Capítulo 831
Inmediatamente, Dulcinea abrió la puerta.

Sus ojos mostraban una mezcla de esperanza y temor, y su corazón latía tan rápido que su voz temblaba ligeramente:

—Luis, ¿qué dijeron los resultados? ¿Hay alguien compatible?

Luis no respondió.

Le entregó el sobre de documentos, sus ojos oscuros llenos de tristeza.

Dulcinea tambaleó.

El golpe de la noticia era demasiado fuerte, se sostuvo del marco de la puerta para no caer. No quería creer que de entre todos los parientes Carrasco, ninguno fuera compatible...

Entonces, ¿qué sería de Alegría?

Alegría... aún estaba en el hospital esperando por ella.

Justo en ese momento, sonó el teléfono desde la Ciudad B, era Alegría queriendo hablar con su mamá.

Dulcinea se secó las lágrimas y murmuró:

—Lo siento, he perdido la compostura.

Se acercó a la ventana para contestar.

Contuvo sus emociones para que la niña no notara que había estado llorando, y habló con suavidad.

Clara ayudaba a Alegría a hablar, su voz frágil pero dulce:

—Mamá, Alegría te extraña.
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