Capítulo 843
La Casa Astorga.

Dulcinea entró al vestíbulo, y notó las miradas incómodas de los tres Betancourt. Todos ellos habían visto a Luis y no parecían contentos.

La madre de Cristiano, con evidente disgusto, comentó con un tono ligeramente mordaz:

—Dulcinea, vinimos con toda sinceridad para proponerte matrimonio con nuestro hijo. Si tienes algo en contra de Cristiano, dilo, pero no puedes estar revolcándote con un hombre de dudosa reputación, desprestigiando a nuestro hijo.

Su tono se tornó más desdeñoso:

—¿Qué clase de conducta es esa?

Dulcinea dirigió su mirada hacia los regalos y respondió con una voz serena:

—Primero, el señor Fernández no es un hombre de dudosa reputación, es mi exmarido. Además, Cristiano y yo terminamos hace tiempo, así que no hay ninguna propuesta de matrimonio que considerar. Llévense estos regalos, no los aceptaré ni me reconciliaré con él.

La madre de Cristiano se sintió profundamente humillada.

—¡Qué manera de hablar! —su voz se elevó, volviéndose aún más aguda—.
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