Capítulo 841
Luis la envolvió con sus manos, acariciándola suavemente.

Sus oscuros ojos se clavaron en ella, y cada movimiento la hacía estremecerse. De vez en cuando, ella no podía soportarlo y sus pequeñas fosas nasales temblaban ligeramente, solo con mirarla él sentía un deseo irrefrenable de hacer el amor con ella.

Cuando ya no podía más, levantó ligeramente la cabeza y sollozó.

—¿Por qué lloras? —Luis se acercó y besó suavemente sus lágrimas—. En ciudad BA no te quejabas, solo lo hicimos una vez y tu cuerpo respondió dos veces.

No había terminado de hablar cuando ella le abofeteó el rostro.

La mejilla le dolía, pero el dolor en el área del hígado era aún más agudo.

Con un gesto aparentemente casual, trató de aliviar el dolor en esa zona.

Dulcinea estaba al borde de sus fuerzas. Cerró los ojos y con voz quebrada dijo:

—Luis, si sigues así, no volveré a poner un pie aquí. No me obligues.

—No te voy a obligar —respondió él, retirándose ligeramente para que ella pudiera sentarse.

Su ropa estaba de
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