrajo, pero mantuvo su rost
A la mañana siguiente, Maxwell se levantó de mala gana de la cama. Su cabeza palpitaba con una resaca que parecía querer partirle el cráneo en dos. A pesar de no tener ganas de ir a trabajar, sabía que tenía asuntos pendientes que atender.Mientras se vestía con su traje impecable, intentando ocultar el cansancio que lo invadía, sonó su teléfono. Era su padre, su voz grave y autoritaria resonando en sus oídos.—Maxwell, ¿qué demonios está pasando? Charlotte me ha dicho que la has estado tratando de manera hostil —reclamó su padre, sin dejar espacio para excusas.Maxwell suspiró, frotándose las sienes en un intento de aliviar el dolor.—Padre, creo que Charlotte está exagerando. Todo está bajo control —respondió, su tono cansado y carente de convicción.—Más te vale que arregles esto, Maxwell. No puedes poner en riesgo este matrimonio. ¿Me entiendes? —La advertencia en la voz de su padre era fiera.—Sí, padre. Me encargaré de ello
Después de la conversación con sus padres, Aria subió a su habitación, sintiéndose aturdida por emociones que la invadían. Cerró la puerta detrás de ella, buscando un momento de soledad en el que pudiera procesar todo lo que había sucedido.Se dejó caer sobre la cama, sintiendo la suavidad del edredón contra su piel. "Solo voy a cerrar los ojos un momento", pensó, deseando que el cansancio la envolviera y la llevara a un sueño profundo. Pero a pesar de su deseo, la inquietud la mantenía alerta. Sabía que tenía que regresar a su departamento y organizarse para el día siguiente, enfrentando otra jornada laboral.De repente, la puerta se abrió y su madre ingresó en la habitación con una sonrisa cálida. Su madre se acercó y se sentó al borde de la cama, observando a su hija con cariño.—¿Todo bien, cariño? —quiso saber, su tono suave y tranquilizador.Aria levantó la mirada, sintiendo cómo su corazón se apretaba. Esa sonrisa en el rostr
Aria se quedó mirando su teléfono, sintiendo un desastre emocional dentro de sí. Sabía que debía hacer lo que fuera mejor para ella, pero no podía quedarse sin hacer nada. Con un suspiro, volvió su mirada hacia el plato de comida, sintiendo que la comida se había enfriado, ya no quiso continuar engullendo. Esa mañana, Aria se despertó tarde, la luz se colaba a través de la ventana y volcaba su luz sobre su rostro. Sin embargo, no había nada en su interior que la motivara a levantarse. No haber ido a trabajar fue un respiro. Se sentó en la cama, mirando al vacío, sintiéndose en suspensión. Casi al mediodía, mientras pensaba en lo absurdo de su situación, sonó el timbre. Aria se levantó lentamente, no tenía idea de quién podría ser. Al abrir la puerta, se encontró cara a cara con Estela, su amiga, que siempre había tenido una energía contagiosa. También trabajaba como repostera en la cafetería de su padre. —¡Aria! —exclamó Estela, su voz llena de alegría. Tenía esos enormes o
Se mordió el labio. La irreverente mujer no quería decirle que era precisamente una tonta. —Es que... Me lo pones difícil. La verdad lamento mucho que tengas que pasar por toda esta situación. No puedo imaginarme estar en tus zapatos y tener que lidiar con algo tan fuerte. Sin embargo, de estar en tu lugar, Entonces sería sincera con Maxwell e impediría la boda sin importar lo importante que sea para esa familia. Jamás dejaría pasar algo tan importante como el hecho de que tres bebés están dentro de mí y se verán envueltos en una mentira. Ella se quedó pensativa. Estela tenía demasiada razón, aún así no podía encontrar el valor para ser sincera y contarle a Maxwell. —Es que no lo entenderías, Estela. La madre de Maxwell la otra vez y yo estuvimos hablando, ella me citó para conversar un poco sobre su hijo, estoy segura de que Maxwell fue sincero con ellos y les dijo lo que sentía por mí. —¿Cuál es el problema? La madre de Maxwell siempre ha sido buena contigo. —Y, siempre ha teni
Su padre de inmediato se puso en pies y se dirigió a Maxwell, mientras que Aria permaneció en la mesa, llena de nervios. —Maxwell, es un placer tenerte por aquí, por favor toma asiento, te atenderé de inmediato. Estela miró a Aria y abrió los ojos de par en par. Aria quería salir corriendo de allí y evitarlo a toda costa, sin embargo, no podía escapar esa vez. —Se lo agradezco, señor King, pero solo voy a pedir un café, ya sabe, sin azúcar. —De acuerdo, yo mismo lo serviré, vuelvo pronto. Entonces, Maxwell se acercó a Aria. ¿Por qué rayos Kensington no se fue directo al trabajo? ¡¿Tenía que aparecer justo allí?! —Aria, nos encontramos por casualidad. Ella rodó los ojos. —Así es, ¿por qué justo esta cafetería? Además, si querías un café, solo tenías que pedirlo en la oficina. Él, elegantemente sentado y mirándola con una ceja arqueada, la retó. —¿Tienes algún problema con eso? Es decir, ¿por qué no podría venir a la cafetería de tu padre? Soy como un hijo para él. —No brome