Saboreé sus labios en mi mente, imaginándome el beso perfecto que podría darle a esta distancia tan corta que lo tenía, pero lo evité a toda costa. Tenía que ganarle a la tentación.
Puesto que había tardado mucho en contestar, traté de concentrarme y solo pude decir lo primero que cruzó mi mente...
—... Dormí perfectamente bien. —Contesté.
Su sonrisa se hizo aún más amplia, dejando en descubierto su dentadura blanca. Note unos pequeños hoyuelos en sus mejillas y eso me pareció lo más hermoso del mundo.
Cuando salí del hospital, decidí vivir con "Mi prometido" puesto que quería retomar la forma en la que solía vivir. Quería conocer un poco más a Axel. La casa era demasiado parecida a la de mi sueño, y no podía equivocarme sobre aquella piscina. Tuve esa sensación de Déjà vu al ingresar a la casa.
Miré que colocó las llaves en una mesita de vidrio que estaba en la sala y yo solamente me encaminé hacia esa puerta corrediza de cristal que dividía la habitación de la piscina.
—Tal vez podrías tomar un baño mañana. —Lo escuché decir a lo lejos.
Sonreí ante el acto de que un recuerdo se me vino a la mente, y era que yo amaba el nadar. Pero ¿Sabía nadar? Esperaba que sí. Sentí su respirar en mi hombro y luego sus brazos rodear mi cintura, sus labios besaron mi mejilla y yo sentí miles de mariposas en mi estómago.
— ¿Quieres tomar una siesta? —Propuso.
Negué con la cabeza y quité sus brazos de mi cintura. Sin preocupación salí hacia la piscina tratando de hacer memoria de lo que yo solía hacer en este lugar. Pero fallando en el intento. No podía recordar nada, ni siquiera sabía si podía nadar o si Axel se tenía que meter conmigo a ayudarme en la parte más profunda de la piscina.
Me quité las zapatillas de tacón y las sostuve en mi mano, bajé por la vereda de madera llegando hacia el mar, toqué con mis pies desnudos la arena suave, la sensación me agradó así que me acerqué más hacia el mar. Eché una mirada hacia atrás y miré a Axel que me observaba desde una esquina de la casa. Le dediqué una sonrisa y él me la devolvió, mientras cruzaba sus brazos en el pecho. El agua estaba helada, y tan pronto sentí como el frio corrió a través de mí cuerpo, un mareo me causó un temblor en las piernas. Sentí una ráfaga de viento golpear mi rostro, mezclado con arena y después no supe nada de mí.
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Jamás había dormido tan profundamente. Al parecer, amaba dormir junto a él y siempre solía dormir en su pecho, ya que notaba algo mágico al estar en esa posición, y a él parecía agradarle la idea de que yo Io hiciera de esa forma. Al despertar, estaba sola en la cama, prendí el televisor y miré las noticias, así me mantendría al tanto de lo que estaba pasando.
A los minutos entró él. Usaba un bóxer color negro, y después me di cuenta que traía mi desayuno.
—Hola, buenos días princesa. —Dijo dando un beso en mi frente. — ¿Cómo amaneciste? —Yo sonreí nerviosa.
—Bien, gracias ¿Esto es para mí? —Pregunté curiosa.
—Si. —Dijo acomodándolo en una mesita. —Tu desayuno favorito, princesa.
—Bueno, gracias. —Sonreí. — ¿Puedes ponerte algo de ropa? —Él sonrió.
—Sí, no hay problema.
Buscó algo de ropa en un cajón y se introdujo al baño.
Continúe por seguir comiendo hasta que casi acabe mi desayuno, a los minutos salió desnudo en busca de una toalla. Mis ojos se salieron de mi rostro —O al menos eso sentí— tragué un poco de jugo para pasar algo de comida que se había atorado en mi garganta y después tapé mis ojos.
—Lo siento, ¿Te incomodé? Es la costumbre. —Dijo entre risas cubriendo sus partes con la toalla con una tranquilidad inmensa.
No podía creerlo, entonces si él aparecía así en casa ¿Como lo hacía yo? AI parecer eso de andar desnudos puede que sea costumbre de ambos.
Cuando salió —Por fin con ropa— se sentó en la cama y aun reía.
— ¿Qué? ¿Es costumbre mía también andar desnuda? —Él negó con la cabeza.
—No, no lo es, solo yo ando así.
— ¿Y yo? No, no, espera, ¿Desde cuándo andas así?
—Pues si te refieres a edad, desde que tenía como diez años y si te refieres al tiempo que tenemos viviendo juntos, desde siempre. —Contestó con un tono burlón.
— ¿Me acostumbre tan rápido?
—Algo así, la primera vez tu reacción fue exactamente igual a la de hoy.
Sonreí avergonzada, pero al parecer a él no lo avergonzaba en lo más mínimo. Empezaba a agradarme su compañía y aunque a veces era insoportable tener que escuchar su tipo de música extraña, me comenzaba a gustar; él era lo más cercano a el hombre perfecto —A excepción de que todas las mañanas amanecía desnudo en la cama—.
— ¿Que sucedió en la playa? —Pregunté impaciente.
Su cara se tomó un poco seria y le bajó el volumen al televisor.
—Te desmayaste, princesa.
Su forma de llamarme "Princesa" me parecía muy tierna. Fingí cara de sorpresa y esperé a que continuara.
—Aún no estás muy bien de defensas y todo eso... —Hizo un gesto de confusión, como si no supiera de lo que estaba hablando.
Reí ante su acción y continué comiendo lo poco que quedaba en el plato.
Pasamos toda la mañana platicando. Él me explicaba cómo vivíamos y que hacíamos los fines de semana, las mañanas de cada día y qué me gustaba comer. Pero todo se entristeció cuando yo mencione un nombre.
— ¿Y qué me dices de John? —Por alguna razón ese nombre apareció en mi mente.
Sus ojos brillaron y mire que después su cara demostró miles de sentimientos; odio, furia, enojo y tristeza. ¿Pero qué había pasado? ¿Era John malo? A mí mente llegaron una serie de recuerdos de él siendo una persona amable y la persona que a todos les caía muy bien, siendo un chico popular por el cual todas las porristas babeaban por él.
¿Y Axel? Axel no le había agradado la idea de que yo le dijera ese nombre, y mucho menos a la hora del desayuno. Dejó su comida a un lado y miré como sus puños de las manos estaban tensos. Su dentadura estaba cerrada, como si tuviera frío y estuviera soportando titilar con los dientes. Su respiración se tornó agitada y las fosas nasales estaban un poco abiertas. Debía admitir que temía de lo que estaba por hacer.
No sabía si había sido una buena idea mencionar a John… incluso, pensé que había jodido el momento que estábamos compartiendo.
» Antes del accidente « Desperté al lado de mi novia, había la demasiada confianza como para hacer lo que quisiera, así que dormía desnudo, tenía la vaga costumbre desde joven de dormir así. Me metí al baño y lavé mis dientes, luego mi cara, me puse un bóxer e hice algo de desayunar. —Que sexy amanecimos hoy, mi amor. —Dijo Deb abrazándome por detrás. —Hola, buenos días señorita dormilona. —Besé sus labios y continúe cocinando, ella se sentó en la barra mientras me miraba con delicadeza. — ¿Qué harás, cariño? —Huevos con jamón. —Me parece perfecto. —Dijo sonriente. Le regresé la sonrisa y continué con mi quehacer. Comimos como cada mañana, juntos y regresamos a la preparatoria. Besé sus labios y me introduje a mi salón de clases, poco después salía la cancha de básquetbol y me junté con mis compañeros de equipo para organizar el juego, puesto que en unos días iba a ser la gran final. Las porristas ensayaban su rutina y fue entonces cuando llegó Missy, la ahora líder de todas las
Su voz encajó perfectamente en la situación, yo me levanté y corrí a tomarla en los brazos, la levanté hasta llevarla en uno de mis hombros, ella renegaba; la dejé caer en la cama de nuestra habitación. Yo me acosté arriba de ella agarrando sus brazos para que no se quitará. La besé hasta que ella se rindió y me siguió el beso. — ¡Basta! ¡Suéltame maldito infiel! —Exclamó enojada. Me levanté y la tomé de la mano para que ella también se levantara de la cama. —Perdón, no quise hacerlo. —Dije. Ella sacudió polvo invisible de su blusa y se puso de pie. —Si vamos a vivir perdonando al prójimo ya sería millonaria ¿No lo crees, Armacost? —Respondió con ironía. ¿ARMACOST? ¿En serio? Escuché perfectamente bien ese tono de llamarme por mi apellido… eso significaba sólo una cosa, estaba enojada. Más bien, estaba hirviendo en furia. —Oh vamos, cariño... —Rogué. — ¡No te atrevas a siquiera llamarme cariño! ¡Aléjate de mí, aléjate, aléjate! —Gritó golpeando mi pecho histéricamente. Yo la d
Empecé a sudar de los nervios y tan pronto miré que comentó, le respondí con “Oh, gracias linda, es tan gratificador que me felicites con esa energía de siempre. Te amo.” Literalmente a los segundos me llegó otra notificación de ella “Ya sabes, yo siempre con mi buena energía.” Definitivamente las había cagado, cometí una estupidez por culpa de la rabia del momento y ahora me encontraba en problemas. Vacilé unos segundos y miré que John se acercó a mí con un gesto de preocupación. —Oye viejo, ¿Que sucedió? Miré la foto. —Dijo mientras me mostraba su celular. — ¿Qué? ¡Ya todos la miraron! ¡Demonios! Se sentó en una silla a mi lado y me miró mientras me quitaba el celular de las manos. Se puso a leer los comentarios hasta llegar a los últimos. — ¡Pero qué idiota eres! —Exclamó levantando sus cejas. — ¿No te das cuenta en lo que te has metido? —Advirtió. Asentí con la cabeza y coloqué mis codos en las piernas mientras con mis manos movía mi cabello hacia atrás. Me sentía resignado.
Abrí mis ojos lentamente y el sol me estaba iluminando todo el rostro, me levanté y moví las cortinas hasta que la oscuridad volvió a reinar en la habitación. Todo había sido nada más un dulce sueño. Y en realidad quería volver al sueño que tenía. Intenté seguir durmiendo, pero luego escuché el timbre, me puse un pantalón y con mis dedos le di un poco de forma a mi cabello, no esperaba ninguna visita, pero tampoco quería dar la sensación de estar recién levantado. Era solamente el cartero, solo era para dejar unas facturas. Busqué algo de comer en el refrigerador y me di cuenta que ya estaba completamente vacío, solo había dos cervezas, unos seis yogurts, una gelatina y tres huevos. De seguro los invitados a la fiesta vaciaron la nevera y John terminó de completar. —Nota mental, hacer la compra. —Pasé mi mano por mis ojos hinchados, y caminé hacia el baño. Miré a Deb con sus ojos cerrados y, en realidad no me había equivocado, sus párpados eran muy notables; como si hubiera llorado t
—Sólo quiero decirte que no lo volveré a hacer y que eso fue solo un impulso. —Ella pensó unos segundos para contestar. —Entonces, ¿Te parecería bien que yo hiciera lo mismo que tú y luego venir y sólo pedir disculpas? —Confesó. Deb tenía toda la razón, yo estaba agarrando la vieja costumbre de ofenderla, de hacerle daño o hacerla enojar y luego llegar como si jamás hubiera hecho algo, pidiendo disculpas, pidiendo perdón; haciendo promesas de cambiar y mejorar. Y en parte eso estaba mal, pero ya estaba acostumbrado a que todas las chicas tuvieran miedo de perderme, así que ellas siempre terminaban regresando a mí, destrozadas, pidiendo perdón por haberles dejado de hablar o simplemente haberme ido sin razón. Pero eso no me preocupaba en lo más mínimo, yo era feliz sin batallar con ellas, amaba que me rogaran. Es decir ¿Qué hombre no desea eso? Yo tenía todo lo que quería bajo mis brazos, era el chico más popular, no solo por ser el capitán del equipo; sino por ser atractivo, y eso s
Al terminar la clase, salí furioso, aguantándome el coraje y tratando de olvidar lo que había dicho John. Ignoré todas las fotografías y todos los susurros que decían los estudiantes de la preparatoria. Entré a los vestidores y me puse el uniforme de básquetbol, luego salía a la cancha y, para mi mala suerte, ahí estaban John y Jack, ambos me miraban y cruzaban palabras; por como actuaban supuse que estaban hablando de mí, aunque no me encontraba lo suficientemente cerca como para poder escucharlos.Mi día no pudo ir de mal a peor; Deb se había enojado conmigo, mis 'Mejores amigos' hablaban mal de mí, en mi cara y había miles de fotografías por toda la preparatoria de Missy junto a mí. Recordándome la estupidez que había hecho.¿Podía pasar algo peor? La respuesta era un gran y enorme SÍ. Cuando el entrenamiento terminó, tomé una ducha y al salir, me di cuenta que los vestidores estaban desiertos, así que me apresuré. Amarré una toalla en mi cintura y busqué mi ropa, pero no había nad
Reí junto a ella y me di la vuelta.—No, si quieres te modelo. —Dije haciendo poses extrañas.Ella río hasta más no poder, encontró una toalla y me la lanzó con fuerza.—Cámbiate ya, cerdito.Agarré la toalla y se la di a Deb para que se secara, fui directo al casillero de John a buscar ropa; sabía que su casillero tenía un truco para abrir que tiempo atrás él me había enseñado. Afortunadamente sí había algo de ropa, aproveché y me la puse sin dudar.—Te tocará a ti a lavar la ropa de John. —Señaló.—Sí, lo sé cariño.— ¿No tienes nada para mí? —Preguntó.—Espera... supongo que sí. —Busqué entre el desastre una camisa de botones y se la di, para su mala suerte, esta le quedaba muy grande, cualquiera pensaría que es un vestido.—Te ves hermosa con cualquier ropa que te pongas. —Dije colocando mis manos en su cintura. —Ven aquí mi cielo, bésame, bésame, bésame. —Sus mejillas se encendieron y se acercó a mí, mimada.Besó mis labios, pero después pasó su mano por ellos. No supe porque lo
Era tan sólo un niño. No podía decirle no a lo que Oscar me estaba tratando de explicar. Yo solo asentía como un tonto sin saber por qué tenía que ser un “Hombre”, sería el hombre de la casa a tan poca edad.Nunca viví mi infancia como lo vivieron mis compañeros de jardín, o los de la primaria. Jamás me atreví a contarle nada de mi pasado a nadie. Era un niño solitario que jugaba con sus carritos en el recreo, alejado de todos. No socializaba con nadie, yo solo crecí con la mentalidad de que yo ya tenía que ser un hombre y que tenía que proteger a mi madre.Y así fue... nos mudamos de ciudad para variar.Oscar... bueno Oscar desapareció de la faz de la tierra, ya nunca supe de él. Solo tengo en mente que él fue una buena persona con nosotros y que fue como un padre para mí, y gracias a él a mi mamá le cambió el semblante con su ayuda. Siempre estaba ahí para protegernos y darnos cariño. Siendo el padre que, a pesar de tenerlo, nunca tuve esa conexión.Eventualmente, crecí…Entré a la