Capítulo 858
El aroma del té flotaba en el aire, pero para Marlon, cada sorbo sabía amargo. Mirando a su hija, a quien no veía desde hacía cuatro años, su voz resonó con un peso que era difícil de ocultar:

—Has vuelto hace días... ¿Por qué no traes a Leonardo a casa?

Dulcinea dirigió su mirada a Frank.

Él se levantó inmediatamente y se alejó, fingiendo interés en los libros de la galería.

Dulcinea volvió a mirar a Marlon y respondió en voz baja: —No es lo adecuado.

—¿Qué no es adecuado? Matteo ya está casado y tiene hijos, eso quedó en el pasado, nadie va a mencionarlo de nuevo... —la voz de Marlon mostraba frustración contenida—. Dulci, sé que me guardas rencor, pero yo también tuve mis razones en aquel entonces. Vuelve a casa, tu padre ya es mayor y quiere tener a sus hijos cerca.

Dulcinea tomó un sorbo de té, casi terminando la taza.

—No, mejor no —negó con suavidad—. Matteo está bien ahora, ¿no es eso lo que importa? ¿Por qué regresar y complicar las cosas? Si algo se desmorona de nuevo, sería
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