La puerta se abrió ante él.Luis, con la ropa desarreglada y el rostro lleno de necesidad, la miró intensamente...Dulcinea retrocedió un paso, queriendo escapar.Pero Luis fue más rápido. Antes de que ella pudiera reaccionar, ya la había agarrado de la muñeca y la arrastró al interior, empujándola contra la puerta.Su cuerpo ardía como una plancha caliente, su sudor empapaba el vestido de Dulcinea, haciéndola sentir incómoda. No se atrevía a moverse. Sabía que él había tomado algo indebido, así que, avergonzada, desvió la mirada:—Usa agua fría, cálmate.—No quiero calmarme.Su voz temblaba con un atractivo masculino, una mano grande acariciaba su rostro. Su palma podía cubrir casi toda su cara, creando una imagen de deseo reprimido.No le quitó la ropa,En lugar de eso, sus dedos buscaron su muñeca, sujetándola firmemente,y luego se inclinó hacia su hombro.Su respiración pesada revelaba su gran esfuerzo por controlarse, lo que hacía temblar el cuerpo de Dulcinea. Su voz era un susu
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