Nunca había tenido sexo con Deb, pero ella no necesitaba tocarme para sentir que yo la amaba. Tenía una especie de atracción hacia mí que con sólo un beso podía lograr millones de sensaciones en mi cuerpo. La amaba, pero no era necesario poseer su cuerpo para amarla mucho más; yo sería paciente, hasta cuando ella se sienta lista de estar conmigo.Además, no estaba dispuesto a serle infiel una vez más, quería ser lo más fiel posible, aunque con John a mi lado y esa maldita fiesta era algo imposible. En este momento, no me importaba absolutamente nada.—De acuerdo, vayamos. —Dije fingiendo una sonrisa, quería quitármelo de encima.— ¡Sí! Ese es mi amigo, el viejo Armacost que conozco desde hace años. —Me alagó mientras daba ligeras palmadas en mi espalda.Por la tarde, fui al hospital, Deb no presentaba mejoras, pero sus heridas ya estaban sanando. Tenía casi una semana internada y los doctores no me daban ninguna esperanza. Entré a visitarla y examiné con la mirada su estado, pero ella
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