Con el paso de las horas, Alimceceg se fue desesperando poco a poco, pues el señor Yul no aparecía por ningún lado. Si bien, podía ser que el hombre hubiese huido, ella no lo creía capaz de hacerlo. En lo que conocía del hombre, al menos se veía cierto grado de lealtad.Sin embargo, la convicción de Alimceceg empezaba a mermar mientras estaba encerrada dentro de la tienda.Alimceceg estaba encerrada en sus propias dudas, se creía incapaz de hacer algo más por Tuva Eke, quien batallaba con la dura realidad; que su padre no le quería vivo. Mientras ella pensaba y daba más vueltas a lo mismo, sintió que las dos doncellas que custodiaban la entrada sorpresivamente se habían retirado. Esperó un breve momento, el que las mujeres desaparecieran de la entrada, le daba sospechas. Pero solo eran malos presentimientos, ya que el señor Yul hizo presencia en el interior d
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