—Mi nombre es... Axel. —mordió sus labios.
Pasó la mano por su cabello lacio y se puso de pie.
Colocó sus manos en los bolsillos del pantalón y miré como sus ojos brillaban intensos.
— ¿Vivirás conmigo? —Mintió queriendo sonreír, pero sin lograrlo, pero tenía que preguntárselo.
—Como siempre, Deb. —Contestó a los segundos.
— ¿Y tú cuidas de mí?
—Siempre lo he hecho.
—Gracias. —Murmuré mirando la habitación.
Un doctor entró y me dio algunas pastillas, ordenó que me durmiera un poco y que, si para el día de mañana mejoraba, yo podría irme a casa. Luego salió y nuevamente quedé a solas con ese chico.
—Así que ¿Cuánto tiempo has estado aquí? —Pregunté rompiendo el silencio.
Si no lo hacía yo, él no se preocupaba por hacerlo. Simplemente se quedaba con su mirada fija en el suelo, como si resultara muy interesante ver las rayitas y las figuras que formaba la baldosa. Descubrí que una de su reacción debido a los nervios, era morder su labio inferior y debido a ello, tenía algunas cicatrices pequeñas.
Él noto mi observación y lamió sus labios con una sonrisa y sus mejillas encendidas.
—He dormido junto a ti desde el primer día en que pasó el accidente. —Contestó minutos más tarde.
—La casa ha de estar hecha un desastre. —Dije a modo de broma.
—Me temo que sí. —Sonrió.
Miró su reloj de mano y se levantó, hizo un gesto de preocupación y pasó su mano por el cuello.
—Descansa, cariño... —Besó mi frente y luego mis labios. —... sí necesitas algo estaré en la cafetería, son las ocho de la noche y no he comida nada en todo el día.
Su beso me dejó helada, no lo esperaba y menos en estos momentos.
Quería estar tranquila, pero al parecer, me había dejado más confundida de lo que ya estaba.
—No te preocupes, está todo bien, gracias Axel. —Le dedique una sonrisa débil.
El me miró cuando dije "Axel" y su sonrisa se hizo más amplia, como si amara que lo llamara por su nombre. Pero no entendía; sólo sabía su nombre... por qué iba a sentirse tan alegre si sólo sabía cómo se llamaba. Igual no me interesó su sonrisa agradable, ni sus ojos brillantes al mirar los míos, ni mucho menos su cuerpo bien formado. —No, nada en absoluto.
Solo era él y yo era yo. No era alguien del cual podría enamorarme, así que ¡Todo está bien!
A mí ese chico jamás me iba a gustar...Esa noche el sueño se esfumó de mí y comprendí que todo fue a causa de que mi mente estaba jugando mientras dibujaba los labios de Axel, y los sentían tan cercanos a los míos… que de alguna forma sentí su textura tocando mi piel. Me causó un leve cosquilleo en el estómago y de repente sentí unas terribles ganas de vomitar.
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Desperté desorientada y pisé el suelo helado para introducir uno de mis pies en unas pantuflas que había cerca. Entonces miré que aquel chico estaba sentado en el sofá de la habitación. Dormía pacíficamente y al contemplar su belleza, mis ganas de vomitar se quitaron por completo. Pasé mis ojos por sus cejas pobladas y oscuras, luego por sus hermosos ojos, que, aunque estuvieran cerrado eran realmente bellos, se encontraban llenos de pestañas oscuras al igual que sus cejas, sus labios carnosos formaban una perfecta "M", que daban ganas de querer besarlo una y otra vez, pero no supe la razón de mis ganas. Supuse que daba buenos besos y ante esa idea, solté una carcajada en silencio.
Pasé mi mano por mi frente y coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja. Traté de no despertarlo, ya que jamás había visto a alguien dormir tan angelicalmente. Pero todo fue un intento fallido. Sus párpados se abrieron lentamente y me buscaron hasta encontrarme, él sonrió lentamente y se acercó lentamente hacia mí.
—No puedo dejarte sola. —Respondió con una voz tan irresistible.
Pronto sentí mi cuerpo erizarse al tener su mano en contacto con mi brazo, y él lo notó, puesto que pasó su otra mano por mi brazo tratando de arreglarlo todo.
— ¿Tienes frío? —Asentí con la cabeza.
Sentí una ráfaga de aire frío. Se quitó su chaqueta y la paso por mis hombros, dejándola caer en ellos, me quedaba realmente grande, pero me brindaba calor, podía sentir su perfume, era penetrante.
— ¿Mucho mejor? —Preguntó arqueando una ceja.
—Gracias. —Contesté aun temblando.
Arrugó su nariz con un gesto, y yo me embobé en su cara. Reí ante su gesto, pude notar que él también se erizó.
— ¿De qué te ríes? —Dijo entre risas
—No lo sé, eres muy lindo. —Confesé.
Sus mejillas se encendieron aún más y eso me pareció mucho más tierno. No supe en qué momento de la noche me dejé caer en los brazos de Morfeo, pero fue una de las noches en las que dormí más cómoda que nunca.
Al día siguiente, desperté con un dolor extraño en la cabeza, que pronto se me pasó al mirar que Axel había dormido a mi lado, en la camilla.
Sus manos estaban en mi cintura y yo estaba acostada en su pecho tibio.
Me mantuvo caliente toda la noche y esa fue una bella sensación. Había tenido un sueño extraño… aparecía él y nos casábamos, teníamos hijos y vivíamos juntos en aquella casa cerca de la playa. Y aunque no recordaba aquella casa, me pareció muy hermosa —Al menos en el sueño.
Había un balcón en el exterior del patio trasero, que nos llevaba hacia la playa, el suelo era de madera y tenía un pequeño barandal que también era de madera y bajo ese balcón, estaba una piscina amplia, con el agua cristalina.
En el mismo sueño, me encaminé hacia la piscina y ahí fue donde me encontré con un niño pequeño, por cómo lucía supuse que tenía unos cuatro o cinco años. Su cabello era negro y extremadamente lacio, le llegaba un poco más abajo del cuello y tapaba su frente hasta las cejas. Sus ojos eran cafés claros y tenía los labios muy parecidos a los de Axel. En realidad, era muy hermoso. Supuse que era mi hijo puesto que escuché su voz angelical llamarme —Mami.
Y aunque mi sueño no era lo que quería en mi vida, me hizo sentir feliz, Axel parecía ser una persona muy agradable y en el sueño, era lo más cercano a la perfección. A lo que toda mujer desea en la vida: "Un hombre perfecto".
Yo quería recordar exactamente lo que había pasado entre nosotros, quería descubrir nuestro pasado y lo que teníamos planeado para nuestro futuro, aquellas promesas que una vez nos hicimos, las metas, todo. Su voz masculina me hizo salir de mis pensamientos.
— ¿Dormiste bien? —Su sonrisa tan encantadora me estremeció los huesos una vez más y comprendí que esta vez, sus ojos ya me estaban gritando un "Te Amo".
Saboreé sus labios en mi mente, imaginándome el beso perfecto que podría darle a esta distancia tan corta que lo tenía, pero lo evité a toda costa. Tenía que ganarle a la tentación. Puesto que había tardado mucho en contestar, traté de concentrarme y solo pude decir lo primero que cruzó mi mente... —... Dormí perfectamente bien. —Contesté. Su sonrisa se hizo aún más amplia, dejando en descubierto su dentadura blanca. Note unos pequeños hoyuelos en sus mejillas y eso me pareció lo más hermoso del mundo. Cuando salí del hospital, decidí vivir con "Mi prometido" puesto que quería retomar la forma en la que solía vivir. Quería conocer un poco más a Axel. La casa era demasiado parecida a la de mi sueño, y no podía equivocarme sobre aquella piscina. Tuve esa sensación de Déjà vu al ingresar a la casa. Miré que colocó las llaves en una mesita de vidrio que estaba en la sala y yo solamente me encaminé hacia esa puerta corrediza de cristal que dividía la habitación de la piscina. —Tal vez
» Antes del accidente « Desperté al lado de mi novia, había la demasiada confianza como para hacer lo que quisiera, así que dormía desnudo, tenía la vaga costumbre desde joven de dormir así. Me metí al baño y lavé mis dientes, luego mi cara, me puse un bóxer e hice algo de desayunar. —Que sexy amanecimos hoy, mi amor. —Dijo Deb abrazándome por detrás. —Hola, buenos días señorita dormilona. —Besé sus labios y continúe cocinando, ella se sentó en la barra mientras me miraba con delicadeza. — ¿Qué harás, cariño? —Huevos con jamón. —Me parece perfecto. —Dijo sonriente. Le regresé la sonrisa y continué con mi quehacer. Comimos como cada mañana, juntos y regresamos a la preparatoria. Besé sus labios y me introduje a mi salón de clases, poco después salía la cancha de básquetbol y me junté con mis compañeros de equipo para organizar el juego, puesto que en unos días iba a ser la gran final. Las porristas ensayaban su rutina y fue entonces cuando llegó Missy, la ahora líder de todas las
Su voz encajó perfectamente en la situación, yo me levanté y corrí a tomarla en los brazos, la levanté hasta llevarla en uno de mis hombros, ella renegaba; la dejé caer en la cama de nuestra habitación. Yo me acosté arriba de ella agarrando sus brazos para que no se quitará. La besé hasta que ella se rindió y me siguió el beso. — ¡Basta! ¡Suéltame maldito infiel! —Exclamó enojada. Me levanté y la tomé de la mano para que ella también se levantara de la cama. —Perdón, no quise hacerlo. —Dije. Ella sacudió polvo invisible de su blusa y se puso de pie. —Si vamos a vivir perdonando al prójimo ya sería millonaria ¿No lo crees, Armacost? —Respondió con ironía. ¿ARMACOST? ¿En serio? Escuché perfectamente bien ese tono de llamarme por mi apellido… eso significaba sólo una cosa, estaba enojada. Más bien, estaba hirviendo en furia. —Oh vamos, cariño... —Rogué. — ¡No te atrevas a siquiera llamarme cariño! ¡Aléjate de mí, aléjate, aléjate! —Gritó golpeando mi pecho histéricamente. Yo la d
Empecé a sudar de los nervios y tan pronto miré que comentó, le respondí con “Oh, gracias linda, es tan gratificador que me felicites con esa energía de siempre. Te amo.” Literalmente a los segundos me llegó otra notificación de ella “Ya sabes, yo siempre con mi buena energía.” Definitivamente las había cagado, cometí una estupidez por culpa de la rabia del momento y ahora me encontraba en problemas. Vacilé unos segundos y miré que John se acercó a mí con un gesto de preocupación. —Oye viejo, ¿Que sucedió? Miré la foto. —Dijo mientras me mostraba su celular. — ¿Qué? ¡Ya todos la miraron! ¡Demonios! Se sentó en una silla a mi lado y me miró mientras me quitaba el celular de las manos. Se puso a leer los comentarios hasta llegar a los últimos. — ¡Pero qué idiota eres! —Exclamó levantando sus cejas. — ¿No te das cuenta en lo que te has metido? —Advirtió. Asentí con la cabeza y coloqué mis codos en las piernas mientras con mis manos movía mi cabello hacia atrás. Me sentía resignado.
Abrí mis ojos lentamente y el sol me estaba iluminando todo el rostro, me levanté y moví las cortinas hasta que la oscuridad volvió a reinar en la habitación. Todo había sido nada más un dulce sueño. Y en realidad quería volver al sueño que tenía. Intenté seguir durmiendo, pero luego escuché el timbre, me puse un pantalón y con mis dedos le di un poco de forma a mi cabello, no esperaba ninguna visita, pero tampoco quería dar la sensación de estar recién levantado. Era solamente el cartero, solo era para dejar unas facturas. Busqué algo de comer en el refrigerador y me di cuenta que ya estaba completamente vacío, solo había dos cervezas, unos seis yogurts, una gelatina y tres huevos. De seguro los invitados a la fiesta vaciaron la nevera y John terminó de completar. —Nota mental, hacer la compra. —Pasé mi mano por mis ojos hinchados, y caminé hacia el baño. Miré a Deb con sus ojos cerrados y, en realidad no me había equivocado, sus párpados eran muy notables; como si hubiera llorado t
—Sólo quiero decirte que no lo volveré a hacer y que eso fue solo un impulso. —Ella pensó unos segundos para contestar. —Entonces, ¿Te parecería bien que yo hiciera lo mismo que tú y luego venir y sólo pedir disculpas? —Confesó. Deb tenía toda la razón, yo estaba agarrando la vieja costumbre de ofenderla, de hacerle daño o hacerla enojar y luego llegar como si jamás hubiera hecho algo, pidiendo disculpas, pidiendo perdón; haciendo promesas de cambiar y mejorar. Y en parte eso estaba mal, pero ya estaba acostumbrado a que todas las chicas tuvieran miedo de perderme, así que ellas siempre terminaban regresando a mí, destrozadas, pidiendo perdón por haberles dejado de hablar o simplemente haberme ido sin razón. Pero eso no me preocupaba en lo más mínimo, yo era feliz sin batallar con ellas, amaba que me rogaran. Es decir ¿Qué hombre no desea eso? Yo tenía todo lo que quería bajo mis brazos, era el chico más popular, no solo por ser el capitán del equipo; sino por ser atractivo, y eso s
Al terminar la clase, salí furioso, aguantándome el coraje y tratando de olvidar lo que había dicho John. Ignoré todas las fotografías y todos los susurros que decían los estudiantes de la preparatoria. Entré a los vestidores y me puse el uniforme de básquetbol, luego salía a la cancha y, para mi mala suerte, ahí estaban John y Jack, ambos me miraban y cruzaban palabras; por como actuaban supuse que estaban hablando de mí, aunque no me encontraba lo suficientemente cerca como para poder escucharlos.Mi día no pudo ir de mal a peor; Deb se había enojado conmigo, mis 'Mejores amigos' hablaban mal de mí, en mi cara y había miles de fotografías por toda la preparatoria de Missy junto a mí. Recordándome la estupidez que había hecho.¿Podía pasar algo peor? La respuesta era un gran y enorme SÍ. Cuando el entrenamiento terminó, tomé una ducha y al salir, me di cuenta que los vestidores estaban desiertos, así que me apresuré. Amarré una toalla en mi cintura y busqué mi ropa, pero no había nad
Reí junto a ella y me di la vuelta.—No, si quieres te modelo. —Dije haciendo poses extrañas.Ella río hasta más no poder, encontró una toalla y me la lanzó con fuerza.—Cámbiate ya, cerdito.Agarré la toalla y se la di a Deb para que se secara, fui directo al casillero de John a buscar ropa; sabía que su casillero tenía un truco para abrir que tiempo atrás él me había enseñado. Afortunadamente sí había algo de ropa, aproveché y me la puse sin dudar.—Te tocará a ti a lavar la ropa de John. —Señaló.—Sí, lo sé cariño.— ¿No tienes nada para mí? —Preguntó.—Espera... supongo que sí. —Busqué entre el desastre una camisa de botones y se la di, para su mala suerte, esta le quedaba muy grande, cualquiera pensaría que es un vestido.—Te ves hermosa con cualquier ropa que te pongas. —Dije colocando mis manos en su cintura. —Ven aquí mi cielo, bésame, bésame, bésame. —Sus mejillas se encendieron y se acercó a mí, mimada.Besó mis labios, pero después pasó su mano por ellos. No supe porque lo