Dulcinea, con una calma fría y distante, dijo:—Papá, me iré del país en tres días.Marlon se quedó sin palabras.Michelle, sorprendida, reaccionó rápidamente y sujetó a Dulcinea por los brazos:—No tiene que ser tan drástico. Podemos hablar con papá, encontrar una solución.Dulcinea negó lentamente con la cabeza.Marlon, con las manos cruzadas a la espalda, se quedó mirando la colección de libros en su biblioteca, incapaz de enfrentar la realidad de su decisión.Dulcinea se acercó a él, con su habitual serenidad y delicadeza:—No sé cuándo volveré. Cuídese, papá.Al entrar, sentía una gran ansiedad.Al salir, su mente estaba clara. Sabía que esto era lo que don Marlon necesitaba que hiciera, y que era lo mejor para todos.Matteo no tendría que someterse a citas forzadas,Marlon no tendría que vivir preocupado,solo sería ella quien estaría lejos, vagando por el extranjero sin fecha de regreso.Dulcinea estaba tranquila, pero al salir del despacho sintió un dolor agudo en la espalda. S
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