La ventisca no hacía más que empeorar, hasta tal punto que la visión era completamente nula.
Raúl, con sus manos tapando su cara para frenar el impacto de la nieve y el viento sobre su rostro avanzaba a paso lento, luchando contra la fuerza del aire que le empujaba hacía atrás. No tenía tiempo que perder. Tal y como estaba el tiempo, si no salían ambos de aquel lugar rápidamente acabarían literalmente congelados.
-Yadira¿Dónde estás?- Gritaba cada vez más fuerte, su única esperanza era poder oír cualquier sonido que no fuera el de aquella ventisca para poder guiarse hacia la chica, pero no oía nada, siquiera su propia voz.
Había pasado cerca de media hora desde que se adentró en el bosque. Incluso con aquel abrigo, el frío estaba atravesando sus huesos. Apenas podía andar y mantenerse derecho, caminando apoyándose en todos los árboles en su camino.
Tropezó de nuevo, cayendo de boca sobre la nieve. Se levantó torpemente para seguir caminando cuando notó que había chocado con algo si, pero no era una raíz. Yadira se encontraba tirada en el suelo, inmóvil. Ni siquiera tras la patada de Raúl al tropezar la hizo moverse.
El joven rápidamente la cogió sobre su espalda y se paró entre unos árboles donde el viento era frenado algo más y la apoyó sobre uno de los troncos.
-Eh Yadira, despierta.- Insistía Raúl mientras le daba palmadas en la mejilla.
Estaba completamente helada. Su rostro de por sí blanco como porcelana, se estaba volviendo azulado. Estaba sufriendo hipotermia y si seguía allí mucho tiempo no sobreviviría.
Raúl se quitó su abrigo y tapó a la joven como si fuera una pequeña manta, y su bufanda roja la puso sobre el cuello de la chica para taparle de alguna manera la boca.
El frío que sentía Raúl era como millones de puñaladas atravesando su alma, sin embargo no iba a dejar que la chica muriese allí por su culpa.
Ahora, al menos Yadira estaba más abrigada, y sin pensar y para darle más calor, se agachó delante de ella y la abrazó lo más fuerte que pudo.la cubrió entre su cuerpo suplicando a los cielos que todo acabara bien.
- ¿Mary?- Su voz sonaba tan débil que el muchacho no pudo evitar apretar los dientes furioso consigo mismo.
Decidió no responder, si le decía que era Raúl se pondría peor y seguro intentaba marcharse. Al menos eso pensó hasta que ella habló de nuevo.
- Ah... Eres Raúl.- Tras decir eso le agarró del jersey fuertemente para sentir más el calor del chico.- No esperaba que fueras tú quien viniera a salvarme. Soy una tonta que no piensa en las consecuencias.
Ambos, en aquel abrazo de vida, lejos de todo pronóstico se sentían muy bien. Raúl sentía el calor de la joven, el calor de su aliento sobre su vuello... Y las lágrimas que caían de sus ojos verdes.
- Si no te pones el abrigo acabarás congelado.- la joven, aún sin fuerza en la voz era consciente de que solo llevaba un jersey que poco iba a abrigar en esa ventisca.
- Estoy bien Yadira. Siento mucho haberme metido en tu vida, te prometo jamás acercarme a ti de nuevo, pero solo por esta vez deja que te proteja. Fue mi culpa que estés en esta situación, y prometí que volverías a casa.
Hablaba torpemente, los efectos del inmenso frío estaban haciendo añicos su fuerza vital. No iba a durar mucho tiempo pero sin saber por qué, no quería salir de aquel abrazo que había sido correspondido por la chica.
- No me importa si nos vemos de nuevo Raúl, sé que empezamos con mal pie pero tengo mis motivos.- mientras hablaba le abrazaba aún más fuerte. Buscaba desesperadamente que ambos se mantuvieran calientes.- Hace dos años pasó algo que jamás podré olvidar, justo en este bosque... Y todo comenzó como esto. Yo perdida y él buscándome.
Lloraba en silencio, tan débil y vulnerable que le partía el corazón al chico. «¿Que hice?. Hable más de la cuenta y está así.».
- Ahora no me importa lo que haya pasado, ni si nos odiamos o no. Me da igual, voy a sacarte de aquí aunque sea lo último que haga.
Saliendo de aquel abrazo, la cargó de nuevo, poniendo esta vez la chaqueta encima de la que ya traía. Raúl era algo corpulento y la joven muy similar a Mary, solo que algo más alta y más desarrollada, así que el abrigo le quedaba mejor de lo que había esperado.
Empezó a caminar directo hacia el punto donde la encontró para desde ahí deshacer sus pasos y llegar a la salida.
- Raúl eres un idiota.- Decía mientras se aferraba a él. - No te las quieras dar de héroe para quedar bien.
Río tras su propio comentario. De alguna manera se sentía realmente protegida en sus brazos.
- Gracias por venir.- Añadió es voz tan baja que Raúl no pudo oír.
La ventisca había llegado a un punto crítico. Para evitar caer o tropezar debía caminar muy despacio, y eso no hacía más que alargar el maldito infierno que sufria en su helado cuerpo. Empezaba a sentirse entumecido, en cualquier momento la joven caería de su espalda debido al frío que congelaba sus músculos.
«Todo saldrá bien» se repetía a sí mismo una y otra vez. Sabía que Yadira no podía oírle, pero unas vacaciones de verano no es el mejor momento para morir. Aunque sabía que no podría aguantar mucho más, la nula visión se hacía más evidente debido a la fatiga.
La joven, se abrazó al cuello del chico con más fuerza. Le daba ánimos a no rendirse, sentía ese mensaje.
- Yadira, cuando salgamos de aquí me debes una. Y será lo que yo te pida, sin pegas ni objeciones.
- Así será idiota, pero más te vale que no te quieres aprovechar de mi debilidad actual.
No sonó a amenaza, había usado un tono amable al responder. Raúl sabía que se encontraba muy mal, y que posiblemente en unos días volvería a ser la misma antipática de siempre. Pero si por un milagro mantiene su promesa, había algo que tenía que pedirle.
- Otra cosa.- Añadió Yadira, con su cabeza a la altura del oído del joven.- Si me pides sexo te cortó la colita de crío que tendrás y se la doy a mi perro para que se la coma.- Está vez si iba en serio en su amenaza.
- Tranquila egocéntrica, no eres mi tipo.
-¿Enserio? Pues me miraste el primer día como si fuera la chica más hermosa que jamás cruzo mirada contigo.
Se le subieron los colores. No esperaba que se hubiera dado cuenta de ese detalle. Pero de alguna forma si seguían hablando sería más fácil llegar al final.
- Sí, lo admito. Eres hermosa. Eres muy hermosa. Tienes un pelo increíble, unos ojos que hechizarian a cualquiera. Pareces una muñeca de porcelana, de esas que están en un museo por qué son muy caras y únicas...
-¿ No te habrás enamorado?- Añadió con burla. Mira que a mí me gustan los chicos que sean hombres, y no lloricas que no quieren perder dos meses de su vida aquí.
No sabía si tomárselo como insulto, pero vista la situación decidió simplemente dejarla hablar lo que quisiera.
- No me he enamorado, pero eso no significa que no tenga ojos en la cara.
Yadira pareció satisfecha con la respuesta, y solo añadió algo más mientras cruzaban las últimas hileras de árboles antes de llegar a un nuevo problema.
- Ya me dirás en unas semanas si sigues pensando igual.- y un mordisco en su oreja le hizo estremecer.
- ¿Eres demasiado lanzada no?.
- Solo cuando veo que sufres.- La sonrisa que esbozó se borró de golpe cuando ambos oyeron lo que a su alrededor había aparecido. Los aullidos hambrientos dejaban claro que iban a ser comida de lobos en unos segundos.
Los aullidos a su alrededor dejó a Raúl completamente inmóvil. No podía empezar a correr con Yadira encima, y aún menos con el enorme agotamiento que sufría.La chica empezó a forcejear para salir de allí. Comenzó a llorar y a gritar con tanto pánico que se dejaba oír por todo el bosque.- Eh Yadira ¿que coño haces?. No puedes salir corriendo así.- El chico agarraba a la joven como un candado tras su espalda, empujándola hacia atrás.Ella gritaba desesperada, luchaba por salir de aquel abrazo y huir. Por alguna razón el pánico y el miedo se habían apoderado de ella. Luchaba tanto por liberarse que Raúl debía usar toda su fuerza para retenerla.- Vamos estate quieta ya, salir corriendo así no es la solución. No vemos nada.-Dejame imbécil.- Gritaba furiosa. No puedo estar aquí, enserio debo irme.Lloraba sin control, temblaba como una niña pequeña asustada de la oscuridad. Raúl compr
Esa noche, o más bien lo que quedaba de ella, fue un desesperado intento por dormir. Raúl no era capaz de conciliar del sueño, tenía la mente muy activa recordando los recientes acontecimientos.Las fuertes punzadas en la nariz era la segunda causa y más probable de su incapacidad de dormir, las vendas que le mantenían en su sitio eran realmente incómodas, pero no estaba enfadado. En el fondo sentía que se lo merecía por ser tán idiota.Desde su cama, escuchaba el fuerte viento que había vuelto a soplar, aún con más violencia. Pensó en Mary, No la vió desde que salió del bosque en busca de ayuda. Aún así, había cumplido su palabra; traerla sana y salva y darle aquel abrazo reconfortante que ahora podía entender que necesitaba.Decidió entonces, levantarse viendo la hora. Las siete y media de la mañana, suficiente para salir de allí y darse una ducha caliente. Aún sentía los estragos del aterrador frío en su cuerpo, aunque mucho más
La puerta se abrió al tiempo que un hombre de unos sesenta entraba por ella. Raúl se imaginaba que su tío, el cual llegaba días tarde, sería un anciano o de más edad como su madre. Y lo era, sí, pero no un anciano desvalido como imaginó.Aquel hombre tenía la musculatura propia de un campeón de boxeo de pesos pesados. Media metro noventa, calvo y con una barba canosa cubriendo su rostro. El otro hombre, era un joven de unos veinte, rubio y de ojos azules muy profundos. Su rostro era blanquecino como el de Yadira y por un segundo hasta parecían ser hermanos.- Hola familia, disculpen el retraso pero la caza fue muy bien. - Saludaba mientras besaba la mejilla de su hermana. El otro joven, le dió dos besos cordialmente y se sentó frente a Raúl, dándoles los buenos días.- Hola Mary, hacia tiempo que no te veía.- La sonrisa del joven dejaría embobada a cualquiera, Raúl se sintió incómodo tras aquel pensamiento, pero no le dió impo
Tras llamar a la puerta de su habitación, Mary y Raúl esperaron respuesta, la cual llegó segundos después.- Yadira ¿podemos pasar?. Estoy con Raúl así que si estás desnuda vístete.Le lanzó al joven una mirada pervertida, que ignoró por completo.- Pasad, estoy vestida.- Respondió entre risas.Parecía estar mejor, según vió Raúl tras pasar a la habitación.- Hola Raúl, no te esperaba. - Mintió la chica con voz indiferente. Sabía perfectamente que era ella quien quería que estuviera allí, pero no dijo nada.-¿ Cómo te encuentras?.- Preguntó el en un tono más amable. - Bajo ningún concepto quería verla con ojos de pena, eso sería lo peor que podría hacer por ella. No tenía intención de ser un psicólogo diciéndole que hacer, pero sí quería ayudarla de algún modo.- Muy bien, gracias.- Mientras respondía, se percató de la nariz vendada del joven. - Siento... Sien
Habían transcurrido tres días desde la comida en casa de Yadira. Desde entonces Raúl no vio a ninguna de las dos. Estaban a Miércoles y solo pensaba en el sábado próximo; la salida que Yadira le había obligado.Se encontraba leyendo un libro que encontró explorando la casa, cuyo título le pareció de lo más curioso; La sinfonía de Layla. Su historia le sumergió de lleno, y le ayudó a despejar la cabeza de todo lo demás.Zack, que al parecer también vivía en esa casa, daba vueltas por el salón donde Raúl se encontraba. Parecía impaciente por alguna razón, y dado que aún no había hablado con él desde que llegó pensó que sería buen momento.- Te ves impaciente Zack,¿Esperas a alguien?.El nombrado miró a Raúl, no se esperaba que hablara con él. En un segundo se sentó a su lado.- Dime Raúl.¿Cómo puedo enamorar a mi amada Yadira?.Esa pregunta dejó al chico sin palabras. ¿Qué tipo de con
Yadira lloraba en su cama desconsoladamente. Se sentía como una pequeña cría de lobo mirando los ojos del cazador que la apuntaba con su rifle, brindándole solo unos segundos de vida antes de disparar.Tenía un gran dolor en el corazón. Un dolor que prometió jamás volver a sufrir. Decidió darle una oportunidad a Raúl, y dejar que se acercase más a ella, pues en el fondo necesitaba agarrarse a algo y salir de esa nube de dolor y refinamiento. Sin embargo, verle espiándola mientras se suponía era su momento de tranquilidad e intimidad absoluta, más que sentir odio por él, lo sintió por ella misma. Fue una idiota que por una vez en mucho tiempo quiso confiar de nuevo en alguien que no volviera a convertir su corazón en una tumba sellada a todo, pero sentía ira sobre sí misma, y un enorme desprecio sobre Raúl. No podía entender como aquel chico que le salvó la vida, cuando tán débil estaba ahora la espiaba sin ningún pudor.Le daba mil vueltas mie
Raúl llamó a la puerta de la habitación de la joven Yadira. Esperó una contestación por parte de ella, pero al no recibirla, y obviando su educación, entró a la habitación sin ser invitado.Yadira se encontraba tumbada en la cama, de medio lado, dándole la espalda al joven. Sabía que era él quien entró pero no se sentía con fuerzas para siquiera hablar. No quería verle, pero también quería respuestas. Su cabeza era un torbellino de dolor y traumas;todo aquello que la convirtió en la chica soltaría, herida, y con una mente llena de un inmenso pesar que no es capaz de quitarse. Solo quería llorar hasta que no pudiera soltar una lágrima más... Desaparecer para no seguir sufriendo. En ese momento la idea de quitarse la vida no le parecía mala, necesitaba una paz que desde hacía muchos años no sentía.Raúl se sentó en la cama, sin mirarla ni hablar. Lo primero que quería hacer es comprobar si ella hablaba al estar tan cerca.Yadira no di
-¡¿Que Raúl hizo qué?!.Una sorprendida Mary intentaba no gritar ante tal noticia. Había subido a la habitación, y lo primero que Yadira hizo fué pedirle perdón. Lo hizo tantas veces que ya estaba resultando incómodo, y solo calló cuando Mary le pellizcó el brazo. Poco después, está le contó todo lo sucedido con Raúl minutos antes.- No sé qué pensar... No sé si odiarle o no, ni siquiera sé realmente por qué se esfuerza tanto ni ni es un intento real por ayudarme. Estoy más confundida que nunca.Mary sabía que la decisión de Raúl no fue la correcta. Ya le había advertido que no se acercara a su amiga más de la cuenta y sin embargo había pasado más allá. Pensaba darle un fuerte golpe cuando bajara.- No debes dejarte llevar por las dudas Yadira, Raúl es un idiota. Sé que no es mala persona, y creo lo que dice sobre Zack, y sobre qué quiere ayudarte. Pero recuerda que solo estará aquí un verano. Si le empiezas a ver c