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Todos los capítulos de Perversa obsesión: Capítulo 111 - Capítulo 120
137 chapters
Cuarenta y nueve
Noviembre, 2009.La razón exacta por la que me despierto es desconocida. Habrá sido el sonido crepitante, tal vez el olor del humo o el instinto de supervivencia. Pero cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy metida en un aprieto. Y uno grande.Debido al terror y desesperación que se apoderan de mí al unísono, me hundo junto a mi cama abrazando mis piernas.Es fuego. El departamento se está quemando. Dos toses se me escapan, si permanezco mucho tiempo aquí, moriré asfixiada, sin embargo, no hallo la motivación para moverme. ¿Qué habrá pasado? Mi padre seguramente rebasó su límite y al final terminó con nosotras.Mamá. Tengo que buscarla.Una fuerza repentina repara en mis piernas y me obliga a levantarme. Tomo una playera de la pila de ropa sucia y me cubro nariz y boca. Suelto otra tos y caigo de rodillas. Así tenga que arrastrarme, debo encontrar a mamá.Abro la puerta de la habitación y me pega de lleno el calor, si de por sí sentía que me sofocaba, al recibir el aire hirvi
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Cuarenta y nueve.2
Marlene aparece detrás de su padre y parlotea alegremente acerca de su amiga Rafaela, la hija de un político, pues la chica entiende que todo lo de Jaco es un malentendido y su padre se ha puesto de su lado. Cuando alza la vista y observa la escena, su sonrisa desaparece y suelta una maldición.Durante los escasos segundos en los que nadie habla, cruza por mi cabeza la idea de decir algo sarcástico o gracioso, tal vez el humor me ayude a salir de esta, pero la mirada gélida del hombre frente a mí apenas me permite respirar.―Padre, ella es Kendra ―Ventura se posiciona firmemente entre Rolán y yo―. Fue a la...―¿Qué sabe?El tono del señor es tajante, duro...atemorizante.Marlene, desde detrás de su padre, hace una seña inentendible, incluso una mueca, supongo que va dirigida hacia alguno de sus hermanos.―Solo lo vio ―aclara Ventura, puedo sentir su nerviosismo y su terror.―Después de todo el esfuerzo invertido en el asunto ―Rolán Diener se quita el saco con movimientos elegantes, pe
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Cuarenta y nueve.3
Ayer fue un día de mierda. El señor Diener casi me mata, hirió a sus hijos. Ventura y Tristán sangraron por ti. Cualquiera lo habría hecho para evitar un daño grave como la mutilación o la muerte. Al menos deberías haber preguntado si estaban bien. Esa casa se convirtió en un reino de caos en la noche.Dos toques en la puerta interrumpen mi tarea de cepillarme el cabello. Me tenso inmediatamente al creer que se trata de alguno de los chicos. ¿Debería contarles lo que ocurrió? Ya me imagino el reproche de Sebastián, las preguntas en forma de ráfaga de Dalia, la mirada comprensiva de Pavel... No puedo enfrentarme a eso.Tomo mi mochila, desenchufo el teléfono móvil que cargó hasta la mitad y me detengo a un paso de la puerta.Dos toques, esta vez más fuertes me sobresaltan. De pronto, me llega un mensaje de Jonas, ya había olvidado al amigo de Ulruir. Instintivamente pulso el ícono para abrirlo al mismo tiempo que la persona tras la puerta habla.―Kendra ―el tono de Tristán es casi un r
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Capítulo 50
Una parte de mí sigue consciente, sabe que debe caminar como me lo indican, pero la mayor parte de mi ser se centra en revolcarse en la idea de que pude cegar la vida de una persona.La confesión de Dalia lo cambió todo. Ramiro estaba ahí para Dalia, no es coincidencia que fuera una de las víctimas. Los roles cambiaron, la víctima se convirtió en el victimario y quien fue el victimario fue asesinado. Ahora no cabe duda de que cada víctima fue destinada a alguno de nosotros. Raquel, Marlon, Silvio y Ramiro fueron usados para...curarnos.Sigo sin entender qué es lo que pensaron que debían curar en nosotros. Sebastián es el único que tiene un trastorno, pero ni siquiera es algo que amerite matar a alguien para curarse. El sadomasoquismo es un trastorno, pero no es malo, no daña a nadie y al parecer él se encuentra a gusto con eso.¿Por qué fuimos elegidos? Al principio parecía que éramos las próximas víctimas, ahora sé que otros fueron nuestras víctimas, pero no sufrimos tanto como otros
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Cincuenta.2
Sus mejillas se sonrosan, sus hombros decaen. Al verlo detenidamente siento una punzada en el pecho, una cuchillada, tal vez decepción. Se despide escuetamente y me desea suerte antes de salir de la habitación.Una vez que empaco todo, reviso una última vez la habitación. Una sensación de nostalgia se apodera de mí. La interrogante del qué habría pasado si jamás hubiese ocurrido la masacre. Raquel y yo seríamos amigas, la habría animado a acercarse a Ventura, habríamos criticado a mi ex, habríamos ido de fiesta en fiesta y habría sido una universitaria normal a la que por fin se le abrió el mundo. Ventura y yo jamás habríamos estado juntos, la extraña relación con Tristán jamás existiría y... no sabría de la existencia de Uriel.Veo imágenes en mi cabeza de Tristán y Ventura parando la estocada lanzada por su padre, escucho de fondo el jadeo de Marlene, veo la paleta caer de la frente del señor Diener. Y veo a Uriel siendo golpeado brutalmente por su padre. No me preocupé por saber si
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Cincuenta y uno
Enero, 2010La abogada habla con mi tía, aquella tía de la que escasas veces oí hablar y jamás vi. Llegó un día después de la catástrofe, me impresionó la rapidez con la que se presentó. Mamá apenas hablaba, pero creo que mi tía entendió que estábamos en una situación fatídica. Aquella madrugada los policías y demás gente imponente nos hicieron incontables preguntas. Mamá entró en un extraño estado que me provocó más dolor del que alguna vez presencié, fue como sentir mil agujas clavarse en mi pecho y quemarse repentinamente, fue como perder la cordura por un segundo y recuperarla en la siguiente respiración. Pero mamá no la recuperó.Las siguientes horas fueron un remolino de incertidumbre y miedo, más que nada miedo. No supe qué ocurrió exactamente con mamá, pero nadie me decía nada. Durante mucho tiempo estuve sentada en una incómoda silla viendo entrar y salir gente, un guardia acompañándome siempre.Me quedé dormida. Cuando una mujer de facciones duras y ojos analíticos me desper
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Cincuenta y uno.2
Más tarde no puedo evitar pensar en la chica golpeada, no la volví a ver después de la comida y eso que la estuve buscando. No vi bien su rostro, porque me centré únicamente en sus ojos, ese brillo asustado. Y entonces el dolor cae sobre mí como un balde de agua fría.Los músculos de mi cuerpo se tensan tan fuerte que duele, mi pecho se oprime con fuerza y me impide respirar. Cada latido del corazón punza y envía una oleada de fuego por todo mi cuerpo. Me duele, me arde, me estoy muriendo. Y es hasta después que sé que no es más que miedo. Un miedo tan profundo que es capaz de penetrar mi alma y carcomer mi mente.Mis alaridos queman mi garganta, pero no puedo evitarlo, solo quiero deshacerme de esta sensación. Sensaciones. No es una, son cientos. Desde tristeza a terror, desde aburrimiento hasta un júbilo inexplicable, desde angustia hasta nostalgia.A partir de eso todo empeora. Cada noche, sin falta, el remolino de emociones me embarga. Se apodera de mí durante una hora y entonces
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Cincuenta y uno.3
Aparto la mirada de Tristán y me centro en Ulruir, su cuerpo recostado en el suelo, su respiración ni siquiera se escucha. Corro hacia él y me arrodillo junto a su rostro, al tocar su mejilla siento su piel tan fría. Me quito la manta que llevo sobre los hombros para envolverla en él, no será de mucha ayuda, pero peor es nada.Oh, mierda. Pobre Ulruir, yo lo imaginaba de regreso en Alemania o en un país en donde pudiera pasar desapercibido. No en un puto congelador.Por alguna extraña razón me encuentro acariciando su cabello, sus mejillas, su cuello. Es que es tan pequeño, tan indefenso.—Tiene miedo.Tristán, quien analiza la puerta del congelador, me mira con exasperación.—Está inconsciente, no puede tener miedo.Vuelvo mi atención a Ulruir. Sigue siendo sospechoso de los asesinatos. Pero no tiene sentido que esté encerrado aquí, está a punto de morir. Joan. Tal vez Joan los traicionó y ahora quiere matar a los que fueron sus aliados. Y Hernán está con Pavel. Mierda. ¡Pavel!Me ol
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Capítulo 52
Abril, 2010.El suicidio de la chica de cabello parecido a pastizal seco aun pende sobre mi cabeza. Para ser sincera, nadie la extraña, incluso a sus "amigas" les caía mal y después de sentir la maldad pura en ella, supe que el mundo es un poco mejor sin ella viviendo. Es un mal pensamiento, sobre todo porque tenía dieciséis.Por alguna extraña razón se golpeo la cabeza con los barrotes de su celda hasta que simplemente colapsó. No vi el cuerpo y no tuve la curiosidad por saberlo, pero su rostro quedó deformado, irreconocible. Jamás creí que fuera capaz de hacer semejante cosa, mi idea de ella era que vivía para dañar a otros, no a sí misma.Tal vez al final le cayó el peso de la culpa y no lo soportó. O tal vez alguien la mandó matar y las guardias hicieron de la vista gorda. Son expertas en eso. Puede ser que al final, simplemente inventaron la historia para justificar su muerte.Durante unas semanas me dejan en paz, voy a clase, horneo galletas como si fuera una abuela y finjo disf
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Cincuenta y dos.2
Siento una fuerte sacudida, después otra y entonces una mucho más fuerte. La gélida mano de alguien me toma por el cuello como intentando levantarme, pero no puedo. No quiero. Su frío tacto no es agradable, hay miedo de por medio, un terror naciente cuya semilla empieza a germinar, se cuela por sus poros e invade su cuerpo. Impotencia, duda... lucha, aún hay esperanza y debo pelear.—¡Kendra no te duermas!Y logro incorporarme un poco. Veo los ojos de Tristán e intento no perderme en ellos, no quisiera mezclar su miedo con mi derrota, necesitamos a alguien que siga luchando. La única forma de no cerrar los ojos y dejarme llevar, es hablar y de pronto se me ha ocurrido algo.—Haces miniaturas —incluso hablar es difícil—. Eres bueno.—En realidad no, pero puedo intentar hacerte una —sus labios adquieren un tinte morado—. Solo si sigues despierta.—No me gustan.Me mira extrañado, como si no pensara que estuviera del todo consciente.—Ulruir no podrá lograrlo —traga saliva—. Ya no lo cre
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