Media hora después, el auto entró en la propiedad.Era la casa donde habían vivido juntos, y al cruzar nuevamente esas puertas, Dulcinea se sintió invadida por una avalancha de emociones.Apenas se abrió la puerta trasera, una pequeña figura corrió hacia ellos.—¡Papá!Alegría se aferró a la pierna de Luis, buscando su cariño.Con una sola mano, Luis la levantó y la sentó sobre sus piernas dentro del coche...El chofer, con discreción, salió del vehículo.Dentro del auto, la luz era tenue. Alegría, acurrucada en el regazo de su papá, miraba a Dulcinea con timidez. A pesar de recordar a su mamá, después de cuatro años, la niña se sentía cohibida, demasiado nerviosa para pronunciar esa palabra que tanto anhelaba decir.Dulcinea también se sentía abrumada por la situación.Ese sentimiento de ansiedad al volver a un lugar familiar después de tanto tiempo la invadía completamente.Luis acarició la cabeza de la niña y, mirando a Dulcinea, le preguntó: —¿No quieres abrazarla?—Quiero abrazarl
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