Capítulo 150

Maxwell obtuvo algunas fotografías de su madre, incluso un suéter y algunos anillos. Ella había sido una mujer hermosa, tenía una mirada peculiar, que le recordó a su hijo Arthur. Su sonrisa era tan bonita y dulce. Quiso tenerla a su lado, poder abrazarla y decirle que la amaba por darle la vida.

Por eso arrojó a la basura todos esos momentos en los que Abigail estaba, casi todos sus recuerdos tirados a un tacho, arruinados por una mentira.

Maxwell sostenía entre sus manos las fotos y la lágrimas caían sobre su rostro con frenesí. Aria se sentó a su lado y lo abrazó por los hombros, después acaricio su espalda y le dió un beso en la mandíbula.

Él la miró. Sus ojos azules estaban cristalizados, repletos de lágrimas.

—Maxwell, llora todo lo que tengas que llorar, te hará sentir mejor —prometió con dulzura —. Necesitas dejar salir todo lo que sientes.

Fue lo único que Kensington necesitó para dejar que el llanto escapara. Aria no se apartó de su lado, al contrario, le brindó e
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