La chica de cabello negro, cayó al suelo, estaba desmayada, la observé detenidamente. Esta chica era realmente muy parecida a Deb, solo había pequeños rasgos que la diferenciaban. Corrí bajo la espesa lluvia que caía, tras esa chica que, de alguna forma, sabía que era mi amada, mi corazón me lo decía a gritos. Mi mente estaba a mil, no entendía qué pasaba. La única explicación razonable es… que de alguna forma mi amaba, mi Deb, regresó a mis brazos. La tome de la nuca y la acerque a mi pecho, besé su frente y me di cuenta de que tenía un gran parecido a Deb. Contemplé su hermoso cabello lacio, sus ojos cerrados, sus labios carnosos que se encontraban semiabiertos y su color rojo intenso que me impulsaban a besarla, pero sabía que no podía. Su hermosa tez blanca relucía bajo la espesa lluvia y lo único que deseaba era que abriera sus hermosos ojos. —Mi amor, ¿Eres tú? —Pregunté emocionado, mis lagrimas se mezclaban con la lluvia interminable. Ella no respondió. Sus ojos continuaban
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