Una discoteca con música, mucha gente bebiendo en sillas y butacas repartidos por todo el lugar, y otra tanta bailando en el centro era lo que había allí dentro. Raúl se había imaginado a todos en el suelo bebiendo en grupitos, y algún tipo vendiéndoles las bebidas. Poco después descubrió que no sólo podían pedir "la botellona", si no como cualquier discoteca normal, podías pedir tus copas de toda clase.
Unas luces encima de sus cabezas parpadeando de distintos colores daban el ambiente ideal para cualquier amante de la noche y las discotecas, pero Raúl se sentía mareado.
- Al principio pasa.- Dijo Mary poniendo la mano sobre su hombre y dándole palmaditas de apremio.- Algún día serás un hombre de verdad.
Su risa era encantadora para el joven, pero no le gustaba que le dijeran esas cosas y no responder.
- No te preocupes, para cuando crezcas en todos los aspectos ya seré un hombre.- Le respondió poniendo la mano sobre su cabeza.
La joven era bastante baja en estatura, y notablemente falta de atributos.
- Muy buena si...- Mary no se esperaba ser atacada con sus propias armas, pero le gustaba ver que no era la única que utilizaba el tono jocoso para reírse de todo.
Yadira, como ya tantas veces había hecho, se dirigió a la barra situada en un extremo. Mucha gente dificultaba el paso, cualquiera tendría problemas en cruzar pero ella con sutil gracia pasaba entre todos.
- No sabía que conocieras a Yadira.- Casi como un susurro apenas audible por la música, Mary habló.
-Resulta que su madre es amiga de mi tía Lines.
-¿Lines es tu tía?- Su cara se llenó de asombro.- No sabía que esa mujer tuviera famila más allá de su hermano.
- Pues ya ves que sí.¿ Qué le pasa a Yadira?.
La pregunta no sorprendió a Mary cómo él se esperaba. Se dirigió a paso lento a dos pequeños asientos de cuero libres. En el centro una mesa baja para poner las copas estaba a rebozar de vasos vacíos pero no les hizo el menor caso.
Ambos se sentaron, uno frente al otro. Mary miraba en dirección a Yadira y suspiró.
- Escucha Raúl, apenas te conozco pero me pareces una buena persona. Yadira ha pasado muchas cosas en su vida, pero te aseguro que no hay persona más noble y buena que ella.
-¿Qué me quieres decir con eso?, Es ella la que no quiere ser amiga mía.
- Ya te dije que pasó muchas cosas. Intuyo por tu pregunta que nos oíste hablar en la camioneta.- Tras el silencio del chico, quedó clara la respuesta por lo que continuó.- ¿Qué sabes?.
- Solo la oí llorar, y decir algo de que había matado a alguien.
- Esa historia no es para nada lo que piensas Raúl, y la verdad creo que no deberíamos hablar de ello.
-¿Por qué no? Si estoy conviviendo en el mismo pueblo que una asesina y que encima viene a mi casa pues debo saber qué pasó.
El sonido de una botella al romperse tras el joven sobresaltó a ambos. Yadira estaba allí, había llegado y no la habían oído.
- Yadi corazón te lo puedo explicar.- Mary intentaba que su amiga no sacara nada de contesto.
- No hace falta, esto no va contigo.- Le respondió mientras miraba a Raúl.- Eres un pedazo de mierda,¿Te crees que tienes derecho a meterte en mi vida?. Y si crees que soy una asesina pues no te acerques más a mi. Encárgate de tu vida, imbécil.
Dicho eso, le dio una patada en el pecho mientras éste se estaba levantado y lo tiró sobre la pequeña mesa, derribando todos los vasos.
Yadira, aguantando las lágrimas y la furia hacia el chico, salió corriendo de allí.
- ¿Qué coño le pasa? Está loca.
Mary miraba decepciona a Raúl.
-¿Loca?, Te dije que no tenía nada que ver con eso... Y no se te ocurre otra cosa que llamarla asesina. Lleva dos años intentando superarlo idiota.
Tras eso, se llevó otra patada en sus partes masculinas cuando se pudo poner en pié, doblándose al suelo de dolor.
- Como no le pidas perdón te arranco la lengua y me hago una sopa con ella.- Le amenazó con su índice muy cerca de su cara.
Su amiga salió corriendo detrás con la esperanza de dar con ella y arreglar las cosas. Todos en la discoteca habían sido testigos de la situación, y muchos lo miraban con odio o decepción.¿Qué habría pasado que todos ellos parecían saber?.
Sin más ganas de aguantar a nadie, se puso en pie y se marchó. Era seguro que no le Iban a llevar a casa, y no sabía volver. Pero un gran sentimiento de culpa le invadió cuando salió y escuchó a Mary gritando el nombre de su amiga, claramente alterada. La voz venía del bosque muy cercano. Aquel bosque que no debía pisar por los lobos.
Sin saber por qué lo hizo, corrió tras la voz. Una cosa era que la chica fuera una loca sin ningún tipo de equilibrio mental, otra que se pierda en el bosque, a bajo ceros y rodeada de predadores hambrientos.
- Mary, ¿que coño hacéis en el bosque? - Regañó a la chica una vez la encontró en la primera línea de árboles.
- Yadira se metió corriendo en el bosque. Raúl si no la encontramos morirá.
Estaba llorando, se sentía impotente. No me atrevo a entrar yo sola, por favor ven conmigo.
-¿Estás loca? Llama a la policía, a los cazadores, a quien sea. Si entramos nosotros también nos perderemos.
-Vale pues no vengas. Está claro que te importa una mierda lo que le pase a ella. Pero te juro que como le pase algo, te mataré, y yo cumplo mis amenazas idiota.
Tras acabar su amenaza de muerte, paso a paso iba entrando al bosque gritando el nombre de la chica. No había camino, ni carretera. Solo bosque, en menos de cinco minutos habrían llegado a lo más profundo y oscuro.
«Soy idiota» se dijo a sí mismo mientras sin pensar corrió tras la pequeña Mary.
La encontró poco después apoyada en un árbol, llorando como una niña pequeña. Miraba a izquierda y derecha intentando recordar por dónde había venido. El fuerte viento y la nevada que estaba comenzando la habían desorientado.
- Vuelve a casa Mary.- Le ordenó cuando llegó a su lado.
La chica, cuyos ojos brillaron de alegría al no haberse perdido del todo cambiaron a ira.
- No pienso abandonar a mi amiga, vete tú.
Raúl, intentando aparentar su mayor madurez, la agarró fuertemente de los hombros obligándola a mirarle.
- Escucha, si te quedas aquí te vas a morir,¿Entiendes?. No te preocupes por Yadira, yo la buscaré.
La joven le miró incrédula.
-¿Tú la vas a buscar?
-Si, le pediré perdón y volveremos juntos. Pero por favor, ve a casa y avisa que estamos aquí a quien sea, por si acaso no podemos salir.
Tras pensar, aceptó a volver. Raúl le indicó el camino, y antes de marchar ella habló.
- Encuentrala rápido, y abrazala como jamás has abrazado a nadie. Esto le trae a la mente traumas de su pasado que podrían acabar muy mal.
Su voz, más una súplica que otra cosa, esperaba que fuera Raúl quien aceptara. Éste, aún sin saber que pasaba asintió.
- Está bien, por muy mal que me caiga la abrazaré para que esté bien. Te lo prometo.
Tras aquello, cada uno tomó una dirección. Raúl debía encontrarla rápido, pero no sería fácil para un chico de ciudad que solo vió la nieve en televisión.
La oscuridad, el viento y la nieve convertían aquello en una muerte segura, pero aún así no iba a dejar que nadie muriese por su culpa, pues sabía que había hablado más de la cuenta. «Yo y mi maldito orgullo» se lamentaba enfurecido mientras intentaba no perderse en aquel laberinto de árboles y raíces que salían de la tierra, dejándole caer al topezar muchísimas veces.
Gritaba el nombre de la joven, pero el viento era más fuerte que su voz. Si no se daba prisa no saldrían del bosque ninguno de los dos. Eso sí se había convertido en un infierno helado.
La ventisca no hacía más que empeorar, hasta tal punto que la visión era completamente nula.Raúl, con sus manos tapando su cara para frenar el impacto de la nieve y el viento sobre su rostro avanzaba a paso lento, luchando contra la fuerza del aire que le empujaba hacía atrás. No tenía tiempo que perder. Tal y como estaba el tiempo, si no salían ambos de aquel lugar rápidamente acabarían literalmente congelados.-Yadira¿Dónde estás?- Gritaba cada vez más fuerte, su única esperanza era poder oír cualquier sonido que no fuera el de aquella ventisca para poder guiarse hacia la chica, pero no oía nada, siquiera su propia voz.Había pasado cerca de media hora desde que se adentró en el bosque. Incluso con aquel abrigo, el frío estaba atravesando sus huesos. Apenas podía andar y mantenerse derecho, caminando apoyándose en todos los árboles en su camino.Tropezó de nuevo, cayendo de boca sobre la nieve. Se levantó torpeme
Los aullidos a su alrededor dejó a Raúl completamente inmóvil. No podía empezar a correr con Yadira encima, y aún menos con el enorme agotamiento que sufría.La chica empezó a forcejear para salir de allí. Comenzó a llorar y a gritar con tanto pánico que se dejaba oír por todo el bosque.- Eh Yadira ¿que coño haces?. No puedes salir corriendo así.- El chico agarraba a la joven como un candado tras su espalda, empujándola hacia atrás.Ella gritaba desesperada, luchaba por salir de aquel abrazo y huir. Por alguna razón el pánico y el miedo se habían apoderado de ella. Luchaba tanto por liberarse que Raúl debía usar toda su fuerza para retenerla.- Vamos estate quieta ya, salir corriendo así no es la solución. No vemos nada.-Dejame imbécil.- Gritaba furiosa. No puedo estar aquí, enserio debo irme.Lloraba sin control, temblaba como una niña pequeña asustada de la oscuridad. Raúl compr
Esa noche, o más bien lo que quedaba de ella, fue un desesperado intento por dormir. Raúl no era capaz de conciliar del sueño, tenía la mente muy activa recordando los recientes acontecimientos.Las fuertes punzadas en la nariz era la segunda causa y más probable de su incapacidad de dormir, las vendas que le mantenían en su sitio eran realmente incómodas, pero no estaba enfadado. En el fondo sentía que se lo merecía por ser tán idiota.Desde su cama, escuchaba el fuerte viento que había vuelto a soplar, aún con más violencia. Pensó en Mary, No la vió desde que salió del bosque en busca de ayuda. Aún así, había cumplido su palabra; traerla sana y salva y darle aquel abrazo reconfortante que ahora podía entender que necesitaba.Decidió entonces, levantarse viendo la hora. Las siete y media de la mañana, suficiente para salir de allí y darse una ducha caliente. Aún sentía los estragos del aterrador frío en su cuerpo, aunque mucho más
La puerta se abrió al tiempo que un hombre de unos sesenta entraba por ella. Raúl se imaginaba que su tío, el cual llegaba días tarde, sería un anciano o de más edad como su madre. Y lo era, sí, pero no un anciano desvalido como imaginó.Aquel hombre tenía la musculatura propia de un campeón de boxeo de pesos pesados. Media metro noventa, calvo y con una barba canosa cubriendo su rostro. El otro hombre, era un joven de unos veinte, rubio y de ojos azules muy profundos. Su rostro era blanquecino como el de Yadira y por un segundo hasta parecían ser hermanos.- Hola familia, disculpen el retraso pero la caza fue muy bien. - Saludaba mientras besaba la mejilla de su hermana. El otro joven, le dió dos besos cordialmente y se sentó frente a Raúl, dándoles los buenos días.- Hola Mary, hacia tiempo que no te veía.- La sonrisa del joven dejaría embobada a cualquiera, Raúl se sintió incómodo tras aquel pensamiento, pero no le dió impo
Tras llamar a la puerta de su habitación, Mary y Raúl esperaron respuesta, la cual llegó segundos después.- Yadira ¿podemos pasar?. Estoy con Raúl así que si estás desnuda vístete.Le lanzó al joven una mirada pervertida, que ignoró por completo.- Pasad, estoy vestida.- Respondió entre risas.Parecía estar mejor, según vió Raúl tras pasar a la habitación.- Hola Raúl, no te esperaba. - Mintió la chica con voz indiferente. Sabía perfectamente que era ella quien quería que estuviera allí, pero no dijo nada.-¿ Cómo te encuentras?.- Preguntó el en un tono más amable. - Bajo ningún concepto quería verla con ojos de pena, eso sería lo peor que podría hacer por ella. No tenía intención de ser un psicólogo diciéndole que hacer, pero sí quería ayudarla de algún modo.- Muy bien, gracias.- Mientras respondía, se percató de la nariz vendada del joven. - Siento... Sien
Habían transcurrido tres días desde la comida en casa de Yadira. Desde entonces Raúl no vio a ninguna de las dos. Estaban a Miércoles y solo pensaba en el sábado próximo; la salida que Yadira le había obligado.Se encontraba leyendo un libro que encontró explorando la casa, cuyo título le pareció de lo más curioso; La sinfonía de Layla. Su historia le sumergió de lleno, y le ayudó a despejar la cabeza de todo lo demás.Zack, que al parecer también vivía en esa casa, daba vueltas por el salón donde Raúl se encontraba. Parecía impaciente por alguna razón, y dado que aún no había hablado con él desde que llegó pensó que sería buen momento.- Te ves impaciente Zack,¿Esperas a alguien?.El nombrado miró a Raúl, no se esperaba que hablara con él. En un segundo se sentó a su lado.- Dime Raúl.¿Cómo puedo enamorar a mi amada Yadira?.Esa pregunta dejó al chico sin palabras. ¿Qué tipo de con
Yadira lloraba en su cama desconsoladamente. Se sentía como una pequeña cría de lobo mirando los ojos del cazador que la apuntaba con su rifle, brindándole solo unos segundos de vida antes de disparar.Tenía un gran dolor en el corazón. Un dolor que prometió jamás volver a sufrir. Decidió darle una oportunidad a Raúl, y dejar que se acercase más a ella, pues en el fondo necesitaba agarrarse a algo y salir de esa nube de dolor y refinamiento. Sin embargo, verle espiándola mientras se suponía era su momento de tranquilidad e intimidad absoluta, más que sentir odio por él, lo sintió por ella misma. Fue una idiota que por una vez en mucho tiempo quiso confiar de nuevo en alguien que no volviera a convertir su corazón en una tumba sellada a todo, pero sentía ira sobre sí misma, y un enorme desprecio sobre Raúl. No podía entender como aquel chico que le salvó la vida, cuando tán débil estaba ahora la espiaba sin ningún pudor.Le daba mil vueltas mie
Raúl llamó a la puerta de la habitación de la joven Yadira. Esperó una contestación por parte de ella, pero al no recibirla, y obviando su educación, entró a la habitación sin ser invitado.Yadira se encontraba tumbada en la cama, de medio lado, dándole la espalda al joven. Sabía que era él quien entró pero no se sentía con fuerzas para siquiera hablar. No quería verle, pero también quería respuestas. Su cabeza era un torbellino de dolor y traumas;todo aquello que la convirtió en la chica soltaría, herida, y con una mente llena de un inmenso pesar que no es capaz de quitarse. Solo quería llorar hasta que no pudiera soltar una lágrima más... Desaparecer para no seguir sufriendo. En ese momento la idea de quitarse la vida no le parecía mala, necesitaba una paz que desde hacía muchos años no sentía.Raúl se sentó en la cama, sin mirarla ni hablar. Lo primero que quería hacer es comprobar si ella hablaba al estar tan cerca.Yadira no di