Al fin estoy en casa con María y Alana. María, desde que vio a Alana, no ha parado de cargarla y de darle besos por todos lados.- Oye, vas a asfixiar a la bebé.- Es que es tan hermosa, no entiendo cómo su padre no la quiere.- Él sí la quiere, es solo que le cuesta. Pero el señor Dante la adora, ¿o por qué crees que me mandó con esos gorilas? - digo señalando la ventana.- Bueno, ¿y cuenta si es buenón tu jefe? - pregunta con picardía.- Ay, por Dios, María, es mi jefe.- ¿Y? Es hombre. Es más que bueno, es extremadamente bueno. Mi jefe, el hombre está que se parte de lo bueno que está. Cada vez que miro sus carnosos labios, me provoca tirarme a ellos y morderlos. Dios, de solo pensarlos me da calor en todo el cuerpo. - "Te colocaste colorada?" - dice María con una risita.- Dios, María, ya basta. - Ambas nos reímos a carcajadas. - Sí, el hombre está bueno, pero es un amargado y gruñón.- Qué lástima. Puede ser muy lindo y todo, pero no me gustan los hombres así.Más tarde llevamos a
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