Al día siguiente, desperté con un terrible dolor en todo mi cuerpo, sentía en mis brazos una pulsación como si mi corazón estuviera latiendo ahí y no en mi pecho. Un fuerte mareo me hizo volver a mi almohada y yo solo miré hacia el techo. Había sido una larga noche.Tomé mi celular y miré que tenía al menos más de veinte llamadas perdidas, quince mensajes de texto y cinco buzones de voz y todos eran de la misma persona, Axel Armacost.Los abrí, empezando primeramente con los buzones de voz. El primero —“Hola bebé, te amo”, el segundo me asustó un poco, pues su voz se quebraba entre cortadas —“Bebé te extraño, te amo, eres todo para mí, vuelve a casa, por favor” el tercer mensaje de voz, estaba un poco más calmado, su voz era lenta y aterciopelada “Débora, esto es en serio, son las tres de la mañana y no sé qué rayos voy hacer sin ti. La cama te extraña, cariño, vuelve ya” el cuarto mensaje de voz, me causó miles de escalofríos, ya que fue el más largo —“Bebé, ¿Sabías que te amo? Te ex
— ¡No! —Ordené aclarando mi voz. —No harás nada ¿Me escuchaste, Axel? —Tomé su rostro entre mis manos, estaba demacrado y delgado, perdía peso; aun así, lo miré suplicándole, me llevó un buen rato hasta que por fin hice que entrara en razón. Sus ojos se posaron en los míos y se quedó serio, tratando de calmarse, inhalando y exhalando constantemente.El silencio permaneció, mientras estaba calmado pude sentir una sensación de paz al estar a su lado. Comencé a detallar su rostro, esas ojeras eran notorias, se notaba que no estaba durmiendo bien y mucho menos alimentándose bien ya que estaba un poco delgado; la camisa le estaba quedando holgada, pero lo disimulaba bien con esa chaqueta de cuero que llevaba puesta; instintivamente me acerqué a él y yo besé sus labios. Nuestro beso siguió, hasta que se volvió intenso, él acerco mi cuerpo al suyo, nuestros labios estaban fundido en un compás sin ganas de parrar, sentía que me quedaba sin respiración, pero no importaba me sentía feliz con Ax
Lo miré, y él me miró determinando cada aspecto de mi rostro y luego fingió una sonrisa. Y esa fue la última vez que supe de Axel.Los días pasaron, semanas e incluso meses también y él jamás volvió a dar una señal de vida; lo cual agradecí. Lo mejor era que me empezaba a acostumbrar a tener que vivir sin él y me sentía aliviada.✿✿✿✿✿✿✿Mi habitación era demasiado cálida y el ambiente estaba más cargado de soledad que la misma noche tropical del exterior. Se me formo una gota de sudor en la nuca. Salí de la habitación y caminé lentamente hasta que pude llegar y tocar la red espumosa de las olas del mar.En los viejos tiempos, solía hacerlo de la mano de Deb, pero ya había aprendido una gran lección, y era que el “Karma”, siempre me iba a estar torturando por haber sido tan mala persona en mi pasado y por haber sido un novio de mierda con Deb.El viento cambió de dirección, trayendo olor de tierra húmeda y de lluvia al punto de que el viento comenzó a levantar arena del mar, haciendo
Sentía fuego en mi piel, me quemaba cada vez un poco más. Y al parecer a mi novio también, ya que me sostenía entre sus brazos mientras yo ardía en llamas y el rojo carmesí de mi sangre recorría todo mi cuerpo. Escuché una ambulancia acercarse cada vez más y después la voz de mi novio. —Veníamos del juego de la gran final de básquetbol, el cual nuestro equipo ganó y ella se enojó mucho conmigo debido a que una de las porristas me besó y por ese beso ella me gritó diciéndome que la llevara a casa, lo cual hice, pero ella aún estaba muy enojada, en el auto seguimos discutiendo; en una de las curvas un camión cisterna lleno de gasolina chocó contra nosotros y en minutos el carro explotó. Sólo fue cuestión de segundos para poder salir, pero ella fue la más afectada debido a que se encontraba muy cerca de las llamas y pocas chispas se esparcieron en su cuerpo, la puerta del copiloto quedó destrozada y debido a los golpes ella no aguantó. ✿✿✿✿✿✿✿ Era un lugar hermoso, debo admitirlo. En é
Me encontraba más solo que un vagabundo sin hogar, ni familia. Ella era todo lo que yo tenía y ahora estaba desolado, triste y en una fuerte depresión que me mataba cada segundo, podía sentir como la desesperación se apoderaba de mi cuerpo. La cama sin su presencia no era nada, más que puras almohadas y cobijas. Su ropa aún estaba esparcida por el suelo, tal y como la última vez que íbamos a la fiesta, me invadió un recuerdo suyo, corriendo como loca por no saber qué ropa ponerse; dejando la habitación patas para arriba… ella se estaba arreglando, quedó tan hermosa como siempre, pero fui un tonto en no apreciarla. Recorrí la cama con mi mano; aún quedaban restos de su perfume, su silueta imaginada en mi mente, llenaba mi soledad. No era perfecta, pero era lo más cercano a la perfección… para mí ella era la perfección en vida, pero ya no estaba, me encontraba completamente solo. Eran las dos de la madrugada y su ausencia me estaba matando. No quería saber cómo iba a ser mi vida sin e
La chica de cabello negro, cayó al suelo, estaba desmayada, la observé detenidamente. Esta chica era realmente muy parecida a Deb, solo había pequeños rasgos que la diferenciaban. Corrí bajo la espesa lluvia que caía, tras esa chica que, de alguna forma, sabía que era mi amada, mi corazón me lo decía a gritos. Mi mente estaba a mil, no entendía qué pasaba. La única explicación razonable es… que de alguna forma mi amaba, mi Deb, regresó a mis brazos. La tome de la nuca y la acerque a mi pecho, besé su frente y me di cuenta de que tenía un gran parecido a Deb. Contemplé su hermoso cabello lacio, sus ojos cerrados, sus labios carnosos que se encontraban semiabiertos y su color rojo intenso que me impulsaban a besarla, pero sabía que no podía. Su hermosa tez blanca relucía bajo la espesa lluvia y lo único que deseaba era que abriera sus hermosos ojos. —Mi amor, ¿Eres tú? —Pregunté emocionado, mis lagrimas se mezclaban con la lluvia interminable. Ella no respondió. Sus ojos continuaban
—Mi nombre es... Axel. —mordió sus labios. Pasó la mano por su cabello lacio y se puso de pie. Colocó sus manos en los bolsillos del pantalón y miré como sus ojos brillaban intensos. — ¿Vivirás conmigo? —Mintió queriendo sonreír, pero sin lograrlo, pero tenía que preguntárselo. —Como siempre, Deb. —Contestó a los segundos. — ¿Y tú cuidas de mí? —Siempre lo he hecho. —Gracias. —Murmuré mirando la habitación. Un doctor entró y me dio algunas pastillas, ordenó que me durmiera un poco y que, si para el día de mañana mejoraba, yo podría irme a casa. Luego salió y nuevamente quedé a solas con ese chico. —Así que ¿Cuánto tiempo has estado aquí? —Pregunté rompiendo el silencio. Si no lo hacía yo, él no se preocupaba por hacerlo. Simplemente se quedaba con su mirada fija en el suelo, como si resultara muy interesante ver las rayitas y las figuras que formaba la baldosa. Descubrí que una de su reacción debido a los nervios, era morder su labio inferior y debido a ello, tenía algunas ci
Saboreé sus labios en mi mente, imaginándome el beso perfecto que podría darle a esta distancia tan corta que lo tenía, pero lo evité a toda costa. Tenía que ganarle a la tentación. Puesto que había tardado mucho en contestar, traté de concentrarme y solo pude decir lo primero que cruzó mi mente... —... Dormí perfectamente bien. —Contesté. Su sonrisa se hizo aún más amplia, dejando en descubierto su dentadura blanca. Note unos pequeños hoyuelos en sus mejillas y eso me pareció lo más hermoso del mundo. Cuando salí del hospital, decidí vivir con "Mi prometido" puesto que quería retomar la forma en la que solía vivir. Quería conocer un poco más a Axel. La casa era demasiado parecida a la de mi sueño, y no podía equivocarme sobre aquella piscina. Tuve esa sensación de Déjà vu al ingresar a la casa. Miré que colocó las llaves en una mesita de vidrio que estaba en la sala y yo solamente me encaminé hacia esa puerta corrediza de cristal que dividía la habitación de la piscina. —Tal vez