El grupo había bajado del bus que los había traído desde el lago. Habiendo tanta gente por ser verano, cada poco tiempo pasaban, por lo que no tendrían problemas para regresar.
No serían más de las doce del mediodía, tenían tiempo para caminar un poco antes de ir a comer.
Martha caminaba junto a su hija Yadira, mientras que Ana iba con Carlos y Raúl unos pasos delante de ellas.
La joven miraba la espalda de su amado mientras caminaba. Deseaba correr hacia él, abrazarle y besarle. Quería que ese viaje por la ciudad fuera para ellos dos solos, como una cita.
– Yadira cariño, estás muy pensativa hoy. ¿Estás bien? – preguntó su madre sacándola de sus pensamientos.
– Si, solo pensaba.
– ¿Sabes que puedes contarme todo verdad? Soy tu madre, y siempre querré lo mejor para tí, y apoyarte cuando lo necesites.
Yadira Sonrió agradecida. Su madre siempre estuvo ahí cuida
El destino elegido para saborear una buena comida, o al menos esa sería la intención, fue una pizzería, donde también servían hamburguesas y pasta. Quizás no fuera un menú muy extenso, pero todos estuvieron de acuerdo en que sería un buen lugar antes de continuar caminando.Estaban cansados, tras casi tres horas de caminata de aquí para allá, tenían los pies doloridos y apenas energía para dar un paso más, pero se estaban divirtiéndo. Mientras esperaban que les tomaran el pedido ojeando el menú, comentaban sobre sus visitas; un museo de cera, la tienda de regalos, una recreación exacta de una calle del imperio romano, que se exponía gratuitamente dentro de un enorme edificio circular... Tomaban foto a todo con la cámara que Martha, inteligentemente, llevó consigo, para mantener esa experiencia durante muchos años.Cada familia estaba sentada frente a la otra, estando Carlos en las piernas de su madre, Yadira y Raúl están frente a frente, evita
- ¿Cuál es ese futuro negro del que habla? - Raúl fue el primero que se atrevió a preguntar.La misteriosa señora observaba su blanquecina esfera en la mesa, y miró hacia el joven tan bruscamente que le hizo dar un salto en la silla.- Chico, una amenaza os persigue. Una verdad saldrá a la luz, y tomar la decisión equivocada traerá la muerte.Ambos se miraban sin entender nada, pero comenzaban a asustarse de verdad por el tono que aquella señora utilizaba al hablar. Sus ojos, parecía que miraban más allá de su rostro, como si estuviera viendo a través de su alma más allá del tiempo presente.- Señora... La verdad ya empieza a asustar con ese tono tan deprimente y lo que dice. Creo que mejor nos vamos.- podrían esperar un poco más, a fin de cuentas aquí están solos. No debéis ocultar vuestra relación. Pero esa relación, no será tan eterna como piensan. - miró entonces a Yadira - tienes miedo y dudas
Raúl se había sentado sobre una gruesa raíz de un árbol centenario. El joven pensaba en todo lo que había ocurrido con la bruja. Confiaba en Yadira, sabía que eso que le oculta no era estar en otra relación o que su amor hacia él no era sincero, pero quizás, no era tanto como para luchar por él tras el verano.La joven de cabellos dorados, llegó hacia Raúl. Le observaba desde el par de metros que les separaba, y ella misma no sabía cómo empezar a hablar, no entendía que era realmente lo que estaba mal pero a la vez, lo tenía muy claro.Todo estaba siendo confuso para ambos. Todo el humor que tuvieron durante el día desapareció a la misma velocidad que un rayo cortando el cielo.—Raúl, escúchame —Flora dió el primer paso y habló sin acercarse más—. Esa mujer dijo cosas horribles, y de alguna manera siento que nos afectó a ambos. Quiero que arreglemos esto.—Tienes razón —respondió el joven—. Dijo que tú a
Raúl observaba a Yadira, de pie ante él, iluminada por la Luna, parecía un ángel, hermosa y pura.—Raúl, lo que voy a mostrarte, solo lo sabe mi madre y Mary. Te pido que no le digas a nadie, que no me hagas preguntas tras ello, que simplemente evites recordar que este momento existió.Su voz reflejaba incomodidad y vergüenza, por lo que el joven accedió para evitar alargar aquel momento.Estaba nervioso de saber que misterio tan bien guardado tenía la chica, no podía imaginarse la razón, tan solo debía esperar lo más pacientemente posible.Yadira comenzó a quitarse el chaleco salvavidas, y lo puso sobre la barca con cuidado. Tras eso, se puso de espaldas al joven y se quitó la camisa, dejando al descubierto su espalda, blanca y delicada.—¿Que se supone que debo mirar? —preguntó confundido Raúl—. No veo nada en tu espalda, y no creo que intentes enseñarme el amarre de tu sostén.El
Las pequeñas vacaciones habían llegado a su fin a la velocidad de un parpadeo. Cuando más estaban disfrutando del sol, de la calma, y de nuevas vivencias, se vieron obligados a regresar al frío glacial del pueblo.Habían transcurrido tres días desde que regresaron, y mary se dirigía a casa de Yadira, pensativa y sin apenas ánimos desde su regreso.La joven Mary había visitado su casa, viendo cómo iban las reparaciones, y la incomodidad que sentía al regreso, no pasó desapercibido para Raúl, que en ese momento estaba saliendo de casa para visitar a su joven enamorada, cuando vio pasar a la morena cabizbaja.—Buenos días Mary, ¿Estás bien? Te veo un poco deprimida —preguntó el joven Raúl al acercarse a ella—. ¿Acaso extrañas a tu novio?Se cubrió de los posibles golpes que la joven pudiera darle avergonzada, pero continuó andando, sin detenerse y con la mirada perdida.Raúl iba tras ella, ambos a casa
No había nada que a Raúl le gustase más que el verano; las playas, el sol, las fiestas con los amigos... Sin embargo este año iba a ser totalmente diferente; Debía pasar esos tres meses en la ciudad natal de su madre, zenit, situado en Alaska.El joven de apenas dieciséis años, cabello negro y mirada pícara se había estado documentado sobre aquel lugar que apenas sale en los mapas. Una ciudad entre las montañas, apenas comunicada por una pequeña carretera que cruzaba el bosque cercano, y el puerto por el otro, que al parecer no era más que una fruta natural gigantesca, donde los barcos pesqueros utilizan para amarrar y usarlo como camino hacia el pueblo, ya que conecta con una de las paredes montañosas a unos cien metros de él.No había nada divertido allí, tan sólo un par de bares y un único supermercado, y varias veces por semana un mercadillo donde todo el mundo vendía sus manualidades, ropa e incluso verduras que por el clima era imposible obten
El viaje duró un poco menos de lo esperado. Las dos mujeres pasaron todo el trayecto hablando, El pequeño Carlos dormido en las piernas de Yadira. Ésta a su vez, se pasó todo el viaje mirando por la ventanilla, a ningún lado en específico, más bien como si su mente abandonase su cuerpo a algún recuerdo o lugar desconocido para Carlos, que no sabía que hacer en ese coche sin poder hablar con nadie. La única persona de su edad que podría darle conversación parecía totalmente indiferente a su presencia y eso era algo que no le importaba, pero habría agradecido algunas palabras de cortesía.Al entrar al pueblo, Carlos miró por la ventanilla como podía, ya que estaba llena de nieve y hielo.Todas las casas parecían formar parte de algún ejército militar; tan bien camufladas tras esos gorros de nieve que cubría techos incluso paredes.Las cadenas en los neumáticos era algo habitual, incluso vio un pequeño taller donde el lodo era un neumá
El día anterior había sido un caos para Raúl; llegar después de muchas horas de vuelo a un pueblo que no conocían ni los virus, conocer una chica aparentemente normal, que sin embargo resultó ser bipolar o simplemente idiota. Y cómo no, tras el incidente en el que se llenó de nieve toda, le regañaron por no tener cuidado. En ese instante es cuando se dió cuenta que realmente no le agrada esa chica, la odia y si no la vuelve a ver, pues mejor.Qué sorpresa cuando esa mañana, sábado, se levantó del dormitorio que compartía con su tío al cual al final no consiguió conocer pues no llegó a casa, y ve a aquella chica de cabellos dorados y piel de porcelana desayunando en el salón junto a su madre, la madre de él, y si tía.- ¿ Qué hace ella aquí? Si piensa caerse otra vez a la nieve que a mí no me culpen.Esas palabras salieron de su boca sin pensar, pero aún contra todo pronóstico la bronca no empezó por eso, si no por otro motivo el cua