Empecé a sudar de los nervios y tan pronto miré que comentó, le respondí con “Oh, gracias linda, es tan gratificador que me felicites con esa energía de siempre. Te amo.” Literalmente a los segundos me llegó otra notificación de ella “Ya sabes, yo siempre con mi buena energía.” Definitivamente las había cagado, cometí una estupidez por culpa de la rabia del momento y ahora me encontraba en problemas. Vacilé unos segundos y miré que John se acercó a mí con un gesto de preocupación. —Oye viejo, ¿Que sucedió? Miré la foto. —Dijo mientras me mostraba su celular. — ¿Qué? ¡Ya todos la miraron! ¡Demonios! Se sentó en una silla a mi lado y me miró mientras me quitaba el celular de las manos. Se puso a leer los comentarios hasta llegar a los últimos. — ¡Pero qué idiota eres! —Exclamó levantando sus cejas. — ¿No te das cuenta en lo que te has metido? —Advirtió. Asentí con la cabeza y coloqué mis codos en las piernas mientras con mis manos movía mi cabello hacia atrás. Me sentía resignado.
Abrí mis ojos lentamente y el sol me estaba iluminando todo el rostro, me levanté y moví las cortinas hasta que la oscuridad volvió a reinar en la habitación. Todo había sido nada más un dulce sueño. Y en realidad quería volver al sueño que tenía. Intenté seguir durmiendo, pero luego escuché el timbre, me puse un pantalón y con mis dedos le di un poco de forma a mi cabello, no esperaba ninguna visita, pero tampoco quería dar la sensación de estar recién levantado. Era solamente el cartero, solo era para dejar unas facturas. Busqué algo de comer en el refrigerador y me di cuenta que ya estaba completamente vacío, solo había dos cervezas, unos seis yogurts, una gelatina y tres huevos. De seguro los invitados a la fiesta vaciaron la nevera y John terminó de completar. —Nota mental, hacer la compra. —Pasé mi mano por mis ojos hinchados, y caminé hacia el baño. Miré a Deb con sus ojos cerrados y, en realidad no me había equivocado, sus párpados eran muy notables; como si hubiera llorado t
—Sólo quiero decirte que no lo volveré a hacer y que eso fue solo un impulso. —Ella pensó unos segundos para contestar. —Entonces, ¿Te parecería bien que yo hiciera lo mismo que tú y luego venir y sólo pedir disculpas? —Confesó. Deb tenía toda la razón, yo estaba agarrando la vieja costumbre de ofenderla, de hacerle daño o hacerla enojar y luego llegar como si jamás hubiera hecho algo, pidiendo disculpas, pidiendo perdón; haciendo promesas de cambiar y mejorar. Y en parte eso estaba mal, pero ya estaba acostumbrado a que todas las chicas tuvieran miedo de perderme, así que ellas siempre terminaban regresando a mí, destrozadas, pidiendo perdón por haberles dejado de hablar o simplemente haberme ido sin razón. Pero eso no me preocupaba en lo más mínimo, yo era feliz sin batallar con ellas, amaba que me rogaran. Es decir ¿Qué hombre no desea eso? Yo tenía todo lo que quería bajo mis brazos, era el chico más popular, no solo por ser el capitán del equipo; sino por ser atractivo, y eso s
Al terminar la clase, salí furioso, aguantándome el coraje y tratando de olvidar lo que había dicho John. Ignoré todas las fotografías y todos los susurros que decían los estudiantes de la preparatoria. Entré a los vestidores y me puse el uniforme de básquetbol, luego salía a la cancha y, para mi mala suerte, ahí estaban John y Jack, ambos me miraban y cruzaban palabras; por como actuaban supuse que estaban hablando de mí, aunque no me encontraba lo suficientemente cerca como para poder escucharlos.Mi día no pudo ir de mal a peor; Deb se había enojado conmigo, mis 'Mejores amigos' hablaban mal de mí, en mi cara y había miles de fotografías por toda la preparatoria de Missy junto a mí. Recordándome la estupidez que había hecho.¿Podía pasar algo peor? La respuesta era un gran y enorme SÍ. Cuando el entrenamiento terminó, tomé una ducha y al salir, me di cuenta que los vestidores estaban desiertos, así que me apresuré. Amarré una toalla en mi cintura y busqué mi ropa, pero no había nad
Reí junto a ella y me di la vuelta.—No, si quieres te modelo. —Dije haciendo poses extrañas.Ella río hasta más no poder, encontró una toalla y me la lanzó con fuerza.—Cámbiate ya, cerdito.Agarré la toalla y se la di a Deb para que se secara, fui directo al casillero de John a buscar ropa; sabía que su casillero tenía un truco para abrir que tiempo atrás él me había enseñado. Afortunadamente sí había algo de ropa, aproveché y me la puse sin dudar.—Te tocará a ti a lavar la ropa de John. —Señaló.—Sí, lo sé cariño.— ¿No tienes nada para mí? —Preguntó.—Espera... supongo que sí. —Busqué entre el desastre una camisa de botones y se la di, para su mala suerte, esta le quedaba muy grande, cualquiera pensaría que es un vestido.—Te ves hermosa con cualquier ropa que te pongas. —Dije colocando mis manos en su cintura. —Ven aquí mi cielo, bésame, bésame, bésame. —Sus mejillas se encendieron y se acercó a mí, mimada.Besó mis labios, pero después pasó su mano por ellos. No supe porque lo
Era tan sólo un niño. No podía decirle no a lo que Oscar me estaba tratando de explicar. Yo solo asentía como un tonto sin saber por qué tenía que ser un “Hombre”, sería el hombre de la casa a tan poca edad.Nunca viví mi infancia como lo vivieron mis compañeros de jardín, o los de la primaria. Jamás me atreví a contarle nada de mi pasado a nadie. Era un niño solitario que jugaba con sus carritos en el recreo, alejado de todos. No socializaba con nadie, yo solo crecí con la mentalidad de que yo ya tenía que ser un hombre y que tenía que proteger a mi madre.Y así fue... nos mudamos de ciudad para variar.Oscar... bueno Oscar desapareció de la faz de la tierra, ya nunca supe de él. Solo tengo en mente que él fue una buena persona con nosotros y que fue como un padre para mí, y gracias a él a mi mamá le cambió el semblante con su ayuda. Siempre estaba ahí para protegernos y darnos cariño. Siendo el padre que, a pesar de tenerlo, nunca tuve esa conexión.Eventualmente, crecí…Entré a la
—No sé qué haría sin ti. —Murmuré.Ella se levantó, se sentó en mis piernas quedando frente a mí y me abrazó por el cuello. Faltaban tan solo cinco días para el campeonato de básquetbol, y mis nervios estaban en flor de piel. Ni siquiera sentía hambre, y la falta de sueño tampoco ayudaba. La combinación de no comer y no dormir bien era realmente desafiante para mí.El resto de los días, mi humor no estuvo muy bien que digamos. Solía pelear todos los días con Deb, por cosas sin sentido para mí, pero ella tenía sus razones —La mayoría por culpa de Missy y otras por mí, y dejar que las cosas fluyeran—. La frase “Pasado pisado” no estaba funcionando en realidad en nada, no estaba sirviendo para tener así sea un minuto en paz con Deb; así que no volví a insistir de usar la frase. Debía de admitir que Missy no era una buena influencia en ningún sentido y de alguna forma tenía que darle un alto a esa situación. Tras cada entrenamiento o partido amistoso, las porristas ensayaban su rutina en
Dejé caer el vaso de cristal en el suelo haciéndolo mil pedazos y después tomé los pequeños pedazos de vidrio, pero uno de ellos me pinchó el dedo pulgar, lo raro fue que no sentí ningún dolor, ¿No siento dolor físico? Sólo emocional... será... así que, con manos temblorosas y ojos llenos de lágrimas, tomé un trozo de vidrio y lo deslicé sobre mi muñeca, con el corazón hecho pedazos y la mente invadida por recuerdos dolorosos del pasado. Sin embargo, el vidrio no dejó ni un rasguño en mi piel, así que lo pasé nuevamente con cuidado. Fue entonces cuando una voz me detuvo en seco.— ¡ARMACOST! ¿QUE RAYOS ESTAS HACIENDO? —Era ella, era Deb. Su voz aterciopelada e histérica me hizo salir de mis pensamientos. Dejé caer el vidrio al suelo y pasé mi mano por mi frente limpiando mi sudor. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? No debía de ser tan cobarde, necesitaba demostrar lo fuerte que era.Sentía que ya era suficiente, había sido siempre tan fuerte, incluso cuando menos lo debía de ser, que h