Ashlee
Suena insistente la alarma que me grita estridente que es hora de levantarme. Me giro hacia mi mesita de noche y la apago de un manotazo.
Me levanto y empiezo a buscar mi ropa en mi closet para trabajar. Elijo un traje de dos piezas, esta vez uno con pantalón en vez de falda. Me agradaba usar este tipo de traje, ya que al vestirlo con zapatos de tacón me hace ver un poco más estilizada y alta.
El traje es de color gris claro, mientras que la blusa es blanca, ceñida al cuerpo, pero no me aprieta, sino que es un poco suelta. Y por último, la corbata de un color lila que hace que todo quede combinado a la perfección. Mis tacones negros siempre acompañan cada combinación que elija. Para trabajar siempre me pongo unos tacones de color negro, así que poseo como cinco pares distintos, todos por supuesto, con diferentes diseños.
Dejo toda mi ropa encima de
Después de comprar nuestros vestidos, fuimos a otra tienda, esta vez una zapatería para elegir los zapatos que usaríamos para la fiesta. En realidad, solo Sophie se compraría el calzado, como yo ya tenía de tacón negro, de seguro encontraría algún par que luciría perfecto con mi vestido.Al igual que la vez anterior, vio algunos en la vitrina y los buscó. Eran unas sandalias blancas y hermosas, de esas que cubren el dorso del pie, pero dejan al descubierto los dedos, y están adornadas con algunas piedrecitas que le dan un brillo especial. Yo diría que tienen unos diez centímetros de tacón. Como Sophie es baja siempre usa zapatos con bastante tacón. Todavía no entiendo cómo es capaz de nunca perder el equilibrio cuando los usa.Como siempre, Sophie y su buen gusto hacen que se vea espléndida con todas las prendas que se ponga.&mdash
Al día siguiente, me despierto para seguir con la rutina. Es jueves. Eso, al menos, hace que me alegre, ya que mañana es la fiesta de Mason y, sin duda, necesito distraerme.Me levanto y comienzo con mi día. Primero es la ducha, así que entro de inmediato al baño y busco una toalla para dejarla lista para secarme. Me acerco a la bañera y abro la llave para que el agua caliente comience a caer mientras me voy sacando la ropa. Una vez dentro, dejo que el agua caiga sobre mí, limpiándome los pensamientos y dejándome totalmente en blanco, liberándome de emociones y sensaciones de momento. Me lavo el pelo y millones de burbujas tengo sobre mi cuerpo gracias a mi adorado jabón de vainilla.Luego de unos treinta minutos en la ducha, salgo de esta totalmente relajada, envolviéndome en la toalla. Me acerco al lavamanos y tomando el secador empiezo a secar mi pelo. Después de otros quince
Finalizado el almuerzo, ya me siento bastante mejor en comparación a cómo estaba emocionalmente hace solo unas horas. Christopher, sin duda, se esmera en hacerme sentir mejor.—Con tu permiso, debo ir al baño —digo poniéndome de pie.—Adelante, Ash, yo mientras pediré la cuenta.—Está bien, ya regreso.Me alejo de la mesa y camino al baño de damas. Al abrir la puerta choco con una joven, es muy linda, pelirroja y con algunas pecas en su rostro. No es alta, pero tampoco tan baja. Lleva un vestido ceñido al cuerpo de color turquesa que hace que se vea hermosa. Es para envidiarla.—Discúlpame, por favor, no te vi —dice a modo de disculpa. Su acento me da a entender que no es americana, sino, al parecer, francesa.—No te preocupes, tampoco te vi.—Nos vemos —manifiesto en forma de despedida cuando ella, por su parte, alza l
AshleePor fin ya es viernes. En esta semana pasaron tantas cosas que solo ansío –como no me pasaba hace mucho tiempo–, ir a esa fiesta que organiza Mason, mi compañero de trabajo, porque necesito distraerme de todo lo vivido.No importa si es bueno o malo, por el momento solo aparece alguien en mi cabeza y ese alguien no es nadie más que mi jefe que, en solo dos días, ha revolucionado mi mundo como no pensé nunca que lo haría. De solo pensarlo sonrío. Sin duda, se ha convertido en alguien importante para mí.—Buenos días, señorita Thompson —escucho de pronto. Me asusto de tal modo que el café que estoy tomando se derrama por completo en mi ropa. Y como es de esperar, termina quemándome.—Mierda, ¡esto está muy caliente! —digo casi gritando sin mirar a quien me habla y por ende me asusta.<
La fiesta está en su punto máximo. Hace unas horas que hemos llegado y tengo que confesar que hasta el momento no me he aburrido para nada.He bailado con Sophie, Mason y otros compañeros de trabajo. También he tomado algunos tragos, por lo que ya me siento algo mareada. No soy de las que se emborrachan para pasarlo bien, pero lo que sí sé es que me encuentro mareada y que si sigo tomando, lo más seguro es que deba ir muy pronto al baño a vomitar. Lo bueno es que Mason también se preocupó de la comida, por lo que nadie ha pasado hambre por una buena cantidad de horas.—¿Por qué tan sola? —pregunta una voz a mi espalda. Esa cadencia se me hace conocida, pero ¿cómo llegó aquí? Me doy la vuelta para enfrentarlo.—Porque quería descansar un rato. Ya me duelen los pies de tanto bailar.—¿Y por qué no regre
Mi corazón dice sí a gritos, pero mi cabeza tiene miedo.Justo cuando voy a responder suena mi teléfono. Busco mi cartera y lo reviso. Un mensaje de Sophie.«Esto merece una explicación y de la buena. La espero el lunes en la oficina. Almorzamos juntas SÍ O SÍ.»No tengo idea si está así de broma o no, pero no es necesario que le responda para saber qué debo hacerlo de todas formas. Por lo que dejo mi celular nuevamente en la cartera y me giro para mirar a Christopher.Suspiro brevemente y tomo valor para lo que haré.Me acerco a él hasta quedar pegados y le rodeo otra vez el cuello con los brazos y él, a su vez, me abraza por la cintura. Acerco mi rostro al suyo, y cuando nuestras respiraciones se mezclan, unimos finalmente nuestros labios, sellándolos en un beso suave y apasionado, con entrega real de sentimientos, como no lo hemos hecho antes.
Llevamos un buen rato caminando por el centro comercial cuando finalmente, después de mucho pensarlo, se me ocurre el regalo perfecto. No es mucho, pero sé que será especial.—Ven. Ya tengo tu regalo.—Está bien. Llévame a él —manifiesta con una sonrisa en su rostro.Dicho esto, entramos a una joyería y vamos directo a donde se encuentran las cadenitas. Busco una en especial y cuando la encuentro, sonrío de felicidad.—Disculpe, señorita —llamo a una joven empleada.—Buen día. Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?—Quisiera ver las gargantillas que están en la vitrina. Las grabadas, por favor.—Un momento. Enseguida se las traigo —comenta la empleada, yendo a buscar lo que le he pedido.—Espero te guste. Sé que es algo cursi, pero me gustaría dártelo —
Ya es lunes y estoy preparándome para ir a trabajar. Esta vez –como no lo he hecho desde hace mucho–, con una sonrisa en los labios.El fin de semana ha sido maravilloso. Christopher estuvo todo el tiempo conmigo y solo nos separamos cuando tuvo que regresar a su departamento para descansar y para volver a trabajar.Una vez que me habla de Sarah, lo siento más aliviado y como si se hubiera quitado un enorme peso de encima. De seguro sintió lo mismo que yo cuando le hablé de Scott.Estoy terminando de tomar de mi desayuno cuando suena mi teléfono. Lo tomo y veo que hay un mensaje en él.Es de Christopher.«Te espero abajo, cariño.»Le respondo enseguida.«Está bien. Dame unos minutos y voy.»Cuando ya le he enviado el mensaje, tomo mi cartera y guardo mi teléfono en ella. Saco de la misma las llaves de mi departamento y camin