Los aullidos a su alrededor dejó a Raúl completamente inmóvil. No podía empezar a correr con Yadira encima, y aún menos con el enorme agotamiento que sufría.
La chica empezó a forcejear para salir de allí. Comenzó a llorar y a gritar con tanto pánico que se dejaba oír por todo el bosque.
- Eh Yadira ¿que coño haces?. No puedes salir corriendo así.- El chico agarraba a la joven como un candado tras su espalda, empujándola hacia atrás.
Ella gritaba desesperada, luchaba por salir de aquel abrazo y huir. Por alguna razón el pánico y el miedo se habían apoderado de ella. Luchaba tanto por liberarse que Raúl debía usar toda su fuerza para retenerla.
- Vamos estate quieta ya, salir corriendo así no es la solución. No vemos nada.
-Dejame imbécil.- Gritaba furiosa. No puedo estar aquí, enserio debo irme.
Lloraba sin control, temblaba como una niña pequeña asustada de la oscuridad. Raúl compr
Esa noche, o más bien lo que quedaba de ella, fue un desesperado intento por dormir. Raúl no era capaz de conciliar del sueño, tenía la mente muy activa recordando los recientes acontecimientos.Las fuertes punzadas en la nariz era la segunda causa y más probable de su incapacidad de dormir, las vendas que le mantenían en su sitio eran realmente incómodas, pero no estaba enfadado. En el fondo sentía que se lo merecía por ser tán idiota.Desde su cama, escuchaba el fuerte viento que había vuelto a soplar, aún con más violencia. Pensó en Mary, No la vió desde que salió del bosque en busca de ayuda. Aún así, había cumplido su palabra; traerla sana y salva y darle aquel abrazo reconfortante que ahora podía entender que necesitaba.Decidió entonces, levantarse viendo la hora. Las siete y media de la mañana, suficiente para salir de allí y darse una ducha caliente. Aún sentía los estragos del aterrador frío en su cuerpo, aunque mucho más
La puerta se abrió al tiempo que un hombre de unos sesenta entraba por ella. Raúl se imaginaba que su tío, el cual llegaba días tarde, sería un anciano o de más edad como su madre. Y lo era, sí, pero no un anciano desvalido como imaginó.Aquel hombre tenía la musculatura propia de un campeón de boxeo de pesos pesados. Media metro noventa, calvo y con una barba canosa cubriendo su rostro. El otro hombre, era un joven de unos veinte, rubio y de ojos azules muy profundos. Su rostro era blanquecino como el de Yadira y por un segundo hasta parecían ser hermanos.- Hola familia, disculpen el retraso pero la caza fue muy bien. - Saludaba mientras besaba la mejilla de su hermana. El otro joven, le dió dos besos cordialmente y se sentó frente a Raúl, dándoles los buenos días.- Hola Mary, hacia tiempo que no te veía.- La sonrisa del joven dejaría embobada a cualquiera, Raúl se sintió incómodo tras aquel pensamiento, pero no le dió impo
Tras llamar a la puerta de su habitación, Mary y Raúl esperaron respuesta, la cual llegó segundos después.- Yadira ¿podemos pasar?. Estoy con Raúl así que si estás desnuda vístete.Le lanzó al joven una mirada pervertida, que ignoró por completo.- Pasad, estoy vestida.- Respondió entre risas.Parecía estar mejor, según vió Raúl tras pasar a la habitación.- Hola Raúl, no te esperaba. - Mintió la chica con voz indiferente. Sabía perfectamente que era ella quien quería que estuviera allí, pero no dijo nada.-¿ Cómo te encuentras?.- Preguntó el en un tono más amable. - Bajo ningún concepto quería verla con ojos de pena, eso sería lo peor que podría hacer por ella. No tenía intención de ser un psicólogo diciéndole que hacer, pero sí quería ayudarla de algún modo.- Muy bien, gracias.- Mientras respondía, se percató de la nariz vendada del joven. - Siento... Sien
Habían transcurrido tres días desde la comida en casa de Yadira. Desde entonces Raúl no vio a ninguna de las dos. Estaban a Miércoles y solo pensaba en el sábado próximo; la salida que Yadira le había obligado.Se encontraba leyendo un libro que encontró explorando la casa, cuyo título le pareció de lo más curioso; La sinfonía de Layla. Su historia le sumergió de lleno, y le ayudó a despejar la cabeza de todo lo demás.Zack, que al parecer también vivía en esa casa, daba vueltas por el salón donde Raúl se encontraba. Parecía impaciente por alguna razón, y dado que aún no había hablado con él desde que llegó pensó que sería buen momento.- Te ves impaciente Zack,¿Esperas a alguien?.El nombrado miró a Raúl, no se esperaba que hablara con él. En un segundo se sentó a su lado.- Dime Raúl.¿Cómo puedo enamorar a mi amada Yadira?.Esa pregunta dejó al chico sin palabras. ¿Qué tipo de con
Yadira lloraba en su cama desconsoladamente. Se sentía como una pequeña cría de lobo mirando los ojos del cazador que la apuntaba con su rifle, brindándole solo unos segundos de vida antes de disparar.Tenía un gran dolor en el corazón. Un dolor que prometió jamás volver a sufrir. Decidió darle una oportunidad a Raúl, y dejar que se acercase más a ella, pues en el fondo necesitaba agarrarse a algo y salir de esa nube de dolor y refinamiento. Sin embargo, verle espiándola mientras se suponía era su momento de tranquilidad e intimidad absoluta, más que sentir odio por él, lo sintió por ella misma. Fue una idiota que por una vez en mucho tiempo quiso confiar de nuevo en alguien que no volviera a convertir su corazón en una tumba sellada a todo, pero sentía ira sobre sí misma, y un enorme desprecio sobre Raúl. No podía entender como aquel chico que le salvó la vida, cuando tán débil estaba ahora la espiaba sin ningún pudor.Le daba mil vueltas mie
Raúl llamó a la puerta de la habitación de la joven Yadira. Esperó una contestación por parte de ella, pero al no recibirla, y obviando su educación, entró a la habitación sin ser invitado.Yadira se encontraba tumbada en la cama, de medio lado, dándole la espalda al joven. Sabía que era él quien entró pero no se sentía con fuerzas para siquiera hablar. No quería verle, pero también quería respuestas. Su cabeza era un torbellino de dolor y traumas;todo aquello que la convirtió en la chica soltaría, herida, y con una mente llena de un inmenso pesar que no es capaz de quitarse. Solo quería llorar hasta que no pudiera soltar una lágrima más... Desaparecer para no seguir sufriendo. En ese momento la idea de quitarse la vida no le parecía mala, necesitaba una paz que desde hacía muchos años no sentía.Raúl se sentó en la cama, sin mirarla ni hablar. Lo primero que quería hacer es comprobar si ella hablaba al estar tan cerca.Yadira no di
-¡¿Que Raúl hizo qué?!.Una sorprendida Mary intentaba no gritar ante tal noticia. Había subido a la habitación, y lo primero que Yadira hizo fué pedirle perdón. Lo hizo tantas veces que ya estaba resultando incómodo, y solo calló cuando Mary le pellizcó el brazo. Poco después, está le contó todo lo sucedido con Raúl minutos antes.- No sé qué pensar... No sé si odiarle o no, ni siquiera sé realmente por qué se esfuerza tanto ni ni es un intento real por ayudarme. Estoy más confundida que nunca.Mary sabía que la decisión de Raúl no fue la correcta. Ya le había advertido que no se acercara a su amiga más de la cuenta y sin embargo había pasado más allá. Pensaba darle un fuerte golpe cuando bajara.- No debes dejarte llevar por las dudas Yadira, Raúl es un idiota. Sé que no es mala persona, y creo lo que dice sobre Zack, y sobre qué quiere ayudarte. Pero recuerda que solo estará aquí un verano. Si le empiezas a ver c
Aquella mañana de sábado estaba siendo goberdana por la gran ventisca que asolaba cruelmente el pequeño pueblo de Zenit. Raúl, cómodamente en su cama, disfrutando del calor bajo las mantas, no se quitaba de la cabeza los acontecimientos que días atrás habían sucedido. Edward se negaba a creer cualquier tipo de acusación sobre su hijo. Para él, era todo un hombre, un experimentado cazador que disfrutaba de la vida junto a su padre. Pensar que haría algo tán deprorable como espiar a una chica, y menor de edad, era lo más bajo que cualquier persona podría caer y su hijo, bajo ningún concepto, era así.Su opinión cambió cuando fueron a casa de Martha para ver las grabaciones. Zack se intentó defender acusando que era Raúl quien siempre la espiaba, y él estaba allí simplemente para pillarle cuando viniera. No tuvo la credibilidad de nadie, ni siquiera de su padre que avergonzado y furioso con su propio hijo, decidió tras obligarle a pedir perdón a toda persona de ambas c