Raúl se había sentado sobre una gruesa raíz de un árbol centenario. El joven pensaba en todo lo que había ocurrido con la bruja. Confiaba en Yadira, sabía que eso que le oculta no era estar en otra relación o que su amor hacia él no era sincero, pero quizás, no era tanto como para luchar por él tras el verano.
La joven de cabellos dorados, llegó hacia Raúl. Le observaba desde el par de metros que les separaba, y ella misma no sabía cómo empezar a hablar, no entendía que era realmente lo que estaba mal pero a la vez, lo tenía muy claro.
Todo estaba siendo confuso para ambos. Todo el humor que tuvieron durante el día desapareció a la misma velocidad que un rayo cortando el cielo.
—Raúl, escúchame —Flora dió el primer paso y habló sin acercarse más—. Esa mujer dijo cosas horribles, y de alguna manera siento que nos afectó a ambos. Quiero que arreglemos esto.
—Tienes razón —respondió el joven—. Dijo que tú a
Raúl observaba a Yadira, de pie ante él, iluminada por la Luna, parecía un ángel, hermosa y pura.—Raúl, lo que voy a mostrarte, solo lo sabe mi madre y Mary. Te pido que no le digas a nadie, que no me hagas preguntas tras ello, que simplemente evites recordar que este momento existió.Su voz reflejaba incomodidad y vergüenza, por lo que el joven accedió para evitar alargar aquel momento.Estaba nervioso de saber que misterio tan bien guardado tenía la chica, no podía imaginarse la razón, tan solo debía esperar lo más pacientemente posible.Yadira comenzó a quitarse el chaleco salvavidas, y lo puso sobre la barca con cuidado. Tras eso, se puso de espaldas al joven y se quitó la camisa, dejando al descubierto su espalda, blanca y delicada.—¿Que se supone que debo mirar? —preguntó confundido Raúl—. No veo nada en tu espalda, y no creo que intentes enseñarme el amarre de tu sostén.El
Las pequeñas vacaciones habían llegado a su fin a la velocidad de un parpadeo. Cuando más estaban disfrutando del sol, de la calma, y de nuevas vivencias, se vieron obligados a regresar al frío glacial del pueblo.Habían transcurrido tres días desde que regresaron, y mary se dirigía a casa de Yadira, pensativa y sin apenas ánimos desde su regreso.La joven Mary había visitado su casa, viendo cómo iban las reparaciones, y la incomodidad que sentía al regreso, no pasó desapercibido para Raúl, que en ese momento estaba saliendo de casa para visitar a su joven enamorada, cuando vio pasar a la morena cabizbaja.—Buenos días Mary, ¿Estás bien? Te veo un poco deprimida —preguntó el joven Raúl al acercarse a ella—. ¿Acaso extrañas a tu novio?Se cubrió de los posibles golpes que la joven pudiera darle avergonzada, pero continuó andando, sin detenerse y con la mirada perdida.Raúl iba tras ella, ambos a casa
No había nada que a Raúl le gustase más que el verano; las playas, el sol, las fiestas con los amigos... Sin embargo este año iba a ser totalmente diferente; Debía pasar esos tres meses en la ciudad natal de su madre, zenit, situado en Alaska.El joven de apenas dieciséis años, cabello negro y mirada pícara se había estado documentado sobre aquel lugar que apenas sale en los mapas. Una ciudad entre las montañas, apenas comunicada por una pequeña carretera que cruzaba el bosque cercano, y el puerto por el otro, que al parecer no era más que una fruta natural gigantesca, donde los barcos pesqueros utilizan para amarrar y usarlo como camino hacia el pueblo, ya que conecta con una de las paredes montañosas a unos cien metros de él.No había nada divertido allí, tan sólo un par de bares y un único supermercado, y varias veces por semana un mercadillo donde todo el mundo vendía sus manualidades, ropa e incluso verduras que por el clima era imposible obten
El viaje duró un poco menos de lo esperado. Las dos mujeres pasaron todo el trayecto hablando, El pequeño Carlos dormido en las piernas de Yadira. Ésta a su vez, se pasó todo el viaje mirando por la ventanilla, a ningún lado en específico, más bien como si su mente abandonase su cuerpo a algún recuerdo o lugar desconocido para Carlos, que no sabía que hacer en ese coche sin poder hablar con nadie. La única persona de su edad que podría darle conversación parecía totalmente indiferente a su presencia y eso era algo que no le importaba, pero habría agradecido algunas palabras de cortesía.Al entrar al pueblo, Carlos miró por la ventanilla como podía, ya que estaba llena de nieve y hielo.Todas las casas parecían formar parte de algún ejército militar; tan bien camufladas tras esos gorros de nieve que cubría techos incluso paredes.Las cadenas en los neumáticos era algo habitual, incluso vio un pequeño taller donde el lodo era un neumá
El día anterior había sido un caos para Raúl; llegar después de muchas horas de vuelo a un pueblo que no conocían ni los virus, conocer una chica aparentemente normal, que sin embargo resultó ser bipolar o simplemente idiota. Y cómo no, tras el incidente en el que se llenó de nieve toda, le regañaron por no tener cuidado. En ese instante es cuando se dió cuenta que realmente no le agrada esa chica, la odia y si no la vuelve a ver, pues mejor.Qué sorpresa cuando esa mañana, sábado, se levantó del dormitorio que compartía con su tío al cual al final no consiguió conocer pues no llegó a casa, y ve a aquella chica de cabellos dorados y piel de porcelana desayunando en el salón junto a su madre, la madre de él, y si tía.- ¿ Qué hace ella aquí? Si piensa caerse otra vez a la nieve que a mí no me culpen.Esas palabras salieron de su boca sin pensar, pero aún contra todo pronóstico la bronca no empezó por eso, si no por otro motivo el cua
De camino a casa, el joven tras mucho pensar decidió asistir a la fiesta cuya joven dependienta invitó. Sería una buena forma de al menos desconectar un poco. Aún así, beber bajo un puente al aire libre en un pueblo cuya temperatura ronda de los cero a los menos veinte grados casi de un segundo para otro, no era una buena idea. Pero no quería pensar mucho en ello, simplemente decidió ir y olvidarse de todo.Entre dos casas de enormes patios aún nevados, Raúl vió lo que parecía una pequeña plazuela. Tres bancos de madera rodeaban una zona de hierba, donde un columpio descansaba paciente a la espera de algún niño con ganas de jugar, pero debido a la nieve que estaba posada sobre él y el suelo es estaba claro que nadie usaría aquel lugar en mucho tiempo.Aún así, el joven se acercó decidido a sentarse para comer las golosinas que había comprado. La imagen de Yadira le vino a la cabeza en el momento que cayó de espaldas al suelo. Tal vez había sido muy
Una discoteca con música, mucha gente bebiendo en sillas y butacas repartidos por todo el lugar, y otra tanta bailando en el centro era lo que había allí dentro. Raúl se había imaginado a todos en el suelo bebiendo en grupitos, y algún tipo vendiéndoles las bebidas. Poco después descubrió que no sólo podían pedir "la botellona", si no como cualquier discoteca normal, podías pedir tus copas de toda clase.Unas luces encima de sus cabezas parpadeando de distintos colores daban el ambiente ideal para cualquier amante de la noche y las discotecas, pero Raúl se sentía mareado.- Al principio pasa.- Dijo Mary poniendo la mano sobre su hombre y dándole palmaditas de apremio.- Algún día serás un hombre de verdad.Su risa era encantadora para el joven, pero no le gustaba que le dijeran esas cosas y no responder.- No te preocupes, para cuando crezcas en todos los aspectos ya seré un hombre.- Le respondió poniendo la ma
La ventisca no hacía más que empeorar, hasta tal punto que la visión era completamente nula.Raúl, con sus manos tapando su cara para frenar el impacto de la nieve y el viento sobre su rostro avanzaba a paso lento, luchando contra la fuerza del aire que le empujaba hacía atrás. No tenía tiempo que perder. Tal y como estaba el tiempo, si no salían ambos de aquel lugar rápidamente acabarían literalmente congelados.-Yadira¿Dónde estás?- Gritaba cada vez más fuerte, su única esperanza era poder oír cualquier sonido que no fuera el de aquella ventisca para poder guiarse hacia la chica, pero no oía nada, siquiera su propia voz.Había pasado cerca de media hora desde que se adentró en el bosque. Incluso con aquel abrigo, el frío estaba atravesando sus huesos. Apenas podía andar y mantenerse derecho, caminando apoyándose en todos los árboles en su camino.Tropezó de nuevo, cayendo de boca sobre la nieve. Se levantó torpeme