Al terminar la clase, salí furioso, aguantándome el coraje y tratando de olvidar lo que había dicho John. Ignoré todas las fotografías y todos los susurros que decían los estudiantes de la preparatoria. Entré a los vestidores y me puse el uniforme de básquetbol, luego salía a la cancha y, para mi mala suerte, ahí estaban John y Jack, ambos me miraban y cruzaban palabras; por como actuaban supuse que estaban hablando de mí, aunque no me encontraba lo suficientemente cerca como para poder escucharlos.Mi día no pudo ir de mal a peor; Deb se había enojado conmigo, mis 'Mejores amigos' hablaban mal de mí, en mi cara y había miles de fotografías por toda la preparatoria de Missy junto a mí. Recordándome la estupidez que había hecho.¿Podía pasar algo peor? La respuesta era un gran y enorme SÍ. Cuando el entrenamiento terminó, tomé una ducha y al salir, me di cuenta que los vestidores estaban desiertos, así que me apresuré. Amarré una toalla en mi cintura y busqué mi ropa, pero no había nad
Reí junto a ella y me di la vuelta.—No, si quieres te modelo. —Dije haciendo poses extrañas.Ella río hasta más no poder, encontró una toalla y me la lanzó con fuerza.—Cámbiate ya, cerdito.Agarré la toalla y se la di a Deb para que se secara, fui directo al casillero de John a buscar ropa; sabía que su casillero tenía un truco para abrir que tiempo atrás él me había enseñado. Afortunadamente sí había algo de ropa, aproveché y me la puse sin dudar.—Te tocará a ti a lavar la ropa de John. —Señaló.—Sí, lo sé cariño.— ¿No tienes nada para mí? —Preguntó.—Espera... supongo que sí. —Busqué entre el desastre una camisa de botones y se la di, para su mala suerte, esta le quedaba muy grande, cualquiera pensaría que es un vestido.—Te ves hermosa con cualquier ropa que te pongas. —Dije colocando mis manos en su cintura. —Ven aquí mi cielo, bésame, bésame, bésame. —Sus mejillas se encendieron y se acercó a mí, mimada.Besó mis labios, pero después pasó su mano por ellos. No supe porque lo
Era tan sólo un niño. No podía decirle no a lo que Oscar me estaba tratando de explicar. Yo solo asentía como un tonto sin saber por qué tenía que ser un “Hombre”, sería el hombre de la casa a tan poca edad.Nunca viví mi infancia como lo vivieron mis compañeros de jardín, o los de la primaria. Jamás me atreví a contarle nada de mi pasado a nadie. Era un niño solitario que jugaba con sus carritos en el recreo, alejado de todos. No socializaba con nadie, yo solo crecí con la mentalidad de que yo ya tenía que ser un hombre y que tenía que proteger a mi madre.Y así fue... nos mudamos de ciudad para variar.Oscar... bueno Oscar desapareció de la faz de la tierra, ya nunca supe de él. Solo tengo en mente que él fue una buena persona con nosotros y que fue como un padre para mí, y gracias a él a mi mamá le cambió el semblante con su ayuda. Siempre estaba ahí para protegernos y darnos cariño. Siendo el padre que, a pesar de tenerlo, nunca tuve esa conexión.Eventualmente, crecí…Entré a la
—No sé qué haría sin ti. —Murmuré.Ella se levantó, se sentó en mis piernas quedando frente a mí y me abrazó por el cuello. Faltaban tan solo cinco días para el campeonato de básquetbol, y mis nervios estaban en flor de piel. Ni siquiera sentía hambre, y la falta de sueño tampoco ayudaba. La combinación de no comer y no dormir bien era realmente desafiante para mí.El resto de los días, mi humor no estuvo muy bien que digamos. Solía pelear todos los días con Deb, por cosas sin sentido para mí, pero ella tenía sus razones —La mayoría por culpa de Missy y otras por mí, y dejar que las cosas fluyeran—. La frase “Pasado pisado” no estaba funcionando en realidad en nada, no estaba sirviendo para tener así sea un minuto en paz con Deb; así que no volví a insistir de usar la frase. Debía de admitir que Missy no era una buena influencia en ningún sentido y de alguna forma tenía que darle un alto a esa situación. Tras cada entrenamiento o partido amistoso, las porristas ensayaban su rutina en
Dejé caer el vaso de cristal en el suelo haciéndolo mil pedazos y después tomé los pequeños pedazos de vidrio, pero uno de ellos me pinchó el dedo pulgar, lo raro fue que no sentí ningún dolor, ¿No siento dolor físico? Sólo emocional... será... así que, con manos temblorosas y ojos llenos de lágrimas, tomé un trozo de vidrio y lo deslicé sobre mi muñeca, con el corazón hecho pedazos y la mente invadida por recuerdos dolorosos del pasado. Sin embargo, el vidrio no dejó ni un rasguño en mi piel, así que lo pasé nuevamente con cuidado. Fue entonces cuando una voz me detuvo en seco.— ¡ARMACOST! ¿QUE RAYOS ESTAS HACIENDO? —Era ella, era Deb. Su voz aterciopelada e histérica me hizo salir de mis pensamientos. Dejé caer el vidrio al suelo y pasé mi mano por mi frente limpiando mi sudor. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? No debía de ser tan cobarde, necesitaba demostrar lo fuerte que era.Sentía que ya era suficiente, había sido siempre tan fuerte, incluso cuando menos lo debía de ser, que h
Era Missy corrió hacia mis brazos a gran velocidad y yo sólo la atrapé, tenía que hacerlo ya que de lo contrario iba a caer sobre mí. Entrelazo sus manos detrás de mi cuello y comenzó a besarme descontroladamente. Con una sed increíble. Sus labios iban de un lado a otro, como si bailaran al compás de una melodía, mientras sus manos jugueteaban con mi cabello, siguiendo el mismo ritmo que nuestras cabezas.Abrí mis ojos y la alejé rápidamente ¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Qué acababa de hacer? Otra vez más había caído entre su telaraña. Ella sonrió y yo contemplé completamente; sus ojos marrones, luego miré sus labios gruesos y rojos debido a lo fuerte que me había besado. Su cabello rubio caía en capas sobre sus hombros y llegaba un poco más abajo de la espalda. Ni hablar del uniforme de porrista; era roja, azul, blanco y negro con una gran "S" en el pecho lo cual significaba nuestra mascota 'Snakes'. Usaba una minifalda con un top que dejaba en descubierto parte de su pecho y todo su
Cuando me desperté, me percaté de lo que había sucedido, rápidamente busqué a Deb en el carro. Se encontraba realmente mal, prácticamente todo el impacto lo había recibido ella, la puerta del copiloto desde adentro se veía realmente mal, ella estaba inconsciente y sangraba en varias partes de su cuerpo, la cabeza, la nariz, los brazos eran solo las que pude ver. A pesar de no llevar el cinturón de seguridad puesto, no salió volando del carro debido a la bolsa de aire que había en la guantera.El olor a gasolina me causó un fuerte mareo y dolor de cabeza, pero no me importó. Desabroche el cinturón de seguridad de mi asiento y me lance por Deb salí del carro y desde la parte exterior las cosas se veían aún peor, saqué fuerzas de dónde no tenía, la puerta del copiloto había quedado tan jodida que pude arrancarla de auto y como pude la tomé en mis brazos y corrí por toda la calle desierta gritando por ayuda. Su cuerpo estaba débil, sus ojos estaban cerrados y su blusa favorita estaba empa
— ¿Cuántos días han pasado, mamá? —Pregunté tapándome los ojos, me fastidiaba la luz y sentía que me pegaban con un martillo mi cabeza; el dolor era insoportable.—Han pasado trece horas, cielo. —Era poco tiempo, así que no podía preocuparme, aún tenía tiempo para mejorarme un poco y visitar a Deb.— ¿Cuándo saldré de aquí? —Pregunté desesperado.—Hoy, por la noche.—Perfecto. —Sentí que las horas pasaban muy lentamente, cada media hora le preguntaba si ya me darían de alta; me estaba ganando la desesperación. Por la noche no concilie el sueño, así que, a escondidas de los doctores, salí de mi habitación en busca de Deb. No soportaba el no saber absolutamente nada de ella, y solo saber que estaba en terapia intensiva, me provocaba más desespero por verla y estar a su lado.Habitación 16, habitación 17, y en la descripción que se encontraba al lado de la puerta ninguna tenía la información de mi chica. Subí las escaleras hasta toparme con un amplio pasillo y a mitad de éste se encontra