Las luces de las series navideñas de la gran ciudad, roban mi atención inmediatamente, es como si me arrancaran suspiros del alma cada vez que se prenden, y apagan al ritmo de su melodía ocasional.Recuerdo que cuando era pequeña, les rogaba casi de rodillas a mis padres para que me llevaran al centro de la cuidad, únicamente para ver las casas adornadas, el olor a pavo recién horneado, y de pasteles adornados con temas de la festividad, me llenaban de un hermoso sentimiento de emoción y bondad, todo olía a navidad, mi época favorita del año.Pero claro, las cosas cambian, conforme vas creciendo, te das cuenta que aquello que te emocionaba, ahora te da alegría, pero con menos intensidad, aún me siguen hipnotizando las festividades de invierno, solo que a mis dieciocho años ya no le tomo tanta importancia.
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