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3. Próxima presa.


Quizás no era su hora de mostrarse al mundo tal y como era. Pero no así. No como una bailarina de cuarta. Las luces enfocaban su rostro, seguía encima de ese desconocido, que prácticamente se volvía algo habitual en sus noches, ir pasando de hombre en hombre pero estaba sin reaccionar. Ese era su problema: él. Ante su pregunta se aleja de su rostro y se voltea, debía seguir con el show que estaba brindando para eso estaba. Todos los ojos estaban puestos en ellos dos y eso no iba a cambiar por una pregunta.

Él abre sus manos, las aleja del cuerpo de ella viendo como seguir. Estaba nerviosa como nunca, cerró sus ojos, buscó sus manos y las llevó a su cuerpo. Estaba temblando al sentir el tacto de él, su rocé y todo le provocaba algo que no sabía como explicarlo. Sin embargo, viendo que no reaccionaba, lo guía para que toque su cuerpo con cuidado. Lo guía por completo para entrar en confianza aunque le resulte difícil, no estaba acostumbrada a que sea así porque siempre los hombres buscaban la excusa perfecta para tocarla pero él no era así. Necesitaba disimular, hacer creíble aquellas caricias que eran actuadas y fingidas para los dos. Nota la cierta incomodidad que provoca sus movimientos suaves de cadera hace que se tense cada vez más, sus brazos la aprietan a su cuerpo y él se vuelve acercar a su oído.—Estás jugando con fuego — le advierte rozándole el cuello con sus labios.

Se queda casi sin respiración al sentir los brazos de aquel hombre que se sentía bien pero a la vez era una sensación rara — Es mi trabajo jugar al límite — responde sonriendo.

La respiración choca en su nuca, los labios de él rozan su cuello y algo húmedo siente. Era un beso que sigue por unas pequeñas caricias en su estómago mezclado por un abrazo. Hace su cabeza hacia atrás apoyándose en su hombro como dándole lugar a que siga actuando, la besa todo el cuello lentamente y su oído se escucha un pequeño gemido de él. Lo que provoca que ella en ese momento sin darse cuenta de donde estaba disfrute de ese placer, era la primera vez que dejaba que un extraño disfrute de su cuerpo y de esa manera. Pero se detiene y la aleja de su cuerpo mirándola.

Se sintió rechazada pero a la vez era mejor así. No quiso seguir más, era hora de parar y terminar su noche así. Tomó su tapado y se retiro a su camarín. Había algo internamente en ella que hacía que se sintiera aturdida, emocionada y llena de satisfacción al recordar las caricias de ese hombre.

Pero miles de golpes provenían de su puerta, que no eran atendidas porque sólo quería largarse de ese sitio. Se sentía sucia y a la vez triste de tan solo recordar que esos hombres que golpeaban su puerta querían algo más de ella. Ya no quería esa vida pero era lo que le tocaba atravesar, nada es perfecto y eso lo sabía. Poco a poco se quitó toda la ropa, el antifaz y maquillaje que le cubría todo el rostro. Se quedo mirando fijamente al espejo y viendo su verdadero ser, era mucho más que una simple bailarina nocturna y eso era lo que quería demostrarle a todo el mundo. Dejar atrás la vida oculta de bailarina y sólo tener una vida normal. 

Siempre se detenía a soñar que era alguien normal, una mujer común que sufría porque el amor de su vida le estaba fallando, que discutía con sus amigos para ver quién pagaba la cena y también soñaba con ser una madre que acompaña a su primer hijo en su etapa escolar. Ella soñaba tanto que el ruido de unos papeles frente a sus ojos hicieron que regrese a su presente. Sonríe mirando los billetes entre sus manos. Mientras cuenta el dinero que gana por noche, sé bebe un par de copas de la botella de vino que encontró encima de su mesa.

— Hubo química y nunca puede debilitarme eso — se maldice a lo bajo mientras bebe de su trago.

Esa mujer había encendido todo, la quería para pasarla noche y olvidarse de todo. Quería terminar lo que había comenzado. La busca con la mirada pero no encuentra a la misma mujer que estuvo encima de sus piernas, se había ido. Se levanto de la mesa y se acerco a la barra.

Golpea varias veces la mesa hasta que es atendido.— ¿Qué necesita? — le pregunta un sujeto mientras lo ve limpiando un vaso.

Observa todo a su alrededor — Necesito saber donde está la mujer del antifaz — reclama seriamente.

Se ríe al escuchar ese comentario. Él sin entender que estaba pasando con ese sujeto, se queda parado esperando una respuesta y lo ve dejando el vaso en la madera vieja que tenía como barra de tragos. Deja el trapo arriba de su hombro y se acerca —Súmate a la lista larga de los curiosos que vienen aquí averiguar algo sobre ella — se ríe.

Se queda pensando en lo dicho por ese sujeto. Esa mujer era extrañamente misteriosa y eso le atraía más. Con sólo mirarla la deseaba, recordando como acariciaba su cuerpo. La necesitaba para comprobar si sólo era para una noche o para algo más.

Era su hora y sabía que todo lo que quería lo conseguía, y ella iba a ser su próxima presa.

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