Habían transcurrido tres días desde la comida en casa de Yadira. Desde entonces Raúl no vio a ninguna de las dos. Estaban a Miércoles y solo pensaba en el sábado próximo; la salida que Yadira le había obligado.
Se encontraba leyendo un libro que encontró explorando la casa, cuyo título le pareció de lo más curioso; La sinfonía de Layla. Su historia le sumergió de lleno, y le ayudó a despejar la cabeza de todo lo demás.
Zack, que al parecer también vivía en esa casa, daba vueltas por el salón donde Raúl se encontraba. Parecía impaciente por alguna razón, y dado que aún no había hablado con él desde que llegó pensó que sería buen momento.
- Te ves impaciente Zack,¿Esperas a alguien?.
El nombrado miró a Raúl, no se esperaba que hablara con él. En un segundo se sentó a su lado.
- Dime Raúl.¿Cómo puedo enamorar a mi amada Yadira?.
Esa pregunta dejó al chico sin palabras. ¿Qué tipo de con
Yadira lloraba en su cama desconsoladamente. Se sentía como una pequeña cría de lobo mirando los ojos del cazador que la apuntaba con su rifle, brindándole solo unos segundos de vida antes de disparar.Tenía un gran dolor en el corazón. Un dolor que prometió jamás volver a sufrir. Decidió darle una oportunidad a Raúl, y dejar que se acercase más a ella, pues en el fondo necesitaba agarrarse a algo y salir de esa nube de dolor y refinamiento. Sin embargo, verle espiándola mientras se suponía era su momento de tranquilidad e intimidad absoluta, más que sentir odio por él, lo sintió por ella misma. Fue una idiota que por una vez en mucho tiempo quiso confiar de nuevo en alguien que no volviera a convertir su corazón en una tumba sellada a todo, pero sentía ira sobre sí misma, y un enorme desprecio sobre Raúl. No podía entender como aquel chico que le salvó la vida, cuando tán débil estaba ahora la espiaba sin ningún pudor.Le daba mil vueltas mie
Raúl llamó a la puerta de la habitación de la joven Yadira. Esperó una contestación por parte de ella, pero al no recibirla, y obviando su educación, entró a la habitación sin ser invitado.Yadira se encontraba tumbada en la cama, de medio lado, dándole la espalda al joven. Sabía que era él quien entró pero no se sentía con fuerzas para siquiera hablar. No quería verle, pero también quería respuestas. Su cabeza era un torbellino de dolor y traumas;todo aquello que la convirtió en la chica soltaría, herida, y con una mente llena de un inmenso pesar que no es capaz de quitarse. Solo quería llorar hasta que no pudiera soltar una lágrima más... Desaparecer para no seguir sufriendo. En ese momento la idea de quitarse la vida no le parecía mala, necesitaba una paz que desde hacía muchos años no sentía.Raúl se sentó en la cama, sin mirarla ni hablar. Lo primero que quería hacer es comprobar si ella hablaba al estar tan cerca.Yadira no di
-¡¿Que Raúl hizo qué?!.Una sorprendida Mary intentaba no gritar ante tal noticia. Había subido a la habitación, y lo primero que Yadira hizo fué pedirle perdón. Lo hizo tantas veces que ya estaba resultando incómodo, y solo calló cuando Mary le pellizcó el brazo. Poco después, está le contó todo lo sucedido con Raúl minutos antes.- No sé qué pensar... No sé si odiarle o no, ni siquiera sé realmente por qué se esfuerza tanto ni ni es un intento real por ayudarme. Estoy más confundida que nunca.Mary sabía que la decisión de Raúl no fue la correcta. Ya le había advertido que no se acercara a su amiga más de la cuenta y sin embargo había pasado más allá. Pensaba darle un fuerte golpe cuando bajara.- No debes dejarte llevar por las dudas Yadira, Raúl es un idiota. Sé que no es mala persona, y creo lo que dice sobre Zack, y sobre qué quiere ayudarte. Pero recuerda que solo estará aquí un verano. Si le empiezas a ver c
Aquella mañana de sábado estaba siendo goberdana por la gran ventisca que asolaba cruelmente el pequeño pueblo de Zenit. Raúl, cómodamente en su cama, disfrutando del calor bajo las mantas, no se quitaba de la cabeza los acontecimientos que días atrás habían sucedido. Edward se negaba a creer cualquier tipo de acusación sobre su hijo. Para él, era todo un hombre, un experimentado cazador que disfrutaba de la vida junto a su padre. Pensar que haría algo tán deprorable como espiar a una chica, y menor de edad, era lo más bajo que cualquier persona podría caer y su hijo, bajo ningún concepto, era así.Su opinión cambió cuando fueron a casa de Martha para ver las grabaciones. Zack se intentó defender acusando que era Raúl quien siempre la espiaba, y él estaba allí simplemente para pillarle cuando viniera. No tuvo la credibilidad de nadie, ni siquiera de su padre que avergonzado y furioso con su propio hijo, decidió tras obligarle a pedir perdón a toda persona de ambas c
El día había pasado lento y pesado para el joven. Su madre, aún molesta por los comentarios hacia su primo, apenas le había dirigido la palabra, pero no pensaba cambiar de opinión en cuanto a él.La ventisca, soplando tan fuerte que la misma casa temblaba, separaba los escasos cien metros de su casa a la de Yadira, con una fuerte corriente de aire, nieve, y algún que otro objeto que, no tuvo otro destino que ser arrastrado por las gélidas y nevadas ventiscas de Alaska.- Sigo pensando que no es buena idea salir, aunque vayas aquí al lado.- La tía Lines intentaba convencer a Raúl.- hace años un chico salió para recoger una carta del buzón, y desapareció.- No pasará nada tía, solo debo andar recto.Se decidió a abrir la puerta, y un enorme montículo de nieve bloqueaba la entrada. De ese modo era imposible salir.- Llama a tu amiga y dile que no vas, para que no te esté esperando.Raú
Llegar al hospital no fue nada fácil. La fuerza del viento empujaba el vehículo, sacándolo más de una vez del camino. El sentido común gritaba que era una mala idea, sin embargo debían ver a Mary, saber que pasó y sobre todo, asegurarse que estaba realmente bien.Martha conducía precavida, sabía perfectamente el enorme error que estaba cometiendo al salir en un día así. Yadira y Raúl, se encontraban sentados en la parte trasera. La experiencia de la pasada noche aún les hacía hervir la sangre, sin poder evitar sonreír cada vez que se miraban.Raúl se encontraba en un estado de plenitud absoluta. Sentía una enorme atracción hacia Yadira, una unión que jamás había sentido. Un deseo de poder despertar a su lado cada día. Sabía perfectamente que enamorarse de aquella chica sería d
- Yo digo que nos vayamos del frío y disfrutemos de un poco de sol.- Pero estamos acostumbrados a este ambiente, salvo ellos.- Señalando a Raúl y su familia.- Por eso mismo, quiero volver a recordar qué es tener calor, ir a la playa, ir medio desnuda por la calle.Yadira y Mary debatían durante horas cuál sería el destino elegido para disfrutar de una semana de vacaciones. Hacía días que había salido del hospital, y para animarla un poco, y que se olvide del ataque y de que su padre aún días después no apareció, decidieron,entre todos pagar unas vacaciones para disfrutar de una semana de tranquilidad.- Yo soy la que está triste.- Dijo Mary haciendo pucheros.- Yo debo elegir.- Está bien, tú ganas.Con una risa triunfante en su rostro, se levantó de la mesa y miró al resto de personas allí de pié, esperando respuesta.- Vamos a pasar una semana en la p
Raúl se había levantado muy temprano aquel día. Tras la conversación con Mary la noche pasada, no había conciliado el sueño. Su madre y su hermano aún dormían, como la mayoría de las personas allí acampadas. Solo un par de personas paseaban o se dirigían a los baños.Sentada a la orilla del lago, metiendo sus pies, se encontraba Yadira. Raúl decidió acercarse y hablar con ella. Quería saber qué le pasaba con él.- Hola.- Saludó mirando hacia el otro lado del lago. Dos chicas llegaron de entre las tiendas hacia aquella orilla, notablemente ebrias, decidieron que sería un buen lugar para orinar allí mismo.- ¿Qué quieres?.- Respondió secamente.-¿ Que hice para que me trates así?.- preguntó en calma, no quería poner más nerviosa a la chica.Yadira se tomó su tiempo en responder, tanto que pensó que no iba a hacerlo. Estaba sentada abrazada a sus piernas, con una pequeña sudadera y vaqueros remangados