No había nada que a Raúl le gustase más que el verano; las playas, el sol, las fiestas con los amigos... Sin embargo este año iba a ser totalmente diferente; Debía pasar esos tres meses en la ciudad natal de su madre, zenit, situado en Alaska.El joven de apenas dieciséis años, cabello negro y mirada pícara se había estado documentado sobre aquel lugar que apenas sale en los mapas. Una ciudad entre las montañas, apenas comunicada por una pequeña carretera que cruzaba el bosque cercano, y el puerto por el otro, que al parecer no era más que una fruta natural gigantesca, donde los barcos pesqueros utilizan para amarrar y usarlo como camino hacia el pueblo, ya que conecta con una de las paredes montañosas a unos cien metros de él.No había nada divertido allí, tan sólo un par de bares y un único supermercado, y varias veces por semana un mercadillo donde todo el mundo vendía sus manualidades, ropa e incluso verduras que por el clima era imposible obten
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