El día anterior había sido un caos para Raúl; llegar después de muchas horas de vuelo a un pueblo que no conocían ni los virus, conocer una chica aparentemente normal, que sin embargo resultó ser bipolar o simplemente idiota. Y cómo no, tras el incidente en el que se llenó de nieve toda, le regañaron por no tener cuidado. En ese instante es cuando se dió cuenta que realmente no le agrada esa chica, la odia y si no la vuelve a ver, pues mejor.
Qué sorpresa cuando esa mañana, sábado, se levantó del dormitorio que compartía con su tío al cual al final no consiguió conocer pues no llegó a casa, y ve a aquella chica de cabellos dorados y piel de porcelana desayunando en el salón junto a su madre, la madre de él, y si tía.
- ¿ Qué hace ella aquí? Si piensa caerse otra vez a la nieve que a mí no me culpen.
Esas palabras salieron de su boca sin pensar, pero aún contra todo pronóstico la bronca no empezó por eso, si no por otro motivo el cual no se percató.
- Raúl, ¿ Me puedes esplicar esa manía tuya de dormir en calzoncillos y no vestirte cuando te levantas?, Vamos que aquí aún con la chimenea y la calefacción frío pasarás igual.
El tono de su madre quería sonar calmado, pero Raúl sabia perfectamente que tenía menos de tres segundos para vestirse si no quería que el invierno se volvería mil veces peor... Pero aún fue más humillante como todas las miradas se pararon el él, riéndose, salvo una: Aquella chica siquiera volteó a mirarle, ni siquiera para hacerle una mueca de pocos amigos. Eso en parte le tranquilizó, pero también le molestó el enorme desinterés de ella.
Una vez vestido y sentado a desayunar, le tocó la única silla libre: junto a su mayor enemigo, Yadira. Y no es que no hubiera sitio realmente, lo que no habían Eran sillas.
- Y no se te ocurra mover la silla un solo centímetro.- Increpaba su madre.- Hasta que no te disculpes y os empecéis a llevar bien no te vas a levantar del sitio.
-¿Va enserio?¿ Por qué tengo que disculparme con ella?. No le hice nada y si no le caigo bien no es mi problema.
Las tres mujeres Iban a reprochar esa actitud cuando la joven habló con una voz tan dulce que no pudo evitar que la mirada de Raúl se quedase fija en su boca, en sus carnosos labios que la hacían ver aún más hermosa.
- No es necesario que se disculpe, Raúl no es mal chico, pero evito tener amistad con él por qué no me interesa. Eso es todo.
La madre de Raúl, se quedó muda. Ese comentario había herido su orgullo de madre, pero Martha, la miró y no dijo nada.
- Está bien Raul, desayuna tranquilo y vete a conocer el pueblo. Hoy no va a nevar así que podrás andar bien.
Cinco minutos después, ya iba camino a la puerta cuando su tía le advirtió.
- Cuidado con adentrarte al bosque, hay lobos del tamaño de un coche.
Por alguna razón, al joven le pareció que Yadira apretaba los puños al oír eso, y segundos después se levantó escudándose y iendo al baño.
- No iré al bosque tía, solo daré una vuelta a ver qué hay. Por cierto ¿ Qué dinero se usa aquí?.
- Ah si, aquí la moneda es el dólar estadounidense... Necesitas estudiar más y no todo el día con los videojuegos.
Ese comentario no le agradó, pero si cogió el billete que su madre le tendía.
- Hay llevas veinte dólares, aunque estemos alejados de todo también hay sitios donde comprar, ya lo verás.
Salió de la casa, con su abrigo de pelo verde caqui, un gorro de lana rojo y bufanda del mismo color, unos vaqueros negros y botas deportivas. A los pocos minutos se dio cuenta que la nieve estaba blanda y le entraban en los pies, convirtiéndose en agua al poco tiempo. Pero no tenía ganas de volver, así que siguió andando entre las casas y calles, siempre cogiendo el camino más grande para luego ser capaz de volver.
Quince minutos después, se paró frente a lo que parecía una tienda de comestibles. San Google no habló de ello, pero no se puede creer todo lo que se ve en internet.
Entró, y una campanita sobre la puerta le dió la bienvenida, y una chica de unos quince años al otro lado del mostrador le dió los buenos días.
La tienda en cuestión era similar a la de cualquier barrio. Gominolas, gusanitos...incluso pan y embutidos.
- Por tu mirada, creo que te imaginabas que solo venderíamos pescado congelado o cosas así.- la joven, de tez morena y cabello aún más negro río de su propio ingenio. Parecía de etnia gitana.
-¿ No eres de aquí verdad?- Preguntó Raúl mientras miraba en los estantes cerca de la joven.
- Llevo viviendo aquí seis años. Mi padre conoció a una chica de aquí.. y bueno como mi mamá decidió irse cuando solo era una cría pues aquí estoy.
- ¿ Le cuentas a todos tu vida como si le conocieras de toda tu vida?- Preguntó con verdadera duda.
- Nunca nadie me pregunta por mi vida, así que no.- Respondió mientras sonreía.
- ¿ Trabajas tú sola aquí?
- Claro,¿ Por qué no?.
- ¿No eres muy joven?
La joven río de nuevo, mientras se encogía de hombros.
- La edad no es determinante para hacer o no hacer algo. Mi padre y mi madrastra trabajan, así que yo prefiero trabajar aquí que estar en casa todo el día sin hacer nada.
Tenía una forma de pensar muy madura, desde luego había tenido una buena educación.
- Tienes razón, me llamo Raúl por cierto. Yo estoy aquí de vacaciones por qué mi madre me obligó.
- Yo me llamo Mary, y no es un sitio tan malo. Aquí hay mucha juventud así de tu edad.
«Y de la tuya» añadió mentalmente el joven mientras cogía unos snack de maíz y un batido de chocolate.
- Hoy es sábado, y hay fiesta en el viejo puente.¿ Por qué no vas? Seguro conoces gente.- Invitaba la chica mientras cobraba la compra.-¿ Batido de chocolate?¿Acaso eres un niño pequeño?.
Reía mientras Raúl cogía la compra, y sin hacer mucho caso solo añadió:
- ¿Acaso la edad determina que puedes o no beber?.
Dicho eso, dio la vuelta para salir, cuando la joven volvió a hablar.
- Sobre las ocho de la tarde empieza, yo estaré allí por si quieres estar con alguien que conoces.
- Me lo pensaré.- Respondió sin pensar realmente en ir, pero tal vez una fiesta le sacaría de la cabeza el estar en aquel infierno, y lo mal que le cae Yadira y su actitud de mal criada.
De camino a casa, el joven tras mucho pensar decidió asistir a la fiesta cuya joven dependienta invitó. Sería una buena forma de al menos desconectar un poco. Aún así, beber bajo un puente al aire libre en un pueblo cuya temperatura ronda de los cero a los menos veinte grados casi de un segundo para otro, no era una buena idea. Pero no quería pensar mucho en ello, simplemente decidió ir y olvidarse de todo.Entre dos casas de enormes patios aún nevados, Raúl vió lo que parecía una pequeña plazuela. Tres bancos de madera rodeaban una zona de hierba, donde un columpio descansaba paciente a la espera de algún niño con ganas de jugar, pero debido a la nieve que estaba posada sobre él y el suelo es estaba claro que nadie usaría aquel lugar en mucho tiempo.Aún así, el joven se acercó decidido a sentarse para comer las golosinas que había comprado. La imagen de Yadira le vino a la cabeza en el momento que cayó de espaldas al suelo. Tal vez había sido muy
Una discoteca con música, mucha gente bebiendo en sillas y butacas repartidos por todo el lugar, y otra tanta bailando en el centro era lo que había allí dentro. Raúl se había imaginado a todos en el suelo bebiendo en grupitos, y algún tipo vendiéndoles las bebidas. Poco después descubrió que no sólo podían pedir "la botellona", si no como cualquier discoteca normal, podías pedir tus copas de toda clase.Unas luces encima de sus cabezas parpadeando de distintos colores daban el ambiente ideal para cualquier amante de la noche y las discotecas, pero Raúl se sentía mareado.- Al principio pasa.- Dijo Mary poniendo la mano sobre su hombre y dándole palmaditas de apremio.- Algún día serás un hombre de verdad.Su risa era encantadora para el joven, pero no le gustaba que le dijeran esas cosas y no responder.- No te preocupes, para cuando crezcas en todos los aspectos ya seré un hombre.- Le respondió poniendo la ma
La ventisca no hacía más que empeorar, hasta tal punto que la visión era completamente nula.Raúl, con sus manos tapando su cara para frenar el impacto de la nieve y el viento sobre su rostro avanzaba a paso lento, luchando contra la fuerza del aire que le empujaba hacía atrás. No tenía tiempo que perder. Tal y como estaba el tiempo, si no salían ambos de aquel lugar rápidamente acabarían literalmente congelados.-Yadira¿Dónde estás?- Gritaba cada vez más fuerte, su única esperanza era poder oír cualquier sonido que no fuera el de aquella ventisca para poder guiarse hacia la chica, pero no oía nada, siquiera su propia voz.Había pasado cerca de media hora desde que se adentró en el bosque. Incluso con aquel abrigo, el frío estaba atravesando sus huesos. Apenas podía andar y mantenerse derecho, caminando apoyándose en todos los árboles en su camino.Tropezó de nuevo, cayendo de boca sobre la nieve. Se levantó torpeme
Los aullidos a su alrededor dejó a Raúl completamente inmóvil. No podía empezar a correr con Yadira encima, y aún menos con el enorme agotamiento que sufría.La chica empezó a forcejear para salir de allí. Comenzó a llorar y a gritar con tanto pánico que se dejaba oír por todo el bosque.- Eh Yadira ¿que coño haces?. No puedes salir corriendo así.- El chico agarraba a la joven como un candado tras su espalda, empujándola hacia atrás.Ella gritaba desesperada, luchaba por salir de aquel abrazo y huir. Por alguna razón el pánico y el miedo se habían apoderado de ella. Luchaba tanto por liberarse que Raúl debía usar toda su fuerza para retenerla.- Vamos estate quieta ya, salir corriendo así no es la solución. No vemos nada.-Dejame imbécil.- Gritaba furiosa. No puedo estar aquí, enserio debo irme.Lloraba sin control, temblaba como una niña pequeña asustada de la oscuridad. Raúl compr
Esa noche, o más bien lo que quedaba de ella, fue un desesperado intento por dormir. Raúl no era capaz de conciliar del sueño, tenía la mente muy activa recordando los recientes acontecimientos.Las fuertes punzadas en la nariz era la segunda causa y más probable de su incapacidad de dormir, las vendas que le mantenían en su sitio eran realmente incómodas, pero no estaba enfadado. En el fondo sentía que se lo merecía por ser tán idiota.Desde su cama, escuchaba el fuerte viento que había vuelto a soplar, aún con más violencia. Pensó en Mary, No la vió desde que salió del bosque en busca de ayuda. Aún así, había cumplido su palabra; traerla sana y salva y darle aquel abrazo reconfortante que ahora podía entender que necesitaba.Decidió entonces, levantarse viendo la hora. Las siete y media de la mañana, suficiente para salir de allí y darse una ducha caliente. Aún sentía los estragos del aterrador frío en su cuerpo, aunque mucho más
La puerta se abrió al tiempo que un hombre de unos sesenta entraba por ella. Raúl se imaginaba que su tío, el cual llegaba días tarde, sería un anciano o de más edad como su madre. Y lo era, sí, pero no un anciano desvalido como imaginó.Aquel hombre tenía la musculatura propia de un campeón de boxeo de pesos pesados. Media metro noventa, calvo y con una barba canosa cubriendo su rostro. El otro hombre, era un joven de unos veinte, rubio y de ojos azules muy profundos. Su rostro era blanquecino como el de Yadira y por un segundo hasta parecían ser hermanos.- Hola familia, disculpen el retraso pero la caza fue muy bien. - Saludaba mientras besaba la mejilla de su hermana. El otro joven, le dió dos besos cordialmente y se sentó frente a Raúl, dándoles los buenos días.- Hola Mary, hacia tiempo que no te veía.- La sonrisa del joven dejaría embobada a cualquiera, Raúl se sintió incómodo tras aquel pensamiento, pero no le dió impo
Tras llamar a la puerta de su habitación, Mary y Raúl esperaron respuesta, la cual llegó segundos después.- Yadira ¿podemos pasar?. Estoy con Raúl así que si estás desnuda vístete.Le lanzó al joven una mirada pervertida, que ignoró por completo.- Pasad, estoy vestida.- Respondió entre risas.Parecía estar mejor, según vió Raúl tras pasar a la habitación.- Hola Raúl, no te esperaba. - Mintió la chica con voz indiferente. Sabía perfectamente que era ella quien quería que estuviera allí, pero no dijo nada.-¿ Cómo te encuentras?.- Preguntó el en un tono más amable. - Bajo ningún concepto quería verla con ojos de pena, eso sería lo peor que podría hacer por ella. No tenía intención de ser un psicólogo diciéndole que hacer, pero sí quería ayudarla de algún modo.- Muy bien, gracias.- Mientras respondía, se percató de la nariz vendada del joven. - Siento... Sien
Habían transcurrido tres días desde la comida en casa de Yadira. Desde entonces Raúl no vio a ninguna de las dos. Estaban a Miércoles y solo pensaba en el sábado próximo; la salida que Yadira le había obligado.Se encontraba leyendo un libro que encontró explorando la casa, cuyo título le pareció de lo más curioso; La sinfonía de Layla. Su historia le sumergió de lleno, y le ayudó a despejar la cabeza de todo lo demás.Zack, que al parecer también vivía en esa casa, daba vueltas por el salón donde Raúl se encontraba. Parecía impaciente por alguna razón, y dado que aún no había hablado con él desde que llegó pensó que sería buen momento.- Te ves impaciente Zack,¿Esperas a alguien?.El nombrado miró a Raúl, no se esperaba que hablara con él. En un segundo se sentó a su lado.- Dime Raúl.¿Cómo puedo enamorar a mi amada Yadira?.Esa pregunta dejó al chico sin palabras. ¿Qué tipo de con