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CAPÍTULO SEIS – LA FIESTA

» Antes del accidente «

Desperté al lado de mi novia, había la demasiada confianza como para hacer lo que quisiera, así que dormía desnudo, tenía la vaga costumbre desde joven de dormir así. Me metí al baño y lavé mis dientes, luego mi cara, me puse un bóxer e hice algo de desayunar.

—Que sexy amanecimos hoy, mi amor. —Dijo Deb abrazándome por detrás.

—Hola, buenos días señorita dormilona. —Besé sus labios y continúe cocinando, ella se sentó en la barra mientras me miraba con delicadeza.

— ¿Qué harás, cariño?

—Huevos con jamón.

—Me parece perfecto. —Dijo sonriente.

Le regresé la sonrisa y continué con mi quehacer. Comimos como cada mañana, juntos y regresamos a la preparatoria. Besé sus labios y me introduje a mi salón de clases, poco después salía la cancha de básquetbol y me junté con mis compañeros de equipo para organizar el juego, puesto que en unos días iba a ser la gran final. Las porristas ensayaban su rutina y fue entonces cuando llegó Missy, la ahora líder de todas las porristas.

Me coqueteo un poco y me abrazo, trate de quitármela de encima, pero me fue imposible y para mi mala suerte Deb se dio cuenta. Caí en cuenta y corrí hacía ella, la busqué por todos los pasillos de la escuela hasta encontrada en los baños de mujeres, entre con cuidado y la envolví en mis brazos.

—Hermosa, no es lo que parece, créeme ¿Quieres? —Ella negó con la cabeza mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Las limpié con mis labios hasta llegar a los suyos.

—Tú sabes que eres la única chica que yo amo. —Dije acariciando su cabello.

Se abalanzó hacia mí y dejó caer su cabeza en mi regazo.

—Lo siento, cariño. —Rogué.

—Está bien. —Susurró y le dio un beso fugaz a mi pecho, lo que me causó un leve cosquilleo.

La tomé de los muslos y la coloqué entre mi abdomen dejándome llevar por aquellos hermosos labios tan rojos carmesí.

—Ya no quiero que ella sea el motivo de nuestras peleas, princesa. —Dije dejándola caer lentamente en el suelo.

—No puedo, lo siento tu pasado con ella siempre me está atormentando.

—Eso ya quedó atrás, ya no hay más.

— ¿Cómo puedo confiar en ti si me muestras lo contrario? —Su boca no dejaba de hablar mientras que yo estaba tan concentrado en cómo se movían sus labios que la tomé de las mejillas con una mano y la besé.

—Es el beso de la buena suerte, princesa. —Dije sonriente.

Ella me miró enojada.

—Odio que solo me uses. —Confesó.

—Vamos, Deb ¿Que tengo que hacer para que me creas?

—Tal vez no hacerle caso, quizás… Ponerle límites. —Dijo disgustada.

—No le hice caso.

Ella caminó hacia el espejo y limpió su cara, se limpió su rostro y nuevamente quedó perfecta. La acorrale por detrás y bese su mejilla.

— ¿Me das un beso, princesa? —Pedí como bebé.

Ella sonrió y se negó con la cabeza.

— ¿Ah no? —La tomé por la espalda y la cargué en mi hombro izquierdo, salí del baño y corrí por todo el pasillo con ella en brazos, caminé con ella hacia la cancha me detuve en el medio de ésta, había cientos de personas en las bancas, así que aproveché el momento y la bajé, luego besé sus labios sedientos de ellos. Todos los presentes nos miraban, comenzaron a gritar y silbar pero no le tomé importancia alguna.

Cuando me aparte, ella me miró avergonzada y me abrazó para romper el hielo.

— ¿Qué más quieres que haga, princesa? —Susurré en su oído.

—Es suficiente, creo que deberías empezar el juego. —Me dio un beso fugaz y corrió a sentarse en las bancas principales, ella siempre se sentaba en las primeras bancas, era mi amuleto de su suerte y siempre ganábamos gracias a ella.

La miré correr hacia las gradas y yo solo sonreí pasando mi mano por mis labios. Sentía mis mejillas encendidas debido a que en ese instante me había dado cuenta de la cantidad de personas que iban a presenciar el juego amistoso de hoy, no logré imaginar la cantidad que posiblemente asistirían a la gran final.

✿✿✿✿✿✿✿

El juego fue agradable. Fue cansado, pero al final terminamos ganando —Gracias a Deb que era mi amuleto de la buena suerte. Organicé una fiesta en mi casa, ya que era una vieja tradición que el líder del equipo tenía que hacer la fiesta de victoria. Aunque estaba ya muy agotado, seguimos disfrutando de la fiesta.

Deb parecía estar enojada. Lo podía notar a miles de kilómetros de distancia; le lanzaba miradas matadoras y amenazadoras todas las porristas que se me insinuaban y yo por más que quería alejarlas, me era casi una misión imposible. A los minutos la perdí de vista, y me preocupé. Comencé a buscarla en los baños, en las habitaciones... pero no estaba. Dejé de buscarla y le pregunté a John, que, si la había visto por algún lugar de la casa, a lo que él solo me respondió un rotundo "No".

Me tiré en el sillón de la sala, agotado y me saqué la camisa. Missy me miró provocativa y yo solo pensé. —"Rayos, aquí moriré definitivamente".

— ¿No te bañaras, sucio? —Preguntó y yo solo le eché una mirada a su cuerpo en bikini.

—Tal vez después. —Contesté seco, acomodándome en el sillón.

No quería tener problemas con Deb, yo sabía que ella en algún lugar me estaba observando, o más bien "Vigilando".

—Anda, báñate conmigo... bueno, con nosotros en la piscina, no te quiero en la cama así de sucio. —Dijo sentándose a mi lado.

Yo me despegué de ella cambiándome de lugar en el sillón, gracias a Dios, era realmente grande.

—Estoy esperando a Deb. —Dije mientras la ignoraba.

— ¿Deb? ¿Quién es esa? —Vaciló unos segundos. —Oh...ya entiendo, tu novia ¿No?

Yo asentí con la cabeza, colocando una de mis manos en mi mentón mientras recargaba mi codo en la pierna, me encontraba tan serio, tratando de ignorarla que parecía la escultura “El pensador”.

—Es una loca resentida, no sé por qué andas con ella, te mereces algo muchísimo mejor, es decir... ella y tú no hacen una buena pareja, no entiendo cómo es que la "Amas" tanto. —Confesó con cierto resentimiento.

Yo la escuché, pero no me preocupé en prestarle atención así que decidí no responderle, era solo una pérdida de mi valioso tiempo, es decir, se trataba de Missy.

—Y bien... dime como es en la cama, ¿Es tan buena como yo? —Sabía que quería provocarme.

Volteé mi cara hacía la de ella con ganas de darle una buena bofetada, pero era gastar mi valiosa energía.

— ¡Perfecto Axel! —Escuché a lo lejos.

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