Todo el grupo lo está pasando fenomenal. Sophie y yo tenemos que ponernos al día en tantas cosas. Me cuenta que está saliendo hace unos dos meses con su vecino llamado Zack –el chico con el que vino esta noche–; le recrimino por no haberme contado antes, pero me confiesa que lo deseaba hacer, pero que por falta de tiempo no ha podido.
Mónica, por otro lado, está sorprendida ante mi relación con Christopher, pero también se alegra por él, ya que escuchó lo mal que lo pasó su jefe en su relación anterior. Ella y su acompañante son solo amigos.
Con Rachel es como si nos metiéramos en nuestra burbuja de amistad. Me cuenta que con Michael han puesto finalmente fecha para su matrimonio y que será en agosto. Han contratado a una organizadora de bodas llamada Rosie, porque han oído que es muy exitosa. Por supuesto, mi nueva amiga no perderá detalle alguno
Como cada día, voy a mi trabajo. Soy secretaria de gerencia, trabajo que realmente me gusta, ya que me permite darme uno de los lujos que tanto amo. Como no soy buena madrugando, porque me gusta quedarme pegada entre las sábanas para disfrutar de un pequeño relajo antes de levantarme y comenzar mi día, agradezco que mi horario de entrada sea de una hora después, en comparación a las otras secretarias de la empresa. Estoy llegando al edificio. Me gusta trabajar allí porque es una construcción antigua que denota elegancia, pero que a la vez va acorde a lo moderno de hoy en día. Una vez que visualizo la entrada del estacionamiento, me acerco a la portería y busco en mi cartera mi identificación como trabajadora de la empresa, es algo monótono y aburrido el tener que hacerlo a diario, pero es parte del procedimiento de la compañía. Saludo al señor Hank, el guardia de turno, el cual me cae muy bien, ya que es una de las pocas personas que si te saluda por la mañana, lo hace con u
El resto de la tarde transcurre igual que la mañana. Sigo respondiendo e-mails y llevando papeles a mi jefe para que los firme o dé visto bueno. Mientras me dirijo a mi departamento, no dejo de pensar en la actitud que tuvo el señor Adams todo el día.No es muy normal en él tener mal genio ni nada por el estilo. Es un hombre estricto y serio en cuanto al trabajo, pero es como pocos, que a pesar de mostrar un semblante serio, puede regalar una sonrisa de vez en cuando. Y para ser sincera, su sonrisa es cautivadora, llama la atención. Además, la combinación con sus ojos celestes como el cielo y su cabello castaño oscuro lo hace un hombre digno de admirar.No sé por qué, pero siento que debo hacer algo al respecto. Al menos, de lo que sí estoy segura es que le preguntaré al señor Adams qué lo tiene tan preocupado y disgustado.*****
Después de lo que dice, me deja en estado de shock.—¿Des-desde hoy, señor? —pregunto dudosa— ¿No sería desde la próxima semana?—Sí, Ashlee. Tú lo has dicho, sería desde la próxima semana —confirma, enfatizando la palabra «sería»—. Lo que sucede es que el señor Jacobson acaba de escribirme para informarme que llega mañana a la ciudad con su hija Angelique para presentármela.—Auch. Qué rápido.—Sí, lo es. Entonces ¿qué dices?Me mantengo en silencio por un par de minutos antes de responderle un tanto insegura.—Es-está bien… Eso creo.—Tranquila. Iremos con calma. Claro, esto será entre usted y yo. Demás está decir que para el señor Jacob-son esto no será así.Debo admit
Estar en un restaurante teniendo esta cercanía con Christopher es muy agradable y aunque lo que nos llevó a esta cena sea solo ficción, mi cabeza quiere pensar que no es así.Cuando llegué a la empresa de Christopher hace dos años, tuve un pequeño enamoramiento por él. Nunca quise hacerme mayores ilusiones, ya que no quería perder el puesto por el cual había llegado a la empresa. Además, todos mis míseros intentos fueron un total fracaso para que Christopher se fijara en mí.—¿En qué piensas? —pregunta, sacándome de mis pensamientos.—En nada en particular. ¿Qué tal si hablamos de mañana? —propongo con la intención de cambiar de tema, ya que no quiero que sospeche que tengo un leve hormigueo producido por su persona.—No había querido hablar de eso todavía, pero ya que lo me
ChristopherSubimos por el ascensor y debo decir que cada acercamiento que tenemos hace que adore su sonrisa mucho más.Todavía recuerdo cómo era, tan seria y preocupada cuando recién le di el trabajo. Decidí, en ese entonces, mostrarme cercano, no ser de esos jefes que se ven casi del tipo «tiranos» con sus empleados. Ashlee llamó mi atención desde el minuto uno que pisó mi empresa. Por eso y porque era una joven totalmente capacitada, le di la oportunidad de trabajar para mí.De pronto, suena el timbre indicando que ya hemos llegado a mi departamento. Es el último y también la suite del edificio, por lo que ocupa todo el piso. Agradezco que no haya nadie en el ascensor, ya que algunas vecinas, sobre todo las más jóvenes, me comen con la mirada, y aunque yo sé que soy un hombre con buen físico, es muy incómod
Todavía me encuentro analizando lo que acaba de pasar hace unas horas. Ya nada será como antes, eso es seguro. Aún puedo sentir su boca sobre la mía y no logro evitar llevarme una mano hasta mis labios, como si pudiera tocarlo.Después de que me deseó una buena noche, quedamos en que pasaría a buscarme mañana a las ocho de la mañana. Cuando me bajé de su auto y estaba por entrar a mi edificio, me giré para despedirme con la mano y Christopher me guiñó el ojo y emprendió rumbo de regreso.Me siento extraña, pero a la vez tranquila. No sé el porqué. Quizás sea por el hecho de que nos «declaramos» y sinceramos. Pero como ya he dicho antes, no me quiero ilusionar y quizás salir herida de todo esto.Para relajarme decido tomar una ducha. El agua caliente cayendo sobre mí siempre trae un efecto relajante. Me acerco a m
AshleeSuena insistente la alarma que me grita estridente que es hora de levantarme. Me giro hacia mi mesita de noche y la apago de un manotazo.Me levanto y empiezo a buscar mi ropa en mi closet para trabajar. Elijo un traje de dos piezas, esta vez uno con pantalón en vez de falda. Me agradaba usar este tipo de traje, ya que al vestirlo con zapatos de tacón me hace ver un poco más estilizada y alta.El traje es de color gris claro, mientras que la blusa es blanca, ceñida al cuerpo, pero no me aprieta, sino que es un poco suelta. Y por último, la corbata de un color lila que hace que todo quede combinado a la perfección. Mis tacones negros siempre acompañan cada combinación que elija. Para trabajar siempre me pongo unos tacones de color negro, así que poseo como cinco pares distintos, todos por supuesto, con diferentes diseños.Dejo toda mi ropa encima de
Después de comprar nuestros vestidos, fuimos a otra tienda, esta vez una zapatería para elegir los zapatos que usaríamos para la fiesta. En realidad, solo Sophie se compraría el calzado, como yo ya tenía de tacón negro, de seguro encontraría algún par que luciría perfecto con mi vestido.Al igual que la vez anterior, vio algunos en la vitrina y los buscó. Eran unas sandalias blancas y hermosas, de esas que cubren el dorso del pie, pero dejan al descubierto los dedos, y están adornadas con algunas piedrecitas que le dan un brillo especial. Yo diría que tienen unos diez centímetros de tacón. Como Sophie es baja siempre usa zapatos con bastante tacón. Todavía no entiendo cómo es capaz de nunca perder el equilibrio cuando los usa.Como siempre, Sophie y su buen gusto hacen que se vea espléndida con todas las prendas que se ponga.&mdash