— ¿Cuántos días han pasado, mamá? —Pregunté tapándome los ojos, me fastidiaba la luz y sentía que me pegaban con un martillo mi cabeza; el dolor era insoportable.—Han pasado trece horas, cielo. —Era poco tiempo, así que no podía preocuparme, aún tenía tiempo para mejorarme un poco y visitar a Deb.— ¿Cuándo saldré de aquí? —Pregunté desesperado.—Hoy, por la noche.—Perfecto. —Sentí que las horas pasaban muy lentamente, cada media hora le preguntaba si ya me darían de alta; me estaba ganando la desesperación. Por la noche no concilie el sueño, así que, a escondidas de los doctores, salí de mi habitación en busca de Deb. No soportaba el no saber absolutamente nada de ella, y solo saber que estaba en terapia intensiva, me provocaba más desespero por verla y estar a su lado.Habitación 16, habitación 17, y en la descripción que se encontraba al lado de la puerta ninguna tenía la información de mi chica. Subí las escaleras hasta toparme con un amplio pasillo y a mitad de éste se encontra
Nunca había tenido sexo con Deb, pero ella no necesitaba tocarme para sentir que yo la amaba. Tenía una especie de atracción hacia mí que con sólo un beso podía lograr millones de sensaciones en mi cuerpo. La amaba, pero no era necesario poseer su cuerpo para amarla mucho más; yo sería paciente, hasta cuando ella se sienta lista de estar conmigo.Además, no estaba dispuesto a serle infiel una vez más, quería ser lo más fiel posible, aunque con John a mi lado y esa maldita fiesta era algo imposible. En este momento, no me importaba absolutamente nada.—De acuerdo, vayamos. —Dije fingiendo una sonrisa, quería quitármelo de encima.— ¡Sí! Ese es mi amigo, el viejo Armacost que conozco desde hace años. —Me alagó mientras daba ligeras palmadas en mi espalda.Por la tarde, fui al hospital, Deb no presentaba mejoras, pero sus heridas ya estaban sanando. Tenía casi una semana internada y los doctores no me daban ninguna esperanza. Entré a visitarla y examiné con la mirada su estado, pero ella
Continué por quitar sus manos de mis hombros y me alejé de ella.No quería tener ningún contacto visual, emocional, o corporal con ella, ni con ninguna otra chica. Ya me había hecho mucho daño, y lo más importante ya le había hecho mucho daño a Deb.—Puedo sentir que estás muy estresado, déjame de darte un masaje. —Prosiguió con su voz relajante y excitante. — ¿Qué dices? ¿Vamos a la cama? Escuché que la cama de agua de los padres de Jack es muy cómoda. —Su aliento fresco choco con mi oído y un escalofrío me recorrió todo mi cuerpo.No podía ser posible que yo fuera a caer nuevamente en las redes de Missy. Le eche una mirada a su cuerpo en bikini y ella pasó su mano por mi entre pierna. En ese momento, sentí que perdí el control. Me abalancé hacia los brazos de Missy y la besé descontroladamente como si jamás en la vida hubiera besado a una mujer. Ella siguió mi beso con intensidad y, cuando menos lo pensé, ya me encontraba en la cama con ella.No quería hacerlo, pero en un abrir y ce
—Ya pedí un taxi. —Respondió a los minutos. —Y justo en este momento, está afuera esperándome. —Mi corazón explotó y como un tonto, tomé sus maletas y las subí al taxi. Sentía que estaba en modo automático.Ella sonrió y bajo la lluvia me dio un gran abrazo, el cual me terminó de matar.— ¿Puedo besarte una vez más? Compadécete de este pobre hombre que no puede vivir sin ti. —Ella asintió desconcertada, igual no le costaba nada besar los labios que un día daban la vida por ella.En ese instante, sus labios hicieron contacto con los míos y tal vez, fue el beso más doloroso de toda mi vida.Acerqué su cuerpo al mío, y sentí como si estuviera flotando, como si los mismos ángeles me tuvieran entre sus brazos y me dijeran “Todo estará bien ahora, Armacost, todo estará bien ahora que ella se va”. Pero en realidad no quería que se fuera.Seguía llorando a mares, mis lagrimas se mezclaban con la lluvia hasta que pude sentir una gota salada llegar hasta mis labios… labios que Deb besaba. Nos s
Suspiré y cuanto me di cuenta de lo que estábamos haciendo, lo aparté de mí, me encontraba un poco avergonzada.— ¡No! Lo lamento, Deb, lo lamento. —Suplico pasando sus manos por su cabello. —Perdóname, hermosa, perdóname. Es solo que... —Yo coloqué mi dedo índice en sus labios y le indiqué que se callara.—Todo está bien, fue mi culpa.—No, no, fue mi culpa, lo siento. —Yo lo abracé para tratar de simular que todo estaba en orden y el solo me correspondió.La cena concluyó muy bien, mis padres resultaron ser muy amables con Benjamín y al parecer, era que en el pasado él siempre resulto ser buena persona para la familia y mi padre lo apreciaba demasiado.—... Y entonces le dijo “En el trancón de mi corazón eres la buseta que más pita”.Todos rieron sobre el chiste desabrido de Benjamín, pero los gestos que hacía eran demasiado graciosos. Sin embargo; había algo raro en mí, esta vez, los chistes que Benjamín no me causaban la más mínima gracia, yo solamente estaba neutra, sentada en mi
Volví a llamarlo y al segundo contestó. — ¡No! No cuelgues por favor, no lo hagas. —Le supliqué.Escuché un largo suspiro y después su voz, me llenaba de una sensación de paz inexplicable.— ¿Quieres contarme qué sucedió? Es... sólo que me preocupas.—Te puedo asegurar que todo está en orden.El silencio permaneció en la llamada, yo seguía sollozando en silencio, ya habían pasado diez minutos de silencio.— ¿Cariño? —Yo no contesté, solo lo escuché y esperé a que siguiera hablando. Su voz me hacía bien. —Estoy afuera de tu casa.— ¡Armacost! ¿Qué rayos hiciste? —¿Tan rápido había llegado?—No digas nada, solo déjame dormir contigo esta noche. —Colgué y me puse el celular en el pecho, no sabía qué estaba pasando conmigo; pero no dejaba de pensar en él y tenía esa sensación de querer estar a su lado.Abrí la ventana y asomé mi cabeza, ahí estaba él, con sus manos en los bolsillos mirando hacia ambos lados, supuse que para verificar que nadie lo viera.—Armacost... —Dije en voz baja, per
Ella me miró, con sus ojos hechos un mar de lágrimas y solamente afirmó con su cabeza tratando de calmarse.—No me ames. —Pidió.—No me pidas eso.—Hazlo por mí.—Hazlo TÚ por mí. —Dije haciendo énfasis.La miré detenidamente y mi corazón se rompió al ver sus lágrimas caer, sus ojeras eran demasiado notables.—Oh mi hermosa, ven acá... —Dije abrazándola. —No debes de llorar, cariño.Con mis manos tomé su rostro hasta que quedaron nuestras frentes juntas.—Yo te prometo que no te volveré… —Me interrumpió.—Axel... —No la dejé seguir.—No digas nada. —La interrumpí. —Es algo que en verdad voy a cumplir.—No me vas a volver a tocar porque yo ya tengo novio y es Benjamín. —Me alejé y le lancé una mirada llena de dolor.— ¡No sabes lo idiota que es! No lo recuerdas porque tu mente sufrió un colapso ¡Pero es un idiota, Débora, es un idiota entiende! —Dije casi gritando, tratando que recordara lo que pasó.—No me importa, lo voy a conocer. —La miré directo a los ojos y ella hizo lo mismo, pe
Al día siguiente, desperté con un terrible dolor en todo mi cuerpo, sentía en mis brazos una pulsación como si mi corazón estuviera latiendo ahí y no en mi pecho. Un fuerte mareo me hizo volver a mi almohada y yo solo miré hacia el techo. Había sido una larga noche.Tomé mi celular y miré que tenía al menos más de veinte llamadas perdidas, quince mensajes de texto y cinco buzones de voz y todos eran de la misma persona, Axel Armacost.Los abrí, empezando primeramente con los buzones de voz. El primero —“Hola bebé, te amo”, el segundo me asustó un poco, pues su voz se quebraba entre cortadas —“Bebé te extraño, te amo, eres todo para mí, vuelve a casa, por favor” el tercer mensaje de voz, estaba un poco más calmado, su voz era lenta y aterciopelada “Débora, esto es en serio, son las tres de la mañana y no sé qué rayos voy hacer sin ti. La cama te extraña, cariño, vuelve ya” el cuarto mensaje de voz, me causó miles de escalofríos, ya que fue el más largo —“Bebé, ¿Sabías que te amo? Te ex